Así de mágico, de imprevisible, de indescifrable, es este maravilloso deporte llamado baloncesto. El Casademont Zaragoza, que no sabía lo que era ganar un partido esta temporada, lo recordó este domingo tras firmar una antológica actuación ante el vigente campeón, un Real Madrid que no se sintió cómodo en los 40 minutos que compareció sobre el Príncipe Felipe. Porfirio Fisac, que ha cambiado la cara a la plantilla, encuentra así la ansiada primera victoria sobre la que el conjunto aragonés confía reconducir su mal inicio de curso. El canterano Lucas Langarita, de solo 17 años, debutó con el primer equipo en una tarde donde brilló con luz propia el estadounidense Jessup, que firmó 28 puntos y 31 de valoración.
Sin pensar en los números, en la clasificación ni en las sensaciones, el Casademont Zaragoza entró al partido como un ciclón. Dos buenas canastas de Hlinason, una brillante acción de Yusta y el posterior mate de Ponitka, que también anotó el posterior tiro adicional, abrieron una pequeña brecha de seis puntos en el marcador (9-3), obligando a Chus Mateo, técnico blanco, a solicitar tiempo muerto.
Pero la pausa no modificó ni un ápice la hoja de ruta del conjunto de Fisac, que arrancó con una intensidad defensiva prácticamente inédita en las seis primeras jornadas de campeonato. La ruidosa Marea Roja, que no cesó en ningún momento de animar a los suyos, se frotaba los ojos. Al final del primer cuarto, el Casademont Zaragoza mandaba por siete puntos (20-13). Más allá de la momentánea victoria, lo más sorprendente era que el cuadro zaragozano había dejado en solo 13 tantos al Real Madrid, el mejor ataque de la Liga Endesa con 88 puntos de media por encuentro.
En el acto inaugural del partido llegó también otro de los momentos más esperados por la afición: el debut de Lucas Langarita, que se estrenó en la máxima categoría nacional a los ocho minutos de comenzar el choque. Ya avisó Fisac: “Si tengo que descender, lo haré con los de casa”. Dicho y hecho, ya que el técnico segoviano mantuvo al talentoso canterano en pista junto a Javi García, que había ingresado anteriormente en el choque.
García, de nuevo, volvió a demostrar que (obviamente) no es el mejor base de la plantilla, pero tampoco merece el ostracismo al que fue sometido en el arranque de temporada por Martin Schiller. Tanto él como Jessup perforaban el aro del Madrid desde la línea de 6,75, uno de los grandes males del equipo hasta la fecha. Pero este domingo, como de ahora en adelante, el pasado no valía para nada. El Casademont crecía y, sobre todo, creía en que, al menos, era posible asustar y poner nervioso al todopoderoso Real Madrid.
De la mano de su afición, el conjunto aragonés disfrutaba sobre la pista según pasaban los minutos. Contribuyó a la fiesta el gigantón Aday Mara, que a sus 17 años le plantó un mate antológico al francés Poirier. Los lanzamientos desde el libre y, sobre todo, las cuestionables decisiones arbitrales mantenían con vida a un Real Madrid que, a las puertas del descanso, firmaba un irreconocible 33% de acierto en tiros de dos y tres puntos.
Cosas del baloncesto, en el triple sí las metía el Casademont, que llegó a la cita con el segundo peor porcentaje de la Liga Endesa desde el 6,75. Tras un primer cuarto inédito desde esta posición, los cinco primeros triples del equipo de Fisac llegaron en el segundo acto, lo que obligó a Chus Mateo, nuevamente, a frenar el partido con un tiempo muerto. Tras la reanudación, más de lo mismo. Perdón, más de lo mismo no. Mejor. El encuentro llegó al tiempo del descanso con un espectacular ‘alley oop’ de un valor incalculable, como la proyección del jugador que lo culminó, Aday Mara.
Primero, el joven gigante colocó un tapón formidable en defensa, para después correr al otro lado de la pista y machacar el aro rival. La acción, una de las mejores en lo que va de curso, subió los decibelios en un Príncipe Felipe que solo Sergio Rodríguez, exjugador NBA e integrante de la época más gloriosa de la selección española de baloncesto, pudo silenciar con un magistral triple. Esa canasta maquilló ligeramente un marcador donde mandaba con superioridad manifiesta el Casademont Zaragoza: 48-36 y dos preguntas en el aire: ¿Aguantaría 20 minutos más el equipo de Fisac jugando a ese vertiginoso ritmo? ¿Sería suficiente para tumbar a un equipo como el vigente campeón?
