Todo lo que se sabe de cómo se contagia el Covid-19 seis meses después de su aparición

Después de 100 días en estado de alarma y seis meses después del inicio de la pandemia en Wuhan, la sociedad está tratando de adaptarse a la nueva normalidad. Muchas familias siguen quitándose la ropa al entrar en casa, también desinfectan todos los alimentos de la cesta de la compra, aunque hay otros que son más prácticos y los ponen unos días en cuarentena. Lo cierto es que todas estas medidas pueden ser innecesarias. ¿o no?

¿Sabemos realmente cómo se contagia el coronavirus? Está claro que a través de la saliva o de las micropartículas que expulsamos al hablar o al respirar o de manera indirecta, si tocamos alguna superficie infectada y luego nos tocamos la boca, ojos o nariz…

Lo cierto es que todas las precauciones son buenas y las principales, como mantener la distancia de seguridad son imprescindibles para evitar nuevos contagios. Aunque estemos viendo que ni siquiera estas medidas se respetan. Es común ver a personas con mascarilla paseando por la calle pero que cuando llegan a una terraza a tomar un refresco, se la quitan y parecen olvidarse de la distancia de seguridad.

¿Pero qué dicen los científicos y cómo justifican estas medidas? en primer lugar, dejan claro que no es común contraer el Covid-19 por entrar en contacto con superficies contaminadas, tampoco por encuentros o cruces fugaces con otras personas al aire libre. Lo que sí es un riesgo casi seguro de contagio es pasar mucho tiempo con personas a poca distancia, durante un tiempo prolongado y en lugares cerrados.

Estas confirmaciones están ayudando a las empresas ya los gobiernos a elaborar las estrategias de reapertura y a poner en marcha de nuevo la economía. La instalación de mamparas, las mascarillas, los botes de gel la ventilación los espacios se hacen imprescindibles, pero de nada servirían si no se mantiene las distancias de seguridad.

Según recoge el diario “The Wall Street Journal”, dos extensos estudios recientes demostraron que las cuarentenas evitaron millones de contagios y de muertes en todo el mundo. Ahora, con esta información en la mano, los gobiernos trabajan en medidas que eviten la propagación de la enfermedad en los lugares más azotados por la pandemia, como son las residencias.

“No deberíamos pensar en confinamientos, sino en maneras de aumentar el distanciamiento físico entre las personas”, explica Tom Frieden, CEO de Resolve to Save, una organización norteamericana sin ánimo de lucro dedicada a la salud pública.

Hablar y respirar

Uno de los factores de riesgo en los que no se está teniendo el cuidado necesario es en actividades aparentemente inofensivas como hablar o respirar, momentos en los que se generan partículas respiratorias de diversos tamaños que se dispersan por las corrientes de aire y pueden infectar a las personas que se encuentran cerca.

De hecho, las organizaciones de salud señalan el contacto con gotas respiratorias como el mayor modo de transmisión del “bicho”. Esas gotas de fluido pueden contagiar si caen y se depositan sobre los ojos, la nariz o la boca, aunque lo más lógico es que acaben en otra superficie o directamente en el suelo.

Algunos investigadores dicen que el nuevo coronavirus también se transmite a través de microgotas minúsculas llamadas “aerosoles”, que quedan flotando en el aire más tiempo que las gotas respiratorias más grandes. Esos aerosoles directamente serían inhalados por la persona sana.

Esta puede ser una de las causas de los contagios en el restaurante de Guangzhou, China, donde un cliente infectado asintomático contagio a cinco personas sentadas en mesas adyacentes a la suya. La ventilación del salón era escasa y los extractores de aire estaban apagados, según revelaron los investigadores. Es posible que en un ambiente cerrado, el virus en forma de aerosol pueda ser inhalado por otras personas sentadas alrededor de la personas infectada, más aún si el aire acondicionado está puesto porque puede hacer recircular las partículas y desplazarlas por varias zonas del salón, según los autores del estudio, que todavía no ha sido confirmado por un segundo análisis.

