«El Gobierno está roto y la economía, en shock»

Un amplio consenso político y económico, medidas alejadas de tintes bolivarianos, reformas que frenen la destrucción del tejido productivo y protagonismo en una gran Mesa de expertos en la economía real. Son las peticiones de las principales patronales españolas para salir de la tremenda crisis actual.

Pero los dirigentes de CEOE, CEPYME y las organizaciones industriales claman en el desierto y se muestran profundamente decepcionados con Pedro Sánchez. «El Gobierno está hecho trizas», aseguran todos ellos ante la división latente en el Consejo de Ministros y las tensiones provocadas por Pablo Iglesias. Las últimas, a propósito de la polémica renta vital forzada por el vicepresidente podemita y la amenaza de la comunista titular de Trabajo, Yolanda Díaz, para inspeccionar a las empresas. Ante ello, los ministros de Seguridad Social, José Luis Escrivá, y la de Industria, Reyes Maroto, tuvieron que parar el golpe con cara de póker.

«La economía está en estado de shock», advierten los dirigentes empresariales. Uno de los más activos en esta crisis es sin duda el presidente de la potente patronal catalana Foment del Trabajo y vicepresidente de CEOE, Josep Sánchez-Llibre, que no ha cesado de implorar medidas impositivas adecuadas que liberen de la asfixia a las empresas y autónomos, al tiempo que plantea la importante iniciativa ante Europa de los coronabonus. «El Gobierno debe escuchar, dejarse asesorar por los mejores y tener en cuenta nuestras aportaciones», afirma el presidente de Foment.

En su opinión, es urgente un Gobierno con una hoja de ruta bien definida, que fije claramente las prioridades para la reconstrucción económica y social. Partidario de un gran pacto con todos los partidos y agentes sociales, aboga por «sumar, integrar y no restar». En similares términos se expresan otros dirigentes que piden un Consejo Asesor de expertos, al estilo italiano, dónde un equipo de técnicos diseñan salidas a la crítica situación económica. Pero el Gobierno hace oídos sordos y sigue enfrascado en una división interna sin precedentes. Las discrepancias entre los dos socios de la coalición son cada vez más evidentes, así como la influencia de Pablo Iglesias sobre el presidente del Gobierno. «Filtra todo a su antojo y se ampara en el escudo social para quemar a los socialistas y salvarse él», opinan varios empresarios. Una conducta en clave electoral, que no entienden cómo Pedro Sánchez no ve.

El último episodio de la renta mínima es la gota que colma el vaso. Según fuentes empresariales, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, la de Hacienda, María Jesús Montero, y la de Industria, Reyes Maroto, guardianas de la ortodoxia y el déficit, mantienen contactos con estos dirigentes, mientras la de Trabajo, Yolanda Díaz «está vendida a los sindicatos». Ello provocó el sonoro plantón de CEOE y CEPYME a la última reunión convocada por la ministra comunista y antigua activista de Comisiones Obreras. Aunque favorable a un gran acuerdo socioeconómico, los empresarios lo ven ahora como «papel mojado». En su opinión, Unidas Podemos es un lastre para el Gobierno actual y critican «la deriva ideológica» de las medidas que se han adoptado en detrimento del sector privado. «Sabemos que Iglesias quiere Venezuela, pero no entendemos que también lo acepte Sánchez», dice un alto empresario.

Uno de los más críticos es el presidente de CEPYME, patronal de la pequeña y mediana empresa, Gerardo Cuerva, para quien las medidas gubernamentales son insuficientes y generan mucha incertidumbre. «Pacto sí, pero no a cualquier precio ni con un cheque en blanco que cambie nuestro actual sistema productivo», advierte. Para la mayoría de los empresarios el modelo de Podemos genera un marco inestable para crear empleo: «Iglesias y Díaz no han pisado una empresa en su vida y no nos ven de compañeros para salir de la crisis», denuncian también dirigentes de CEOE, la patronal madrileña CEIM y las organizaciones industrial. Todos ellos reclaman políticas sensatas, centradas y consensuadas, pero lo ven muy difícil por las continuas injerencias de Pablo Iglesias.

«Lo malo es que Sánchez cede ante sus pretensiones», se lamentan. Y hacen un llamamiento a los «barones» regionales del PSOE para que apoyen a las empresas de sus respectivos territorios. «¿Dónde está ahora Miguel Iceta», se pregunta un dirigente catalán ante el silencio del primer secretario del PSC. «¿Y dónde Fernández Vara en apoyo del campo extremeño?», inquiere otro. Por no hablar de los empresarios vascos, bastante indignados. Ante el diálogo social, los empresarios ven en la actitud de Sánchez «más imposición que petición».

Aunque las patronales abogan por el gran acuerdo, ahora lo observan muy difícil. No solo por las presiones de Iglesias, sino también por la actitud de los partidos soberanistas catalanes y el PNV. Los nacionalistas vascos están muy molestos con Sánchez por sus medidas contra la poderosa industria en Euskadi. El PP recela profundamente, la líder de Cs, Inés Arrimadas, favorable al principio, salió escéptica de su conversación con Sánchez, y en Vox son contrarios. Sólo los sindicatos, UGT y CC OO, muy próximos a las tesis de Podemos, se muestran esperanzados. Como bien dicen varios empresarios, más que de Reconstrucción «lo que necesitamos es un gran Pacto de Salvación Nacional».