El encuentro del hombre con Dios

Dios ha querido salir al encuentro del hombre. Y ello tiene su lógica, porque Él lo ha creado, lo hizo libre, y por ende, con capacidad de amar y ser semejante a su Creador. Lo creó por amor y para el Amor. Pero, el hombre hizo mal uso de su libertad y se apartó de Dios, ya que, si no hubiera tenido esta posibilidad (apartarse) no hubiera podido ser realmente libre. Por eso, desde el principio, decidió enviar a su Hijo para recuperar -para los hombres- la posibilidad del encuentro con quien los creó para Sí, sin menoscabo de la libertad de sus criaturas.

Pero el amor de Dios no es un amor genérico sino individualizado, no podría ser de otra manera, dado lo peculiar del amor y de la dignidad concedida a cada ser humano, a cada hombre. Él nos ama a cada uno de nosotros y pensó -en ti y en mí- desde la eternidad. Por eso, existimos y tenemos la responsabilidad -por nuestra personal libertad- de responder o no, a esa llamada. De ahí nace, amable lector, la posibilidad del encuentro, -si tú quieres- con el que te creó por Amor.

Cada hombre busca el sentido de su vida y de su libertad. Busca el camino y la verdad. Quiere alcanzar la vida. Y Jesús de Nazaret -el Hijo de Dios encarnado- se ofrece como el Camino, la Verdad y la Vida…

¿Porqué dudamos?… A veces pienso, que es porque no creemos en nosotros mismos. Nos vemos incapaces de ser buenos cristianos, de querer desinteresadamente a los demás, de vivir, sin la felicidad que nos ofrecen los anuncios publicitarios, que nos parecen imprescindibles. Unos, no creemos que podamos tener y cuidar a más hijos; otros, que podamos vivir sin sexo, ni alcohol, -botellón se llama para los más jóvenes- ; otros, que podamos pasar sin esa prenda de vestir; casi todos, de vivir sin ese dinero que, aseguramos, es fundamental; sin… ¡No creemos en nosotros mismos! Pero Dios, ¡si cree en nosotros!, ¡en cada uno de nosotros!… Nos dice, que lo único que necesitamos para ser felices es, que creamos en El. En el Amor…

“En el interior de los hombres habita la verdad”, decía Miguel de Unamuno. Ahí es donde encontraremos a Dios. Lo buscamos lejos y está en nosotros “Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti”. (s. Agustín). “Buscad el amor de Dios y su justicia (la santidad) que lo demás se os dará por añadidura”.Es la llamada de Dios a cada uno de nuestros corazones.

Amamos el bien, la belleza, el amor… pero estamos fascinados por el dinero, la fama, el poder, el placer, la comodidad. Admiramos la generosidad, la abnegación, la sinceridad, la coherencia pero, tenemos miedo a la exigencia que comporta vivir estas virtudes y nos dejamos llevar por el egoísmo, la codicia, la soberbia, la hipocresía…

Decididamente, ¡no creemos en nosotros mismos! Pero Dios, nos ha creado en bondad, y para el bien, la belleza y el amor. Es, este mundo, el mal, nuestra naturaleza inclinada a la sensualidad, -dotada de inteligencia, para pervertirla- las que nos alejan de nuestro fin. Pero, podemos recuperar la libertad, si con la ayuda de Dios, nos esforzamos en alcanzarla. “La verdad os hará libres”. El Padre nos espera, el Hijo viene a nuestro encuentro, el Espíritu nos devuelve la vida. En eso creemos los cristianos. ¿Qué te parece si nos levantamos y nos ponemos en camino?