«Un maestro que no aprenda cada día no debería enseñar»

Ha vivido mil vidas en una. Nació en Ariño, es director del Museo de la Escuela Rural de Teruel, en Alcorisa, es docente, escritor, músico, compositor, doctor en Educación e historiador. Acaba de sumar un premio a su trayectoria y está a punto de publicar nuevo libro.

Le espera un otoño movido. Le han concedido un Premio Solidarios de la ONCE.

El año pasado recibí también una mención de Ebrópolis, que se suma a la cruz de Calasanz, el Bajoaragonés… Lo curioso es que estos reconocimientos sean a título individual, cuando yo siempre he sido polifónico y coral. Soy un ciudadano más, que lucha por intentar cambiar el mundo.

Es muchas cosas: escritor, músico, historiador, docente… ¿Cómo le defino?

Soy un aprendiz de todo. ¡Hice la tesis con 52 años! Y, sí, sobre todo, soy docente. Pero un maestro que no aprende cada día no debería enseñar. Yo aprendo porque soy curioso, pero también tengo una premisa para todo: o disfruto o no lo hago…

Una de las cosas con las que disfruta es el Museo de la Escuela Rural de Teruel, en Alcorisa, que dirige. Hábleme de él.

Lo más original de ese museo es el proceso, porque movilicé a cien pueblos de la provincia para que donaran objetos para el mismo y que, posteriormente, eso lo restauraron 3.000 niños que venían al CRIET de Alcorisa desde el año 1997. Eso sirvió para que valoraran su patrimonio familiar. En 2005, por fin, ya pudimos crear el museo. Buscamos proyectos que nos permitan mantenerlo y hablar de escuela rural: libros, jornadas itinerantes y exposiciones. Un museo tiene que ser algo vivo.

De hecho, está a punto de publicar un libro que servirá para apoyar ese museo…

A principios de noviembre y espero que sea un hito cultural. Se titula Ecos y voces de la infancia. Hemos reunido a un formidable grupo de escritores, artistas, intelectuales, periodistas, docentes, empresarios, deportistas y expertos de primer nivel de la comunidad y 26 alcorisanos, con sus testimonios de infancia y juventud.

Es un referente en la escuela rural y pionero en la fundación de los CRIET.

Pertenezco al primer equipo que puso en marcha los CRIET en 1983. Es un movimiento que surgió por la necesidad de apoyar a los niños de la escuela rural dispersa. En ese momento, Teruel tenía 236 pueblos. En 100 de ellos, solo había un maestro para todos los alumnos. En otros tantos, dos. Los CRIET nacieron para mejorar la educación.

¿Por qué quiso dedicarse a la docencia?

Soy el octavo de doce hermanos. Mis padres nacieron en Córdoba y vinieron aquí con el sueño de que pudiéramos estudiar. Yo sufrí una polio desde los 2 años, como otros muchos que se afectaron en aquella época, porque la sanidad española del momento tardó varios años en traer la vacuna respecto al resto de Europa. Eso hizo que mis padres incidieran aún más en el estudio, porque yo no tendría otras salidas laborales. También reconozco que yo podía haber sido abogado o psicólogo, pero mi novia de entonces y mis mejores amigos se iban a Magisterio. Y ahí encontré mi pasión. Formación y pasión es una fórmula válida para todo.

¿Qué piensa de la reforma educativa?

¿De cuál de ellas? Prefiero no hablar, por si dentro de dos años hablamos de la nueva reforma. O de cuatro. Y así, hasta el infinito. Es una irresponsabilidad de los partidos no llegar acuerdos de mínimos para que la educación deje de ser un arma arrojadiza.

Amén de con la docencia, tiene un idilio con la música. Ha compuesto, ha tocado con gente como Carbonell, tiene un grupo…

La música es algo muy importante para mí: me permitió tener amigos. En un pueblo, los niños buscan ranas, van en bici… Pero yo no hacía nada de eso. Y un día un hermano mío trajo una guitarra. Yo tenía 12 años. Y eso me cambió la vida. Yo he tocado con Carbonell y Eduardo Paz, que es de Alcorisa, pero de invitado. Y tengo el grupo Araguás. Hemos hecho catorce conciertos este verano. Y he compuesto muchas cosas, como un himno por la Paz, en 1994, que se ha cantado en cientos de colegios. La música ha sido la herramienta de convivencia más importante de mi vida.

Ha sido muy combativo en lo que se refiere a la discapacidad…

Cuando recoja el premio de la ONCE creo que bastará con quien me escuché piense qué barreras tiene en su día a día, si hay escalones en su centro de trabajo… Se incumplen las leyes; la ordenanza de accesibilidad del Ayuntamiento de Zaragoza es de 2001. Y eso que, en las ciudades, se ha avanzado. Pero el medio rural es un mundo hostil para alguien que tiene problemas de movilidad. Y ahí hay que invertir más recursos del Gobierno de Aragón.

¿Qué planes tiene?

Mi mujer, cuando me oye me dice: otro lío no. Y eso que somos novios desde el año 75 y ella, al igual que mis hijos, me apoya en todo. Lo nuestro es una buena aventura. Y yo siempre estoy haciendo un proyecto, a punto de acabar el siguiente y pensando en el que me encantaría hacer.