Morante de la Puebla: «El metro y medio que exigen en los toros no se respeta ni en el Congreso»

Una reja imaginaria de metro y medio de distancia asfixia a la Fiesta Nacional. Es la distancia impuesta entre espectadores en comunidades como Andalucía. Y Morante de la Puebla se siente apresado por ella. Por eso sale en defensa del empresario de la Real Maestranza: «La Junta de Andalucía pretende que Sevilla celebre sus corridas con un 12,5 por ciento de público. Así es imposible. Esta industria es muy larga y costosa».

El torero de la ribera del Guadalquivir pone como ejemplo a Extremadura, donde sí se permite ese cincuenta por ciento del aforo en plazas de toros. Y reivindica la labor social de la Real Maestranza de Caballería: «Necesitan ingresos para seguir

ayudando a los más necesitados. A ver si no nos vamos a morir del virus y sí de otra cosa».

Es él quien pide el encuentro y escoge el lugar: el bar Taquilla, uno de los templos de la gastronomía taurina de Sevilla. Desde esta taberna aledaña a la plaza de toros quiere Morante ilustrar lo dramática que sería otra temporada en blanco. Negocios que se sostienen en el año por los ingresos de la Feria de Abril. «Que se den toros en Sevilla es muy importante para el resto de la temporada taurina. Estamos en la cuna del toreo, donde nace el arte de torear».

¿Aún tiene esperanzas en que se dará la feria de Sevilla?

Por supuesto. Pero no podemos negar que también hay preocupación, porque de momento no se han dado los permisos. Aunque la empresa está ilusionada y cree que finalmente se lo van a autorizar, yo estoy preocupado por el silencio y la dejadez de la Junta de Andalucía.

¿Debería la Administración autorizar ese 50 por ciento?

En Extremadura sí lo han hecho, y no creo que el virus entienda de fronteras. No debemos permitir esa discriminación entre regiones. Los festejos taurinos, que se realizan en un espacio abierto, son muy importantes para la cultura social y económica de Andalucía. No solamente para los toreros, las ganaderías o las empresas, sino para lugares como éste (bar Taquilla), negocios de los aledaños de las plazas de toros que llevan un año sin el impulso económico. Con un metro y medio de distancia sólo cabría el 12,5 por ciento del aforo de la Maestranza. ¿Por qué no se cumple esa medida en el Congreso de los Diputados? Ni ellos mismos respetan esa distancia. Se trata de que esto sea el pistoletazo de salida de la temporada. Sevilla es muy importante para el toreo. Entiendo el miedo, pero es que vamos a cumplir con todas las medidas que imponga la Junta. Hasta la propia empresa se ha ofrecido a hacerle test de antígenos a todos los espectadores.

¿Es por eso que ha querido tener ese ‘guiño’ con Sevilla toreando los toros de Miura?

Pues sí. Me apunté a esa corrida para que la feria de Sevilla tuviera un aliciente más. Era algo que nunca se había pasado por mi cabeza porque me daba mucho respeto y miedo sobrepasar una línea a la que no estoy acostumbrado ni mentalizado. He querido darle a Sevilla y a la temporada un motivo para que se hable de toros. Que los aficionados, al menos, puedan discutir sobre si seré capaz o no lo seré, que son cosas que ya se verán.

Sorprende que sea usted el único que alce la voz ante esta crítica situación.

Eso es lo que verdaderamente me duele: la pasividad de nuestro gremio. Los profesionales, mis compañeros, la Fundación… Es muy importante que se den toros en Sevilla. Estamos en la cuna del toreo, donde nace el arte de torear. Que ese silencio se mantenga un día tras otro es el motivo por el que estoy aquí contigo. No soy muy dado a entrevistas porque ni me gusta mentir ni tampoco pretendo quedar bien, pero necesito decir mi verdad. Y eso acaba doliendo a muchos.

Morante de la Puebla, en el interior del bar Taquilla
Morante de la Puebla, en el interior del bar Taquilla – J. M. Serrano

Ramón Valencia afirmó que las figuras no torearían para 1.500 personas.

