Los servicios de espionaje británicos creen que la forma de actuar del presidente Vladimir Putin demuestra que “está desesperado”. Según afirma Jeremy Fleming, el director de la agencia de inteligencia, cibernética y seguridad del Reino Unido (GCHQ), en el Kremlin se ha instalado la idea de que están perdiendo la guerra. No sólo en Ucrania, sino también en su propio país. Es más, se atreven a aventurar que el líder ruso teme que se produzca una revuelta interna, informa “Mirror”.
Fleming considera que esta posibilidad es cada vez más probable debido al agotamiento de las tropas, que se están quedando sin suministros y sin municiones. También está fracasando a nivel interno porque los rusos con edad para ser llamados a filas intentan desesperadamente evitar ser reclutados: huyen del país se escondes y algunos llegan a autolesionarse para no tener que incorporarse a filas. De hecho, las fuerzas rusas dependen de prisioneros y reclutas sin experiencia para reforzar las primeras líneas de batalla en el país vecino.
Según “The Telegraph”, Fleming considera que Putin ha cometidos dos errores militares importantes y ha espoleado a los ucranianos para continuar con la defensa de su país. “Es una estrategia de alto riesgo que está conduciendo a errores estratégicos. Sus avances se están revirtiendo. Los costos para Rusia, en personas y equipos, son asombrosos. Sabemos, y los comandantes rusos sobre el terreno también, que sus suministros y municiones se están agotando. Las fuerzas de Rusia están agotadas. El uso de prisioneros para reforzar, y ahora la movilización de decenas de miles de reclutas sin experiencia, habla de una situación desesperada”.
Además, el responsable de los servicios de espionaje añade que que los rusos también han “comenzado a percatarse de la desesperación de su líder y se están dando cuenta de “lo mal que Putin ha interpretado la situación”. De hecho, Putin ha movilizado a la unidad de élite ODON para abortar un posible golpe de Estado.
Estas declaraciones de Fleming se producen un día después de que Rusia lanzara su mayor ataque con misiles contra Ucrania desde el inicio de la invasión el pasado mes de febrero, incluida Kyiv que durante los últimos meses había sido un lugar seguro para los ucranianos. Como consecuencia del bombardeo de poblaciones civiles, murieron 11 personas y casi un centenar de personas resultaron heridas, la mitad de ellas en Kyiv.
A Putin le bastó con pulsar un botón para demostrar que su capacidad bélica es mucho mayor de la mostrada hasta ahora y, según dijo, los objetivos eran redes militares, energéticas y de comunicaciones, pero en realidad alcanzaron plantas de energía y áreas civiles muy pobladas. El objetivo principal del líder ruso es acabar con la fortaleza ucraniana, volver a meter miedo a los ciudadanos, que piensen que en cualquier momento pueden ser atacados. Política de terror para acabar con la resistencia.
Esa ha sido la respuesta al ataque contra el puente de Crimea, un símbolo para Rusia desde después de su anexión en 2014. El puente, que se extiende 19 km desde Crimea hasta la parte continental de Rusia, se ha utilizado como una de las principales rutas de suministro para las tropas rusas desde la invasión.
El presidente ucraniano Volodimir Zelensky publicó un vídeo en sus redes sociales en el que explicó que lograron repelar la mitad de los ataque rusos: “Los trabajos de reconstrucción están en marcha en todo el país. Restauraremos todos los objetos que fueron dañados por el ataque de hoy de los terroristas rusos. Es solo cuestión de tiempo. De 84 misiles rusos lanzados, 43 fueron derribados y de 24 drones rusos, 13 fueron abatidos”.
“Ucrania no puede dejarse intimidar. Ucrania no puede ser detenida. Estamos más convencidos de que los terroristas deben ser neutralizados. Ahora los invasores ya no son capaces de oponerse a nosotros en el campo de batalla, por eso recurren a este terror. Bueno, haremos que el campo de batalla sea aún más insoportable para el enemigo. Y restauraremos todo lo que fue destruido”, añadió.
