El Banco de España agua la fiesta al Gobierno :Presupuestos: odisea en el espacio

El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2021, una odisea en el espacio presupuestario, va a ser la cinta de ficción, en este caso sin ciencia, menos creíble de la historia. Las escenas más espeluznantes serán las del cuadro macro, la previsión de ingresos y el incremento de gastos, en un film cuyo desenlace será, con casi toda seguridad, desastroso.

La acción transcurre en uno de los países del mundo más asolados por una pandemia que va a sufrir el mayor descalabro económico de Europa. El Gobierno debe aprobar una cuentas como sea para poder seguir a los mandos y los que le han de dar los votos no tienen, en general, mayor interés en la estabilidad del país, sino en lo que puedan obtener, ya sea económicamente o en otras concesiones políticas. Un Gobierno débil que pagará el precio que sea para tener la oportunidad de acabar la legislatura. Más transferencias de renta e inversiones hacia algunas regiones ricas, que es una actitud muy solidaria.

El Gobierno infla los ingresos para satisfacer las partidas de gasto comprometidas

El cuadro macro parece disparatado, pues prevé un crecimiento económico en 2021 del 9,8%, cuando las mejores previsiones apenas superan un 8% y la mayoría rondan el 7%. Un aumento del PIB tan optimista hace dudar de los ingresos, que dependen de la demanda interna y ésta no va a crecer con el vigor que sueña el Gobierno. De forma deliberada se inflan los ingresos para poder satisfacer todas las partidas de gasto que previamente se han establecido.

Aun así, esta ficción da como resultado un déficit público del 7,7% del PIB, pero lo más probable es que de aprobarse estas cuentas se deslice por encima del 10%. Sin embargo, el Gobierno va a hacer todo lo posible por aumentar los ingresos vía subidas de impuestos, que por lo exageradas que resultan deberán afectar al conjunto de los contribuyentes para lograr los objetivos propuestos, pues en algunas partidas se prevén incrementos de dos dígitos. Es sobradamente conocido que si se suben los impuestos el crecimiento se desacelera, así que el objetivo de crecimiento se pone en tela de juicio por el propio presupuesto, pues los aumentos de gasto público se sabe que no aumentan el PIB en la misma medida que lo disminuyen las subidas de impuestos para financiarlos.

También es muy criticable que se suba el gasto en personal de la Administración, principalmente por un incremento en el salario de los funcionarios, algo que se justifica desde el ejecutivo porque, según dicen, incrementará el consumo. En la situación actual y dado que el salario medio de los funcionarios es superior al salario medio en el sector privado, no está tan claro que su propensión al consumo sea tan alta como suponen. Es obvio que el Gobierno desprecia el esfuerzo de los contribuyentes destinando incrementos a gasto corriente y a personal. Si para pagar a los funcionarios necesariamente afectas a las rentas de los trabajadores del sector privado, estás vistiendo un santo para desvestir otro, que además tiene mayor propensión al consumo, y decir que las subidas de impuestos van a ser selectivas es tan falso como el resto de lo plasmado en el proyecto.

La panacea de los fondos europeos no pueden soslayar el abultado desequilibrio presupuestario del que se parte y que va a disparar el endeudamiento del Estado a cifras que van a comprometer la financiación de futuros déficits, dejando deliberadamente el trabajo de las estabilización a los Gobiernos que sucedan a éste, en una especie de huida hacia adelante que recuerda la poco exitosa actitud de la última legislatura de Zapatero, que dejó España postrada hasta casi el rescate. Si hay alternancia en unos años, a quien gobierne le van a venir con la cantinela de los recortes, pero los tendrá que aplicar en la medida en que este Gobierno va a gastar como si no hubiera un mañana, llevando las emisiones de deuda al límite.

España pagará con más desempleo y menos crecimiento el afán del Ejecutivo por sobrevivir

Han criticado el proyecto el Banco de España, la AIREF y todo el que lo ha visto con un poco de objetividad y, en general, se considera falto de credibilidad. No podemos esperar que este Gobierno sea realista porque no le interesa y porque tiene más puesta la mirada en sobrevivir que en hacer lo que se tiene que hacer. España pagará con más desempleo, menor crecimiento y más desequilibrio en las cuentas públicas el cortoplacismo que, una vez más, gobierna.

Así que la película va a terminar, lógicamente, mal. Los número acaban por no aguantar la propaganda. Si en 2001, Una Odisea en el Espacio, para salvarse hubo que desconectar a la computadora, Hal 9000, para salvarnos el Gobierno debería desconectarse de las perniciosas compañías, tanto internas como externas, que lo sustentan, para así hacer una política pensando en el conjunto del país y no en mantenerse en el poder a costa del país.