Es que no se puede. Con 1.500 personas es imposible. Estamos hablando de Sevilla. En un pueblo posiblemente sí se pueda. Para poner a funcionar esta empresa hace falta mucho dinero. Además que los maestrantes, como propiedad del inmueble, necesitan de esos ingresos para hacer frente a sus labores sociales. Sin ese lucro no pueden ayudar a los más necesitados. Este caso merece toda la atención posible de la Junta de Andalucía: a ver si no nos vamos a morir del virus y sí de otra cosa.

La Junta de Andalucía ha expresado en varias ocasiones su compromiso con la tauromaquia.

El Partido Popular siempre tiene palabras de elogio y compromiso, pero las cosas se demuestran en los actos, no en los dichos. Ahora tienen la oportunidad de demostrar si están con nosotros o contra nosotros. El año pasado sí nos dejaron al 50 por ciento en El Puerto de Santa María, pero al día siguiente lo cambiaron y nos mandaron al garete.

Ramón Valencia volvió a señalar a esa corrida del Puerto como la culpable del cambio de normativa. No sé si usted también apreció una imagen dañina.

La imagen fue muy buena. Garzón hizo un gran esfuerzo dentro de un clima muy difícil. Fue el primero en dar el gran paso adelante y tomó todas las medidas sanitarias que mandaba la Ley. Y a los tres días, otra vez el Gobierno de la Junta volvió con el metro y medio. La cultura del toro no es como otras más baratas de producir. Tenemos muchos gastos y se requieren unos mínimos para que se puedan celebrar espectáculos. Televisión Española no está ayudando nada y Canal Sur da un dinero ridículo. Tenemos que echar mano del Canal Toros, que es un medio privado. Necesitamos la implicación de esas televisiones públicas. No se pueden realizar festejos con estos costes tan elevados y sin público. Esto no es un balón de fútbol que vale 30 euros. Es una industria muy larga y costosa.

Esta incertidumbre debe ser una frustración para su alma torera.

Totalmente. Es muy difícil que persista la motivación sin saber si vas a torear. A mi salud mental le está perjudicando el no saber si voy a torear en Sevilla, que es mi tierra y en la que estoy anunciado con una corrida de Miura. Es un desgaste psíquico al borde de lo perjudicial. Por eso reincido en que si no muero de una cosa, muero de otra.

Y tampoco debe ser una situación cómoda para quienes comienzan en el arte de torear.

¡Imagínate! Ah, y un asunto que también me preocupa es el de las escuelas taurinas. Estoy en contra de ellas. Ahí se pierde la raíz de la cultura popular. El Estado no tiene por qué mantener escuelas, pero sí debe fomentar los festejos taurinos. Las escuelas han cogido el monopolio de las novilladas sin picadores y eso no se puede permitir. El toreo siempre ha ido por libre, pero hoy a los libres le cierran el paso. Eso es discriminatorio. No estoy en contra por el tema económico, sino por lo artístico y cultural. De toda la vida, los que han querido ser toreros han buscado relacionarse y entrenar con banderilleros antiguos, que son los que nos han enseñado y educado a nosotros. De ahora en adelante no va a haber ese respeto hacia las cuadrillas. Para ser maestro, primero hay que saber. Ahora ponen de profesores a toreros necesitados por compasión para que ganen un sueldecito. A los chiquillos no les dejan hacer nada sin el consentimiento de la escuela. Me parece un horror. Los toreros siempre han sido unos revolucionarios de la calle y cada uno con su propio estilo.

Es cierto que Gallito y Belmonte aprendieron el arte de torear a través de banderilleros (Fernando ‘El Gallo’ y Calderón, respectivamente), pero fue Pedro Romero el que dirigió la primera Real Escuela Taurina.

