Ucrania tacha de «propaganda» la muerte de mercenarios extranjeros en el ataque ruso junto a la frontera polaca

Justo al día siguiente de que Moscú advirtiera que los envíos de armas a Ucrania por parte de Occidente serían considerados «objetivos» militares «legítimos», misiles de crucero rusos disparados desde una base en Sarátov, situada a más de 1.500 kilómetros de distancia, impactaron contra el centro para instructores militares extranjeros de Yavoriv, situado al noroeste de la ciudad ucraniana de Leópolis, a tan solo una veintena de kilómetros de Polonia, país miembro de la OTAN y de la Unión Europea.

El bombardeo acabó con la vida de 35 personas y causó 134 heridos. Según el alcalde de Leópolis, Andrii Sadovii, irrumpieron un total de 30 misiles, algunos de los cuales fueron abatidos por los sistemas antiaéreos ucranianos, pero ocho alcanzaron los objetivos previstos.

En Yavoriv, que desde 2015 era la base de entrenamiento militar para las tropas de Ucrania organizado por instructores militares estadounidenses, de Canadá y de otros países de la OTAN, alberga ahora el llamado Centro Internacional para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad. Uno de sus cometidos, al parecer, es canalizar la ayuda militar llegada desde distintos países de la Alianza.

El portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Ígor Konáshenkov, aseguró que en el ataque «fueron esliminados 180 mercenarios extranjeros y una gran remesa de armas desde el exterior», aunque Kiev niega categóricamente que haya habido extranjeros entre las víctimas y califica las declaraciones de Konáshenkov de «propaganda». El portavoz castrense ruso señaló que fueron utilizadas «armas de alta precisión».

Lugar de tránsito

La zona oeste de Ucrania, y Leópolis en concreto, a donde se trasladaron desde Kiev las embajadas occidentales, se consideraba la parte más segura del país. Ha sido en los últimos días lugar de tránsito de los centenares de miles de refugiados que huyen de la guerra hacia Polonia. Pero, a modo de advertencia, el viernes fueron bombardeados los aeródromos de Lutsk e Ivano-Frankivsk, ambos también en el extremo oeste de Ucrania e igualmente muy cerca de Polonia, pero también de Eslovaquia, Hungría y Rumanía, estados a su vez miembros de la UE y de la Alianza. Ivano-Frankivsk fue ayer sometida a nuevos ataques.

El ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Réznikov, explicó que «instructores extranjeros trabajan aquí. Esto es un nuevo ataque terrorista contra la paz y la seguridad cerca de la frontera entre la Unión Europea y la OTAN». «Se debe actuar para detener esto. ¡Cierren ya nuestro cielo!», exclamó. Kiev viene insistiendo desde el comienzo de esta guerra, el pasado 24 de febrero, para que la OTAN establezca una zona de exclusión aérea sobre el cielo ucraniano para impedir los bombardeos rusos. Pero tanto Washington como Bruselas consideran que tal medida supondría un enorme riesgo de guerra nuclear con Rusia en cuanto alguno de sus aparatos resultase derribado.

Otro militar atendido en trasladado a una ambulancia
Otro militar atendido en trasladado a una ambulancia – Reuters

El asesor presidencial, Oleksii Arestóvich, dijo ayer que las ciudades sitiadas de Mariúpol, Járkov, Kiev, Chernígov y Sumy «siguen resistiendo. El enemigo continúa sin poder penetrar en ellas», aunque estén sometidas a un intenso fuego de la aviación y la artillería rusa, sobre todo Mariúpol. La destrucción en Járkov es también muy patente, como en Sumy y Chernígov.

Lucha encarnizada

El viceministro de Interior ucraniano, Evgueni Enin, informó este domingo de 13 muertos civiles por los bombardeos en Mykolaiv y aseguró que los enfrentamientos armados más encarnizados se localizan en Zaporoyia y en Krivói Rog, más al oeste. En un principio, el gobernador de Mykolaiv, Vitali Kim, reportó nueve muertes en la ciudad. Mykolaiv, que sufre bombardeos desde hace varios días, se encuentra a 132 kilómetros al este de Odesa, ciudad portuaria en el mar Negro de gran importancia estratégica. El Ejército ruso no ha acometido todavía su asalto, si bien sus alrededores han sido objeto de algún que otro bombardeo.

La ciudad más castigada desde el comienzo de la invasión rusa es, sin duda, Mariúpol, cuya población sobrevive como puede sin agua, calefacción ni electricidad. Los alimentos se están acabando y tampoco hay medicinas. Hoy volvió a ser bombardeada. Su alcalde, Vadim Boichenko, manifestó a través de Telegram que «los ocupantes atacan cínica y deliberadamente edificios de viviendas, zonas densamente pobladas, destruyen hospitales infantiles e infraestructuras urbanas». Según sus cálculos, «hasta la fecha, 2.187 habitantes de Mariúpol han muerto en los ataques rusos».

Manifestaciones de la población local contra los ‘invasores’ tuvieron lugar en Jersón, Melitópol y Berdiansk. Según los vídeos publicados en Telegram, en Jersón los militares rusos efectuaron disparos al aire sin conseguir intimidar a la multitud. Los habitantes de Jersón, situada muy cerca de Crimea y por ello una de las primeras ciudades en caer en manos de las tropas rusas, han denunciado a los rusos por tratar de organizar un «falso referéndum» a fin de crear una «república popular» al estilo de Donetsk y Lugansk.

Ayer se supo que otro alcalde ucraniano, Evguén Matveiev, de Dniprorudne, en la región de Zaporoyia, ha sido secuestrado por militares rusos. El viernes corrió la misma suerte Iván Fiódorov, regidor de Melitópol, por negarse a cumplir las órdenes de las tropas de ocupación. Aún se desconoce su paradero.