El Madrid, irreconocible
Más allá del resultado, los números eran sonrojantes en favor del Casademont, que había firmado 63 de valoración por los paupérrimos 25 tantos de su rival. Además, los aragoneses habían repartido hasta 12 asistencias por solo dos del Madrid. Tras la reanudación, el conjunto blanco trataba de recortar diferencias, pero los jugadores de Fisac apenas concedían síntomas de debilidad. Un nuevo mate, esta vez de Radoncic, hacía rugir al Príncipe Felipe, muy enfadado por las decisiones de los colegiados que despertaron el manido cántico: “Así, así, así gana el Madrid”, denunciaba parte de la afición, mientras que pocos segundos después era el pabellón al completo quien gritaba: “Manos arriba, esto es un atraco”.
Cómo sería la acción de Tabares para que los árbitros decretasen falta antideportiva… Yusta aprovechó los dos lanzamientos libres para conceder un nuevo respiro al Casademont, que estiraba la ventaja hasta el +13 (64-51). A 3:39 del final del tercer cuarto, dos gestos muy reveladores. Sergio Llull, con la mirada perdida, se secaba el sudor en el banquillo sin terminar de comprender qué estaba ocurriendo sobre la pista, donde Musa negaba con la cabeza nada más errar un lanzamiento libre.
El conjunto aragonés certificó lo que todo el mundo intuía, que su rival era un bloque herido, impotente en muchas fases del encuentro, pero con una amplitud de recursos que hacía imposible lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo. Con 13 de ventaja (71-58), arrancó el último y decisivo cuarto.
A las puertas del ansiado primer triunfo de la temporada, el Casademont Zaragoza mantuvo su excelso nivel de juego: evitó cualquier lanzamiento fácil de su rival atrás y, en ataque, mantuvo el elevadísimo acierto que le había catapultado todo el partido. Al Madrid seguían sin salirle las cosas y el Príncipe Felipe veía cada vez más cerca el triunfo. Pero los blancos todavía no habían dicho su última palabra, tal y como demostró Hezonja. El triple del croata, con todavía 5 minutos por jugar, situó a los visitantes a ocho puntos (79-71), plagando de nervios e incertidumbre el Príncipe Felipe.
Dos canastas de Tabares y Llull metieron al Real Madrid de lleno en el partido (81-77), lo que obligó a Fisac a solicitar tiempo muerto. El entrenador local movió el banquillo con un objetivo claro: recuperar la eficacia ofensiva. Consciente de las dificultades que atravesaba el Casademont, la afición volvió a dar un paso al frente, al que se sumó Sant-Roos con un triple que se tradujo en un extraordinario soplo de aire fresco.
La tensión era máxima a solo 1:41 para el final. El cuadro zaragozano, cuatro por encima (88-84), comenzaba a acariciar con la yema de los dedos el triunfo. Como hace tres años, cuando el Casademont tumbó al Real Madrid también con Fisac en el banquillo, Tabares acabó el partido expulsado y desquiciado tras sancionarle cinco faltas personales. Porque cometer, cometió alguna más… Pero ni así pudo el Madrid. El Casademont Zaragoza recuperó este domingo la sonrisa después de conseguir, nada más (y nada menos) que ante el Real Madrid la primera victoria de la temporada.
Ficha técnica:
94 – Casademont Zaragoza (20+28+23+23): Ponitka (3), Sant Roos (9), Radoncic (10), Yusta (8) y Hlinason (11) -cinco inicial- Jessup (28), Simanic (3), Javi García (3), Mekowulu (8), Langarita, Mara (8) y Ferrari (3).
87 – Real Madrid (13+23+22+29): Hanga (3), Deck (9), Musa (16), Yabusele (6) y Poirier (4) -cinco inicial- Cornelie, Llull (17), Tavares (9), Abalde (2), Sergio Rodríguez (6), Ndiaye y Hezonja (17).
Árbitros: Miguel Ángel Pérez, Vicente Bultó y Carlos Merino. Excluyeron por cinco faltas personales a Tavares, en el minuto 39.
Incidencias: partido correspondiente a la séptima jornada de la Liga Endesa disputado en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza ante 6.719 espectadores.