Esa escuela taurina duró sólo cuatro años. En aquellos tiempos sí que podía tener sentido porque no existía la televisión. Belmonte aprendió a torear de lo que le escuchaba a Calderón, sin haber visto una sola corrida de toros. Se ponía delante de un espejo e intentaba imitar el toreo de Antonio Montes. En aquellos tiempos el único contacto que podían tener era yendo a las plazas. Hoy día, no. Con las tecnologías y la televisión no hace falta saber de qué va la cosa. Si ahora te graban hasta en la capilla de las plazas de toros, que me parece una falta de respeto. Yo siempre le doy la vuelta a la cámara.

Morante de la Puebla, durante la entrevista
Morante de la Puebla, durante la entrevista – J. M. Serrano

Tanta tecnología consigue grandes imitadores.

Hombre, claro, la globalización entra por todos sitios. Antiguamente el torero de un lugar no tenía nada que ver con el de otro. Porque ni leían la misma prensa ni vivían el mismo folklore. Cada torero y su región tenían un tipo de personalidad. La cultura de los toros es de padres a hijos, no de verlos en la tele. Yo no entiendo la defensa del toro como una potencia económica del ecosistema. La cultura es cultura, y punto. Aunque no genere dinero. Eso me parece un mensaje vano al que no quiero pertenecer.

¿Y le gustaría tener discípulos a los que transmitirle su tauromaquia?

Yo tengo mi casa abierta a todo el mundo. Tengo una plaza de toros en la Huerta de San Antonio en La Puebla del Río. Allí entrena todo el que quiere. De vez en cuando me gusta decirles cuatro cositas. No hacen falta tantas escuelas. Hay algunos chavalillos a los que le pongo el ojo porque les veo cualidades, pero no me gusta interferir porque el toreo, como dice Rafael de Paula, es un pensamiento. Y el pensamiento debe existir en silencio. Ese silencio es muy importante para responderte a tus preguntas más intimas.

Hablando de toreros nuevos, hay un cartel junto a Pablo Aguado y Juan Ortega que tiene a Sevilla expectante.

Son dos toreros que ilusionan, con un corte bastante sevillano. El tiempo será quien decida. Lo más ilusionante es que se puede creer en ellos. Otra cosa es que la suerte los acompañe. La afición les tiene puestas mucha esperanza y fe.

Dicen que los de arriba cierran las puertas a quienes tratan de abrirse camino, pero usted los ‘apadrinó’ en Ronda y Córdoba.

Me acuerdo que en Ronda, cuando le regalé el sobrero a Pablo, y se lo comenté a mi gente, me dijeron: «¡qué dices! ¿tú estas loco? Que no pasa nada». Y les respondí que no, que hacen falta toreros nuevos que ilusionen. Yo nunca he sido avaricioso en ese aspecto. Fíjate que vengo a Sevilla todas las tardes rompiendo plaza. Me gusta que se le dé la oportunidad a gente nueva. Y no son dichos, son hechos. El ir por delante es un orgullo y es señal de que te mantienes en el tiempo. La antigüedad es un grado. Hay algunos que quieren ir siempre en segundo lugar. Yo no. Si hay que ir por delante, se va y no pasa nada.

Ramón Valencia reiteró su deseo de que el torero nuevo fuera por delante.

Pues yo no estoy de acuerdo con eso. A un chaval que toma la alternativa hay que cuidarlo, no utilizarlo como telonero. Estoy en contra de esas nuevas confirmaciones que hacen por todos sitios. Te dicen: «voy a confirmar a un chaval». Mire, no, usted no va a confirmar a un chaval, usted lo que quiere es un telonero.

¿Y por qué no piensan igual sus compañeros?

Cuando los veas, se lo preguntas.

Antes de marcharnos, ¿se siente uno torero sin torear?

Sí. Yo estoy en activo, pero no me dejan torear. Ser torero es una sentimiento, una forma de entender la vida. Una especie de religión. Al igual que no hace falta ir a misa para sentirte cristiano, uno se puede sentir torero sin torear. En resumidas cuentas, el toreo es una filosofía.