Sánchez consuma un giro del PSOE al centro alineado con los barones y Felipe González

De la «nación de naciones» a la «España multinivel»; de los reproches de Felipe González por la deriva del proyecto socialista a recibir su bendición; de las fricciones con los barones por sus pactos de investidura y de Presupuestos con los soberanistas a la reconciliación en «un solo PSOE»; y, en definitiva, del lema del 39 congreso de «Somos la Izquierda» al «Avanzamos» del 40. Pedro Sánchez ha consumado la «unidad» y la integración interna en el cónclave de los socialistas, pero también un giro hacia la moderación mirando al «futuro». Un futuro, concepto repetido en la mayoría de intervenciones, que no es otro que el ciclo electoral de 2023, con las municipales y autonómicas, primero, y las generales después. El «Sánchez 3.0«, como definía esta nueva etapa un dirigente territorial, necesita a los barones y estos a Sánchez. Sintonizar Ferraz con Moncloa y aunar fuerzas para conservar el poder territorial y, con este impulso, el Gobierno central.

Engrasar la maquinaria electoral tensionando todas las estructuras del partido porque, como vaticinaba otro dirigente territorial que ha mantenido posiciones críticas con el presidente del Gobierno, «las elecciones se ganan en el centro», seduciendo al electorado, mayoritario, ubicado en estas coordenadas ideológicas. El sanchismo da un paso atrás para coger impulso electoral cuando todas las encuestas, incluidas el Observatorio Electoral de El Confidencial y el CIS, reflejan un acercamiento de los populares a Moncloa. La participación en el cónclave del expresidente Felipe González, enfrentado a Sánchez desde el «no es no» hasta el punto de reconocerse «huérfano de representación» tras la concesión de los indultos a los presos del ‘procés’, ha sido representativa en este sentido. Un barón explicaba que Sánchez ha entendido el mensaje de que «las elecciones se ganan unidos» y ese es el camino que van a recorrer los socialistas.

Un punto y aparte. Primero porque el expresidente y excrítico se encargó de bendecir el nuevo proyecto de Sánchez, ofreciendo su «lealtad» y arrancando ovaciones en sus alusiones indirectas a Unidas Podemos. «Si alguien quiere cambiar la Constitución» debe hacerlo asumiendo «las reglas del juego para cambiarla». Si los morados defendían el salto a una «segunda transición», González se alineaba con el «régimen del 78«, ironizando con que los inventores de este concepto se merecerían un premio. «Me siento orgulloso de ser de esa gente a la que llaman régimen del 78». Un aplaudido discurso que desde la dirección se encargaron de poner en valor, subrayando que había sido totalmente compartido por el líder de los socialistas. Segundo porque le ofreció su «lealtad» a Sánchez con un proyecto, dijo, «que encabecé durante 23 años, y trece y medio como presidente del Gobierno, y ahora encabezas tú, Pedro, ¡adelante!«.

En la primera jornada del congreso ya fue significativo el acogimiento de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, sin carné del PSOE y representante del ala más ortodoxa en lo económico del Consejo de Ministros. Enfrentada a las posiciones más transformadoras que representa la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, la también ministra de Economía sacó pecho del éxito de los ERTE, arrebatando una de las banderas de Unidas Podemos, y opacó en el inicio del cónclave al resto de ministros económicos. La remodelación del Gobierno, con el refuerzo de Calviño y la vuelta a Moncloa del PSOE presanchista, con Óscar López al frente, ya visibilizó un reseteo de la legislatura para recuperar posiciones más moderadas.

Sin apenas batalla en las enmiendas

La realidad y el pragmatismo cuando se gobierna poco tiene que ver con los programas elaborados cuando se está en la oposición. Las diferencias de la ponencia marco del 40º Congreso Federal con el anterior cónclave son un claro reflejo de ello. La centralidad que busca Sánchez ha quedado plasmada, en definitiva, en el ideario político que sale de la cita. El partido ha dejado a un lado los debates más polémicos, algunos de ellos históricos, para caminar hacia posiciones más moderadas. Para ello, la cúpula de la formación se ha tenido que emplear a fondo en las últimas semanas, pactando con las federaciones y corrientes más combativas las enmiendas que podrían provocar alguna ampolla. No es momento de zancadillas internas y de problemas innecesarios. El partido, quiere el secretario general, tiene que estar alineado de cara al maratón electoral de 2023.

