Nadal ya se reconoce

Rafael Nadal vuelve a jugar en domingo, de menos a más en este Godó que le causó algún que otro mal rato en los primeros encuentros. Este sábado, e impulsado por la confianza que le conceden las victorias, se reconoció mínimamente y superó a Pablo Carreño (6-3 y 6-2) en una semifinal desigual y que siempre, salvo un enredo para cerrar el primer set, tuvo bajo control. Ahora se medirá con Stefanos Tsitsipas, campeón la pasada semana en Montecarlo y seguramente el jugador más en forma del circuito. El griego, que ya derrotó a principio de curso a Nadal en los cuartos de final de Australia, tumbó a Jannik Sinner (6-3 y 6-3) y se consolida como un especialista también en tierra batida.

Hay alguna luz en el tenis de Nadal, al que la exigencia de Carreño le hizo mejorar por obligación. En Barcelona, el número tres del mundo ha tenido que lidiar con las dudas propias de la derrota, castigado por Rublev antes de lo esperado en Montecarlo (cuartos). En la pista que lleva su nombre, se dejó un set en su debut ante Ivashka, se lió contra Nishikori en su segundo encuentro y atinó algo ante Norrie, pero es cierto que todavía le faltan horas de vuelo. Con todo, no es necesaria la mejor versión de Nadal para vencer en tierra y ahí que se planta en la final de un torneo que ha vencido en once ocasiones.

Funcionó la derecha por momentos y mantuvo solidez desde el fondo de la pista, pero hay un aspecto que urge mejorar: el saque de Nadal no carbura y necesita encontrarlo cuanto antes, un arma fundamental en los últimos años. Tsitsipas, su enemigo en la pelea del domingo, llegó a conectar servicios a 215 kilómetros por hora en su duelo ante Sinner, una diferencia sustancial.

Solo hubo un nubarrón en el partido de Nadal, al que le costó más de la cuenta apuntarse la primera manga. Sacaba con 5-1 para set y lo entregó de mala manera con una doble falta, lo dicho del servicio y su debilidad. Y luego, con 5-3, tuvo que salvar tres pelotas de break para tumbar definitivamente a Carreño, al que le faltó confianza para tumbar a la bestia.

El asturiano, notable en su triunfo en cuartos ante Schwartzman, fue siempre a remolque y perdió el hilo del todo cuando permitió que Nadal se escapara hasta el 4-0 en el segundo set. Por entonces, el balear ya se había acomodado a la pista y vivió su tramo más plácido en lo que va de torneo. Sin más esfuerzos de los necesarios, cerró el triunfo y asume ahora el reto de Tsitsipas, al que domina 6-2, pero que le tumbó en la tierra del Mutua Madrid Open en 2019.