La disputa entre Bruselas y Londres por el Brexit amenaza con resucitar una frontera más dura en Gibraltar

El fantasma de un Brexit duro vuelve a amenazar a Gibraltar. La Verja, lejos de desaparecer, puede convertirse en una pesadilla cotidiana para los casi 10.000 españoles que trabajan en la colonia británica. Si no fructifican a tiempo las negociaciones en curso, la Comisión Europea podría exigir a España la imposición de los controles de pasajeros y mercancías que corresponden a una frontera exterior de la UE, punto de entrada y salida al espacio Schengen.

Las delegaciones europea y británica celebraron la semana pasada la primera ronda de las negociaciones sobre el futuro estatus de Gibraltar, con vistas a alcanzar un pacto antes de fin de año. En teoría, solo se trataría de plasmar en un tratado el principio de acuerdo al que Madrid y Londres llegaron el pasado 31 de diciembre, por el que Gibraltar disfrutaría de las ventajas del espacio europeo sin fronteras sin formar parte de Schengen y con España como garante. El papel de los aduaneros de la agencia europea Frontex y de la policía española en el puerto y el aeropuerto de Gibraltar es el punto más espinoso.

El mayor peligro, sin embargo, es que la negociación se vea contaminada por el empeño de Londres en desentenderse e incluso violar los acuerdos sobre Irlanda del Norte alcanzados en 2019. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, aseguró este lunes en Luxemburgo que las diferencias sobre el protocolo norirlandés “no deberían” condicionar el acuerdo sobre Gibraltar. “Son dos temas distintos que no tienen absolutamente nada que ver y, es más, son dos negociaciones distintas”, subrayó.

Las fuentes consultadas estiman, sin embargo, que es muy difícil aislar ambas negociaciones, que discurren en paralelo y dependen del mismo comisario, el eslovaco Maros Sefcovic. De hecho, el acuerdo sobre Gibraltar se alcanzó solo una semana después de que se hubiera cerrado el pacto general sobre el Brexit. Uno de los puntos más delicados era el protocolo sobre Irlanda del Norte, que Londres quiere ahora revisar mientras que Bruselas solo está dispuesta a aceptar una interpretación flexible que reduzca la burocracia a la que deben someterse las mercancías que van al Ulster.

El problema es que el tiempo se agota y la disputa puede provocar, como efecto colateral, una resurrección de la Verja tal como era antes de que, en 1986, España ingresara en la UE. De momento, los equipos negociadores sobre Gibraltar tienen previstas dos rondas en noviembre. Y han marcado en sus calendarios la semana del 13 de diciembre, como el momento ideal para cerrar un acuerdo. Pero las alarmas se han disparado ante la escalada de tensión en torno al protocolo irlandés y la inquietud es patente. “Si a finales de año no se ha resuelto la disputa sobre Irlanda o si Londres cumple su amenaza de suspender unilateralmente el acuerdo, sería muy difícil rematar la negociación sobre Gibraltar por mucho que se avance”, reconoce una fuente europea.

Desde que el pasado 31 de diciembre terminó el periodo de transición del Brexit, Gibraltar se encuentra en tierra de nadie, fuera de la UE, pero sin la cobertura del tratado de comercio y cooperación que regula la relación entre el Reino Unido y la Unión. Desde el punto de vista legal, la Verja se ha convertido ya en frontera exterior de la UE, pero en la práctica se mantiene la misma situación que cuando formaba parte de la misma.

La Comisión Europea, explican las fuentes consultadas, está haciendo la vista gorda mientras se negocia un acuerdo que debe suponer el desmantelamiento definitivo de la Verja. Pero esta situación no puede prolongarse indefinidamente y la Comisión, como guardiana de los tratados, se verá obligada tarde o temprano a exigir la aplicación de los controles Schengen; entre otros, visado y pasaporte.

A partir del 31 de octubre dejarán de estar en vigor los acuerdos de contingencia que regulan la asistencia sanitaria a los trabajadores transfronterizos, el reconocimiento de los carnés de conducir británicos o la homologación y convalidación de títulos. Todos estos acuerdos se han ido prorrogando hasta ahora, pero las fuentes consultadas estiman que no tiene sentido prolongarlos más cuando se trata de alcanzar un acuerdo definitivo.

El ministro Albares tiene previsto recibir este martes a los alcaldes del Campo de Gibraltar, a los que intentará tranquilizar, pero sin perder de vista que todo debe estar preparado por si finalmente el temido Brexit duro se hiciera realidad en Gibraltar.