No es la Virgen del Pilar, ni tampoco San Valero, pero también es una de las patronas de Zaragoza. Olvidada y desconocida por muchos, Santa Engracia fue martirizada en el siglo III d.C. y, precisamente, su cráneo es una de las reliquias que se encuentran en la cripta que se construyó al inicio del siglo IV para rendirle culto a ella y a sus dieciocho compañeros. Esta cripta subterránea se encuentra bajo la iglesia actual, ubicada en la plaza de Santa Engracia, pero hay que saber encontrarla.
¿Quién fue Santa Engracia? Fue una joven de origen portugués que durante su viaje a Francia para conocer a su prometido, un jefe militar romano, pasó por Zaragoza. Cuando llegó a la ciudad defendió a los cristianos de las matanzas a las que estaban siendo sometidos por parte de Daciano.
Engracia se reunió con él para recriminarle sus acciones e, inmediatamente, fue detenida. Como Engracia insistía en sus quejas, comenzó su martirio; fue azotada en la columna que todavía hoy se conserva en la cripta, arrastrada a caballo por toda la ciudad y, finalmente, le clavaron un clavo en la frente.
Poco tiempo después del martirio, en una zona ubicada extramuros de la ciudad y donde existían unas catacumbas, se construyó la primitiva iglesia (actual cripta). «Este lugar, además de ser el primer centro de reunión de la comunidad cristiana en Zaragoza, se convirtió en un lugar de peregrinación y fuerte devoción, que se mantiene en la actualidad», cuenta el párroco de Santa Engracia, Santiago Aparicio.
A este recinto llegamos a través de unas escaleras a las cuales se accede desde la basílica. Al bajarlas, observamos una gran escultura en piedra de Santa Engracia y, bajo ella, se encuentran los hallazgos arqueológicos del baptisterio de planta hexagonal y la pila bautismal descubiertos en 2008.
Este lugar santo ha pasado por multitud de vicisitudes a lo largo de los siglos, pero nos centramos en una fecha muy importante para la ciudad, 1808. En junio de ese año comenzó el primer asedio de los franceses a la ciudad y durante la noche del 13 al 14 de agosto tuvieron que replegarse hacia el norte y levantar el sitio.
Durante la retirada minaron todo el entorno de la basílica de santa Engracia y la explosión provocó que gran parte del conjunto monástico, comenzado en 1493, quedase prácticamente destruido. Se derrumbó la iglesia superior cayendo una gran cantidad de cascotes sobre la cripta. ocasionando que se perdiera su arquitectura y sus impresionantes obras de arte.
En 1814, y gracias a la cuestación ciudadana, se comenzaron las obras de reconstrucción de la cripta hasta culminar en 1819. El aspecto que presentaba y que ha llegado hasta nuestros días es el siguiente; iglesia de cinco naves con bóvedas rebajadas y separados los tramos por pilares cuadrangulares. Durante las labores de desescombro aparecieron sepulcros y restos de mártires. Más adelante, y debido a las humedades provocadas por la proximidad del río Huerva, la cripta tuvo que ser restaurada de nuevo en 1991.
Finalmente, entre 2008 y 2010 tuvo lugar una intensa labor de excavaciones arqueológicas en las cuales hallaron restos de la cripta paleocristiana. Se encontró el pavimento original gracias al cual se supo que el aspecto de la cripta era; tres naves, siendo la central algo más ancha que las laterales y, como es costumbre en las iglesias cristianas, el altar estaba orientado al este; es decir, hacia Jerusalén.
Y, como ya se ha mencionado anteriormente, se halló, en el acceso a la cripta, una piscina bautismal en la cual se sumergió a los neófitos de la ciudad desde el siglo IV al VII. Sin duda, un lugar con mucha historia en la ciudad que merece ser visitado.