España revalida su título de campeón de Europa de balonmano y se gana el billete olímpico

“A veces sí que sientes que eres invencible”, aseguraba Gonzalo Pérez de Vargas en una entrevista con este periódico hace un tiempo. Uno de esos momentos lo tuvo en el mejor escenario posible: la final del Europeo, en el que España hizo historia defendiendo con éxito el oro que logró hacer dos años. Sólo los más viejos del lugar recuerdan la última vez que pasó algo así. Lo hizo la Suecia mítica de los Olssen, Wislander y compañía… Otro equipo como la Francia de Karabatic, quizá el mejor de la historia de este deporte, no lo logró. Pero los Hispanos sí, y el premio es gordo porque tiene como añadido la clasificación para los Juegos de Tokio. Faltaron a la última cita olímpica en Río y eso dolió. Mucho. Pero aquí está la revancha.

Pero volviendo a Gonzalo, al portero. Su salida, más el cambio a defensa 6-0, más la presencia de Maqueda formaron un cóctel explosivo para Croacia. El equipo balcánico, agotado tras un duro torneo y tras una semifinal contra Noruega que una guerra más que un partido, empezó espectacular. Como si sus jugadores dijeran: “Ya pensaré mañana en morir, hoy hay que dejar hasta el último esfuerzo”. Sego era el ejemplo: qué forma de empujar y de apretar atrás. La pizarra de Jordi Ribera planteó una defensa 5-1 de arranque con Álex Dujshebaev en el avanzado. La solvencia de esta apuesta durante la últimas dos semanas ha sido alta. Una tortura para los rivales. Pero debieron tenerla estudiada los balcánicos. Aquí el que no corre, vuela. La conexión de Duvnjak con el pivote Maric o con los extremos que se colaban en la zona de siete metros era letal. España sufría. Necesita robar balones para poder correr y no tener que depender en exclusiva del juego posicional. