1,5 millones de vacunas al día: Joe Biden declara la guerra al coronavirus

La historia de la pandemia en Estados Unidos siempre ha tenido 50 versiones: tantas como el número de estados. Una panoplia de estrategias que a veces no tenían nada que ver las unas con las otras, y que la Administración Biden trata de armonizar con una buena inyección de esteroides federales, sobre todo en lo que se refiere a la vacunación. Washington está abriendo centros de vacunación en escuelas, universidades y estadios, como el del equipo de béisbol de los Yankees, en el Bronx; las cadenas de farmacias participarán en el esfuerzo y el Pentágono despachará 1.110 soldados para ayudar a distribuir las dosis en las regiones más afectadas.

El demócrata se ha dotado de poderes de guerra, invocando la Ley de Defensa Nacional, para impulsar la producción de vacunas de Pfizer y materiales médicos, aunque ha sido muy cauto a la hora de hacer promesas: una manera de garantizar que las cumplirá con creces. Su objetivo de vacunar a un millón de personas diarias ya estaba prácticamente cumplido por el presidente anterior; en estos momentos, las inyecciones rondan los 1,3 millones al día, que podrían subir pronto a 1,5 millones. El objetivo es aplicar 150 millones de dosis en los primeros tres meses de mandato.

Parte de su estrategia depende del nuevo paquete de estímulo que negocia el Congreso, y que sería el tercero desde el primer impacto de la pandemia el pasado abril. Está previsto que dedique parte de sus 1,9 billones de dólares a acelerar la vacunación y reforzar la lucha contra el virus; 350.000 millones aliviarían las maltratadas arcas públicas de los estados y gobiernos locales.

La Administración trata de restaurar también el multilateralismo sanitario. Nada más jurar el cargo, Biden interrumpió el proceso de salida de la Organización Mundial de la Salud y anunció la unión al proyecto Covax, destinado a lograr una distribución mundial igualitaria de la vacuna. Su Gobierno, sin embargo, conserva algunos tics nacionalistas y va a comprar 200 millones de dosis más de las vacunas de Moderna y de Pfizer-BioNTech, lo cual subirá las reservas nacionales a 1.200 millones de dosis. El doble de lo requerido para inmunizar a toda la población de EEUU.

Por ahora, la distribución está siendo desigual, dependiendo de cada estado y de cada grupo étnico. La población negra está siendo vacunada en menores cantidades, proporcionalmente, que el resto. Por eso, los funcionarios del Ayuntamiento de Washington DC han empezado a distribuir las vacunas puerta por puerta en los vecindarios de color. En condados de Virginia, se ofrece transporte gratuito para acudir a los centros de vacunación, y en otros se está dando preferencia a los habitantes de los barrios más afectados por el covid.

Cada estado tiene sus prioridades a la hora de vacunar. En Nebraska o Dakota del Sur, los trabajadores de la industria cárnica, fundamental en sus economías locales y en la cadena de suministro alimentario de Estados Unidos, están muy alto en la lista de grupos esenciales. Cada sector, desde las manufacturas a la agricultura, los dentistas o el reparto a domicilio, presiona a las autoridades para ser de los primeros en recibir la vacuna. Una manera también de asegurar la estabilidad de sus negocios.

La medalla de oro de las vacunaciones se la lleva, de momento, Virginia Occidental. Este estado montañoso, con una población más envejecida y con grandes bolsas de pobreza, ha logrado utilizar el 83% de las dosis que ha recibido, una proporción más amplia que la del resto de los estados. En lugar de acogerse al plan federal, que contaba con el apoyo de las grandes cadenas de farmacias Walgreens y CVS, Virginia Occidental operó por su cuenta: enrolando a las pequeñas farmacias y clínicas propias de los Montes Apalaches, donde los núcleos de población tienden a estar disgregados por valles y colinas. Los cargos locales mencionan además los estrechos vínculos personales y familiares que todavía se conservan en este lugar, y que habrían servido para incluir a todo el mundo en los planes de distribución.

La pandemia en EEUU mejora poco a poco. Los nuevos casos han bajado casi a la mitad desde su pico más alto, marcado el pasado 8 de enero

Uno de los obstáculos más comunes a la hora de vacunar a los grupos vulnerables es el propio internet. Según datos de la agencia Older Adults Technology Services, el 42% de los mayores de 65 años no tiene acceso a una buena conexión ‘online’, y muchos de quienes sí la tienen alegan dificultades a la hora de registrarse para una cita. El 80% de las muertes por covid se ha dado en esta franja de edad.

Mientras, el paisaje pandémico de EEUU mejora poco a poco. Los nuevos casos de covid-19 han bajado casi a la mitad desde su pico más alto, marcado el pasado 8 de enero. La reducción de casos en algunos condados del Medio Oeste ha sido del 80%. Las infecciones, de hecho, no están subiendo en ninguno de los 50 estados. El número de hospitalizaciones a nivel nacional también ha caído, casi un 30% desde hace un mes.

Por el horizonte se escucha además el trote de los refuerzos de caballería. La farmacéutica Johnson & Johnson ha pedido luz verde a los reguladores para su vacuna, que constaría de una sola dosis. Es posible que el Gobierno la autorice a finales de febrero y que la compañía pueda empezar a distribuir las dosis en marzo. Los últimos ensayos de su vacuna rondaban una eficacia del 85%.

Dos mascarillas

Las autoridades, sin embargo, continúan pidiendo cautela. Washington lleva semanas alertando de que las nuevas variantes del virus, especialmente la sudafricana, de la que ya se han detectado varios casos en Estados Unidos, pueden frenar los progresos de vacunación. «Si emergen variantes que no sean prevenidas, contra las cuales las vacunas no tengan mucha eficacia, tendremos que cambiar [de estrategia] rápidamente«, declaró Janet Woodcock, comisaria en funciones de la Administración de Medicamentos y Alimento, encargada de aprobar las vacunas. El desafío sería expandir las pruebas y fabricar a toda prisa vacunas adaptadas a las nuevas cepas.

El epidemiólogo jefe del Gobierno, el Dr. Anthony Faucci, recomienda usar dos mascarillas en lugar de una, y el entorno de Biden baraja enviar mascarillas a todos los norteamericanos: un complemento al mandato de taparse la cara en el transporte público y en los edificios federales. Un sondeo de la Universidad de California refleja que, si bien más del 80% de los estadounidenses apoya el uso de mascarillas, solo lo practica la mitad.

Las mutaciones del virus han puesto en suspenso las predicciones sobre cuándo acabará la crisis. Ya se habla de dos pandemias, una con el virus original y otra con las nuevas y más contagiosas cepas, que podrían obligar a vacunar más rápido y subir la ratio de inmunidad de grupo al 85%. Los próximos meses, a medida que se desplieguen las dosis, barruntarán si 2021 será o no el año de la liberación.