Otro factor crucial es la exposición prolongada al virus, que en términos generales se define como 15 minutos o más de contacto sin protección con alguien y a menos de 1,8 metros de distancia, según John Brooks, máximo funcionario médico a cargo de la respuesta al Covid-19 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). De todos modos, Brooks advierte que esa es solo una regla general: con un estornudo en la cara u otro tipo de contacto íntimo que implique la emisión de muchas partículas respiratorias, el tiempo de exposición resulta irrelevante.

El 10 de marzo, durante el ensayo de un coro de iglesia en el estado de Washington, se contagiaron el 87% de los presentes, cuenta Lea Hammer, epidemióloga del departamento de salud pública del condado de Skagit y autora principal de un estudio que advierte sobre eventos con potencial “supercontagiador”, donde una persona o un pequeño número de infectados contagian a muchas personas. Durante ese ensayo que duró dos horas y media, los integrantes del coro cambiaron de sitio cuatro veces. Estaban muy apretados en un espacio reducido y en su mayoría eran adultos mayores, y por lo tanto más vulnerables a la enfermedad, señala Hammer. Hechas esas salvedades, lo cierto es que 53 de los 61 asistentes se contagiaron y dos de ellos murieron.

Según Hammer, son varios los factores los que provocaron en esa situación. Al cantar, la gente exhala grandes cantidades de partículas respiratorias. Además, los cantantes respiran profundamente hasta llenar de aire los pulmones, aumentando las posibilidades de inhalar partículas infecciosas. Esa misma dinámica de contagio puede reproducirse en otros entornos donde es habitual respirar profundo y hablar en voz alta durante mucho tiempo, como los gimnasios, las funciones teatrales o musicales, las conferencias, las bodas y las fiestas de cumpleaños. De los 61 focos de contagio en Japón entre el 15 de enero y el 4 de abril, muchos tuvieron que ver con personas que tenían respiración intensa y estaban a poca distancia , como reuniones de karaoke, festejos en clubes nocturnos, conversaciones en bares y entrenamientos en gimnasios, según un reciente estudio publicado en Emerging Infectious Diseases.

A pesar de que un 10 por ciento de las personas con Covid-19 son responsables del 80 por ciento de los contagios, el riesgo es bajo. Según Jamie Lloyd-Smith, profesor de la Universidad de California que estudia la ecología de las enfermedades infectocontagiosas, “Por cada evento de supercontagio hay muchas ocasiones en las que nadie se contagia”, indicó.

Según los expertos, los lugares más seguros son los exteriores porque las partículas virales se disuelven más rápidamente. Pero las gotas respiratorias, sean grandes o pequeñas, son un riesgo incluso al aire libre si la gente se acerca demasiado y el intercambio se prolonga, dice Linsey Marr, profesora de ingeniería ambiental del Instituto Tecnológico de Virginia.

Nadie sabe con certeza cuanto virus hace falta para que una persona se contagie, pero hay estudios recientes que dan algunas pistas. En un informe publicado en la revista “Nature”, los investigadores no pudieron cultivar el coronavirus si el hisopado de garganta o el esputo del paciente contenía menos de un millón de copias de ARN viral. “En base a nuestros experimentos, para el contagio sería necesaria una carga viral superior a esa cifra”, dice Clemens Wendtner, uno de los autores del estudio y jefe del departamento de enfermedades infectocontagiosas y medicina tropical de la München Klinik Schwabing, un hospital escuela de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich.

Wendtner y sus colegas encontraron muestras de pacientes enfermos con niveles virales hasta 1000 veces mayor, lo que podría explicar por qué el virus es tan contagioso en circunstancias propicias: para que el contagio se produzca, podría alcanzar con niveles de carga viral mucho más bajos que los presentes en pacientes enfermos.