El actual modelo de la Guardia Civil obligaría a contratar a 500 agentes en Aragón

La Guardia Civil necesita engrosar sus filas. Esa es una de las principales demandas de los sindicatos tras la agresión a varios compañeros en el transcurso de una reyerta este pasado domingo en la explanada de la discoteca Florida 135, en Fraga (Huesca). Según estimaciones sindicales, la cifra necesaria en Aragón ascendería a entre 500 o 600 efectivos en la comunidad para complementar la labor de los 352 efectivos de Policía Local en 31 municipios y para atender de manera suficiente a los que ni siquiera cuentan con este cuerpo ante el costo que supone para sus arcas. Son el cuerpo esencial de la España despoblada.

Las cifras concretas las arroja Marcial Álvarez, secretario general provincial de Zaragoza-Huesca de AUGC, con el fin de «dar un servicio de calidad al ciudadano». Si hablamos del caso concreto de la provincia de Huesca, Alberto García, secretario portavoz del sindicato Jucil (Justicia para la Guardia Civil) fija las necesidades en una horquilla de entre 80 y 200 efectivos, «dependiendo de la época y de la convocatoria de las oposiciones».

En cambio, la mejora del servicio no solo pasa por crecer en número, sino en optimizar los dispositivos, según trasladan. «La cantidad de acuartelamientos en Aragón es parte del problema. Hace un siglo, sí tenía sentido, pero hoy en día, la facilidad para llegar a los sitios hace que no lo tenga tanto», desliza García. Es una cuestión esencial a sus ojos porque, de esta manera, «se pierde potencial de servicio».

Reorganización

En la misma línea se expresa Álvarez, pero sosteniendo las palabras con cifras. «En Aragón hay 123 puestos de la Guardia Civil, pero la paradoja es que la mayoría no prestan servicio las 24 horas. En Zaragoza, solo abren durante todo el día 6 de los 49 cuarteles; en Huesca, 4 de 42; en Teruel, ninguno de 32». Con este sistema, se ha optado por trabajar en «núcleos operativos» que funcionan como una unidad, explica. La solución por la que aboga es clara: «Una reorganización de la Guardia Civil, que se cierren acuartelamientos y se organicen en las cabeceras de comarca con 40 ó 50 personas».

Desde ambos sindicatos deslizan dos problemas de calado a la hora de abordar cualquier debate sobre el tema de la seguridad en el mundo rural. El primero son las dificultades para que los agentes permanezcan en el terreno. Es el caso de Huesca, según indica García. «Esta es una provincia de paso. No todos fijan su residencia aquí y, cuando se convocan otras plazas vacantes, la gente pide el traslado», recalca.

El segundo es lo que desde AUGC califican como «unidades fantasma». El sindicato denuncia la creación de «pseudo especialidades» como los equipos Pegaso (grupos dedicados al control de drones), Viogén (contra la violencia de género) o los Arroba (contra delitos informáticos) a costa del personal de las patrullas dedicadas a la seguridad ciudadana.

«Nos encontramos con falta de personal, que también se vincula con la falta de seguridad del propio agente», afirma Álvarez, que lo relaciona directamente con los hechos de Fraga. «Había 11 personas para cubrir una fiesta. Si se prevé una concentración tan grande de personas debería haber más personal. Por ejemplo, se podía haber recurrido al GRS (Grupo de Reserva y Seguridad, unidades especializadas para restablecer el orden público)».

Drones

Una de las herramientas que han tomado más fuerza en los últimos años para la vigilancia de la Guardia Civil son los drones. ¿Pueden ser una alternativa para manejar este tipo de situaciones?

«Toda especialidad es buena, pero hay que saber que es efectivo para la búsqueda de personas o para controlar concentraciones masivas o este tipo de fiestas con más de 1.000 personas porque puedes grabar lo sucedido y, a posteriori, determinar qué ha pasado, pero para la seguridad del día a día no son efectivos», explica Álvarez.

Una línea que comparte también Alberto García, de Jucil: «Los drones están bien para la vigilancia, pero hace falta gente sobre el terreno. Sabiendo que hay una aglomeración tan importante en una zona no se puede pretender solucionar el problema con una docena de agentes».

El secretario general de AUGC pone el foco en otra de sus reivindicaciones clásicas. «Tenemos una falta de medios importante, como chalecos antibalas, coches con más de 400.000 kilómetros, también necesitamos fundas anti hurto, por lo que puede suponer que te roben el arma en grandes concentraciones de este tipo, o cámaras en los chalecos para grabar las actuaciones de los agentes y tener mayor seguridad jurídica».