Estados Unidos y los talibanes firman un acuerdo de paz que pone en marcha la retirada de tropas

Estados Unidos y los talibanes firmaron en Doha un acuerdo de paz que, si se cumple, pondrá fin a dos décadas de guerra que han dejado decenas de miles de muertos. Las primeras consecuencias prácticas del pacto serán la reducción de tropas estadounidenses, que actualmente cuenta con 14.000 hombres, y el inicio de un diálogo nacional entre los talibanes y el Gobierno de Kabul, algo imposible hasta ahora porque los islamistas consideraban al Gobierno «una marioneta» en manos de Washington.

La esperanza en Qatar contrasta con las dudas en Afganistán, donde nadie olvida los años oscuros del Emirato Islámico que impusieron los talibanes hasta 2001. El enviado estadounidense, Zalmay Khalilzad, fue quien firmó en nombre de Estados Unidos y el mulá Abdul Ghani Baradar, uno de los históricos del grupo, en el del movimiento talibán.

Uno de los enviados de los talibanes a Qatar, Shahabuddin Delawar, aseguró que es un «día feliz» porque esta firma «garantice la retirada de las fuerzas internacionales» del país, la exigencia que este grupo puso sobre la mesa desde el primer momento.

Uno de los puntos principales del pacto, filtrado a los medios, consiste en la retirada de 5.400 soldados estadounidenses en un plazo de 20 semanas, y a cambio los talibanes ofrecen garantías de que no volverán a dar cobijo en el país a grupos que supongan una amenaza para Washington, como Al Qaida.

Desde el final de la misión de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés), que acabó en 2014, quedan unos 22.000 soldados extranjeros desplegados en el país en el marco de la operación «Apoyo Decidido», 14.000 de ellos estadounidenses. Esta es la guerra más larga que ha librado su Ejército y hasta el momento ha sufrido más de 2.400 bajas.

Segundo intento

Ambas partes estuvieron a punto de firma el acuerdo en septiembre, pero Donald Trump dio marcha atrás en el último instante tras conocer que los insurgentes fueron los autores de un atentado en Kabul en el que murieron «uno de nuestros grandes soldados y otras 11 personas».

El presidente estadounidense canceló también una cumbre «secreta» que planeaba realizar en Camp David con los líderes del movimiento afgano, un gesto que habría sido muy simbólico, ya que se trata de un escenario muy ligado a otros procesos de paz y porque se cumplía el 18 aniversario del 11-S, el macroatentado yihadista que llevó a George Bush a lanzar la invasión de Afganistán.