Aragón no rentabiliza su ‘oro blanco’

El covid ha devaluado el oro blanco de Aragón hasta sepultar la economía de las comarcas que dependen de la nieve. El cierre perimetral de las tres provincias y del conjunto de las comunidades autónomas ha castigado sin piedad a cientos de negocios del Pirineo que viven del turismo y el sector servicios. El mazazo ha sido tal que el paro se ha disparado en la comarca de La Ribagorza –donde se ubica la estación de Cerler– en casi un 52% durante el 2020, es decir 30 puntos más que la media de Aragón. En La Jacetania, con Candanchú como máximo exponente del deporte blanco, el desempleo creció el 39,44%, mientras que en el Alto Gállego (Formigal y Panticosa) el número de personas sin trabajo escaló hasta el 33,5%. A nivel provincial, Huesca se convirtió en el 2020 en la provincia que lideró el aumento del paro en toda España, con un repunte del 41,71% frente al 27% de la comunidad y el 22,90% del conjunto del país, según los últimos datos del Ministerio de Trabajo. Además, fue la provincia aragonesa que más autónomos perdió (482 menos) en el 2020. El año ha sido aciago para los que viven de la nieve y las perspectivas no son halagüeñas, a pesar del plan de empleo anunciado por la DGA y los paños calientes que quiso poner el vicepresidente Aliaga esta misma semana.

Las cifras provocadas por el maldito covid han hecho añicos cualquier atisbo de rentabilidad del ‘oro blanco’ aragonés. Las estaciones de esquí quedan así huérfanas de esquiadores frente al millón de visitas que reciben cada año mientras los telesillas siguen vacíos en seis de los siete centros invernales de Aragón (Candanchú, Formigal, Panticosa, Javalambre, Valdelinares y Cerler). Solo Astún se ha atrevido poner en marcha sus remontes, ya que los cierres perimetrales autonómicos y provinciales han amputado cualquier atisbo de esperanza. El golpe definitivo llegó este mismo vienes con el confinamiento perimetral de la ciudad de Huesca, el mayor núcleo de población y, hasta ahora, el mayor foco potencial de clientes de la nieve con una cuarta parte de la población de toda la provincia.

«El 80% de nuestros clientes vienen de fuera de Aragón y del 20% restante la mitad proceden de la provincia de Zaragoza», expone el subdirector general de la estación de Astún, Andrés Pita, que subraya que hoy por hoy solo pueden recibir a menos del 8% de sus clientes potenciales. La pregunta es inevitable: ¿Es rentable abrir? «Nuestra intención es seguir abiertos hasta que podamos. Abrimos porque no está prohibido hacerlo y porque tenemos un compromiso social con el valle, ya que la estación es una pieza fundamental para el desarrollo de la zona», explica Pita. No obstante, reconoce que el objetivo ahora es «salvar los muebles, perder lo menos posible e ir viendo cómo va la cosa».

Astún, cuya gestión está en manos privadas, mantiene dos remontes entre semana y cuatro el fin de semana, pero planifican día a día. El balance de las tres semanas que llevan abiertos es «más flojo de lo esperado» por los confinamientos y la tormenta Filomena, reconoce Pita. Eso sí, subraya que conviene no olvidar que abrir una empresa, sea cual sea, tiene como objetivo la rentabilidad. Si esta no existe, no hay razón de ser.

Cuestión de población

Por ello, las otras cinco estaciones que dependen del grupo Aramón (Panticosa, Cerler, Formigal, Javalambre, Valdelinares) junto a Candanchú han decidido no abrirEste hecho contrasta con las más de 20 aperturas de centros en toda España. La diferencia, explica el subdirector general de Astún, es que Cataluña o Andalucía tienen más de 8 millones de potenciales esquiadores y allí sí que se puede acudir a una segunda residencia desde las ciudades. Aramón, cuyo capital está repartido al 50% entre Ibercaja y la DGA y que en el último año ha invertido 10 millones de euros en mejoras para acometer la campaña invernal, rehusó hacer una valoración de la situación a este diario.

En el Pirineo, la situación se vive como una auténtica tragedia, ya que el sector aporta el 10% del Producto Interior Bruto (PIB) de la provincia de Huesca (el 7% de Aragón) y genera 1.000 empleos directos y más de 12.000 indirectos. Los ingresos del oro blanco se traducen en 200 millones de euros anuales que sustentan los negocios de las comarcas del Alto Gállego, La Jacetania, La Ribagorza y Gúdar-Javalambre. Para hacerse la idea del impacto de la nieve en el territorio basta con decir que por cada euro invertido por las empresas del sector en Aragón, se generan entre 6 y 7 euros en las economías del entorno. Sin esos ingresos y el millón de esquiadores –gastan una media de 68 euros al día– que todos los años pasan por ahí el panorama es desolador y el malestar creciente. Así lo han reflejado durante toda la semana los vecinos del Pirineo con caceroladas en municipios como Benasque, Formigal, Castejón de Sos y una caravana de vehículos que taponó una de las principales vías que conectan con el Pirineo.

Vecinos, alcaldes y empresarios han puesto el grito en el cielo tras comprobar, por ejemplo, centros comerciales abarrotados en Zaragoza. El dilema de la bolsa o la vida está más vigente que nunca. Sin embargo, el presidente de la Asociacion Turística de Estaciones de Esquí y Montaña (Atudem), Jesús Ibáñez, insiste en que la práctica del esquí es «segura» y subraya que la economía y los negocios vinculados al sector «necesitan ayudas» de las administraciones. En Francia, por ejemplo, ya han comprometido 400 millones de euros, asegura Ibáñe