Más allá de aprobarse o tumbarse las enmiendas más transformadoras que podrían interferir en la hoja de ruta de Moncloa, en el texto propuesto en el congreso se entrevén claras moderaciones tanto en lo territorial como en lo económico, aunque a través de enmiendas del PSC se ha transaccionado recuperar la Declaración de Granada de 2013, para profundizar en la federalización del Estado. Se impone, con todo, el multilateralismo y la cogobernanza, sin referencias al «conflicto político» que se vive en Cataluña o la visión del país como una nación de naciones. Los objetivos se centran en «la mejora de la convivencia en el seno de la sociedad catalana y el mejor encaje del autogobierno con el resto de España». Siempre con la línea roja que fijan la Constitución y el actual marco legal.

El PSOE ha dejado a un lado en su 40º congreso los debates más polémicos

En lo económico se recupera el discurso de la «economía social de mercado» y la supeditación a las directrices de Bruselas, espejo en el que se mira la política sobre esta materia del PSOE en la ponencia marco. Esto es, un capitalismo social y verde, de tercera vía. «La justicia social debe erigirse en la base fundamental de la economía social de mercado europea y convertirse en uno de los elementos centrales de nuestra Unión. Esta ha sido siempre la reclamación de los y las socialistas españoles y la socialdemocracia europea», recoge la ponencia.

La búsqueda de la centralidad en materia de política económica se condensa en que, «a diferencia de una derecha que respalda cualquier acuerdo comercial bajo una lógica liberal de expansión de los mercados, y en contraposición a las extremas izquierdas que siguen persistiendo en sus propios errores sobre el papel de la iniciativa privada, los socialistas mantenemos nuestro compromiso con la economía social de mercado». Políticas, ya sean fiscales o de deuda, siempre supeditadas al marco de la UE, tal y como Sánchez esbozó en su primer discurso de investidura y dos semanas después en el Foro de Davos. No hay una apuesta por una empresa pública de energía tampoco.

Todo ello revestido con una amplia agenda social. También en defensa del estado de bienestar, y de ahí el compromiso «con una reforma constitucional que incorpore como derechos fundamentales la protección social y la sanidad, el acceso a la educación y a los servicios sociales, y la garantía del poder adquisitivo de las pensiones».

Sánchez también ha sorteado debates como el de monarquía o república, un clásico en los cónclaves del partido. La ejecutiva se ha esforzado para pactar una tregua con las Juventudes Socialistas, la organización que en el 39 congreso originó una potente discusión que no se consiguió apagar hasta bien entrada la madrugada. En este cónclave el PSOE refleja en su ideario que, en caso de que se abra en España una reforma constitucional, el partido defenderá su ideario republicano. Posición moderada y sin mojarse. La formación también dribla las polémicas que rodearon en los últimos días las enmiendas relacionadas con el feminismo. Finalmente el partido apuesta por una ley integral para abolir la prostitución en España y castigar al cliente, una norma que debería estar aprobada, además, esta legislatura.

La búsqueda del voto de centro y transversal por parte de Sánchez es también un aviso a las intenciones de Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda ha dado aún pocas pistas del enfoque que quiere dar a su plataforma, pero sí tiene claro que deberá buscar también caladeros de voto similares a los que está cuidando el PSOE. Es ahí donde ambos proyectos entrarán en colisión e, incluso, se pisarán. En el congreso socialista, por cierto, no ha habido mención alguna a quien se presenta como rival de Sánchez por la Presidencia y a quien el exjefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, está valorando como posible próxima inquilina de la Moncloa.