Cientos de miles de disidentes y desertores rusos huyen de su país con el apoyo de redes sociales

«La emigración es una forma de protesta legal. No hay otra manera de expresar la opinión de uno en Rusia», afirma la creadora de la cuenta de Telegram ‘Guide to a free world’

Cientos de rusos huyen del país en septiembre tras el anuncio de la movilización y el temor al cierre de fronteras Reuters

La presidenta de Georgia, Salome Zurabischwili, ha cifrado en unos 700.000 los rusos que han huido de Putin a través de su país. Unos 100.000 han permanecido allí y el resto ha viajado después hacia Armenia o hacia Turquía para pasar posteriormente a Europa. Otros destinos populares son Serbia, Israel y los Emiratos Árabes. Según Zurabischwili, la mayoría son jóvenes de clase media urbana.

El Ministerio de Interior de Kazajistán ha calculado por su parte que, solamente después del anuncio de movilización, más de 200.000 rusos entraron en su territorio y que casi tres cuartas partes de ellos siguieron camino hacia Uzbekistán, Kirguistán o Turquía. Son algunas de las poquísimas cifras oficiales sobre un fenómeno que Rusia desmiente.

El portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov, se limita a declarar que «no tengo números exactos, pero por supuesto están lejos de esas cifras». En todo caso, desde mediados de septiembre han disminuido las posibilidades de abandonar el territorio ruso. Por temor a la entrada de agentes de inteligencia del Kremlin entre los refugiados, los países fronterizos han ido restringiendo la concesión de visados. Y sin embargo a Berlín siguen llegando, en un incesante cuentagotas ajeno a las redes de asistencia estatales.

Si los rusos que huyeron del terror bolchevique fundaron su propio barrio en el berlinés distrito de Charlottenburg, hoy prefieren mayoritariamente el de Marzhan, en el lado este de la capital alemana. No es que sea precisamente un barrio más bonito, sino en el que se concentran los anónimos ciudadanos que les prestan ayuda a través de un grupo de Telegram que está haciendo las veces de red de contactos. El chat, que ha ido cambiando de nombre, se llama ahora «Guide to a free world» y se ha convertido en una comunidad de cientos de miles de personas de todo el mundo que constituyen en conjunto un nuevo canal de inmigración que escapa a la mayoría de los controles.

«La emigración es una forma de protesta legal. No hay otra manera de expresar la opinión de uno en Rusia», explica la fundadora del grupo, Irina Lobanovskaya, que huyó a Estambul en febrero. Incluso antes de que comenzara la invasión de Ucrania, sintió que las cosas iban a peor y decidió salir de Rusia. «Había vivido anteriormente en América del Sur y Estados Unidos. Sé lo que es empezar de nuevo y por eso dudé menos que otros a los que conozco. Por eso salí a tiempo», recuerda su decisión.

Grupos para 56 países

Con la intención de ayudar a amigos a los que había dejado atrás, abrió un pequeño grupo de chat, al que invitó también a amigos que viven en el extranjero y en el que comenzó a compartir sus experiencias. A partir de la fecha de inicio de la invasión, el 24 de febrero, el grupo comenzó a crecer sin control. Solo un día después, ya participaban 2.000 personas. El 8 de marzo eran 100.000. Todos querían saber a dónde podían viajar y cómo. «Recibía cientos de preguntas al día. Dos semanas después de que comenzara la guerra, tenía hasta 3.000 mensajes sin responder a diario».

Paralelamente a su trabajo como gerente de marketing de una startup, creó un sitio web y abrió chats de Telegram para diferentes países donde las personas podrían intercambiar información sobre la entrada para los rusos y las condiciones de vida. Hoy unas 200.000 personas forman parte de esta peculiar comunidad y hay grupos para 56 países.

«Mi hermana fue la que me habló del chat. Yo avisé antes a mi mujer porque sabía que, si yo escribía algo, sería cuestión de tiempo que se enterasen, por lo que la salida tendría que ser de un día para otro», relata un padre de dos hijas que trabajaba como guardián de prisión y que evita hacer pública su identidad porque es consciente tanto del peligro de persecución por parte de su gobierno como del delito que, en el fondo, está cometiendo en Alemania.

«En mi caso, la forma de hacerlo era con un contrato de trabajo, me contactaron por privado y nos lanzamos», detalla la ayuda recibida por un alemán propietario de una pequeña empresa, «hay un acuerdo tácito entre las dos partes sobre la rescisión de ese contrato antes de que haya terminado el periodo de prueba, pero para entonces hablaré un poco de alemán, quizá pueda trabajar, o quizá tengamos que seguir viaje a otro país».

«No solo explicamos cómo obtener una visa en Alemania. No es una vía de inmigración ilegal sino un medio de transmisión de valores democráticos»

«No solo explicamos cómo obtener una visa en Alemania», dice una colaboradora de Berlín, que muestra el texto publicado bajo el título «How to break off relations with the Russian Federation» (Cómo romper relaciones con la Federación Rusa), «sino que también describimos en nuestros textos qué es la cultura alemana, cómo funciona la diversidad, el feminismo y la multiculturalidad. No es una vía de inmigración ilegal sino un medio de transmisión de valores democráticos liberales».

Esos valores atrajeron al fotoperiodista Sergei Ponomarew, cuyo éxodo ha sido coordinado en el grupo de Telegram. «Mi trabajo en Moscú se había vuelto muy peligroso, así que me recomendaron viajar a Turquía y solicitar allí una visa de autónomo, con la que puedo seguir trabajando para mis clientes». «No puedo vivir sin libertad y, si pelear significa ir a la cárcel, prefiero irme del país», se justifica a sí mismo. Se ha instalado más o menos, tiene una cuenta bancaria, un número de identificación fiscal, una tarjeta de prensa. Todavía está buscando un apartamento y disfruta de la acogida en casa de unos amigos.

Obtener una visa o asilo en Alemania es difícil para los rusos. Según la Oficina Federal de Migración y Refugiados (BAMF), en el año en curso ha recibido casi 2.000 solicitudes de ciudadanos rusos de las que ha aprobado 236. El Ministerio de Exteriores ha emitido alrededor de 53.300 visas a ciudadanos rusos entre marzo y finales de octubre. Hay casi 6.300 miembros en el grupo de Telegram para Alemania. Lobanovskaya no teme consecuencias legales, aunque ha recibido amenazas: «El Estado alemán siempre está contento por recibir a personas inteligentes que contribuyen económica y culturalmente». Considera su a

ctivismo como una forma de protesta: «A menudo, en Rusia, la única forma de protestar contra Putin es marcharte».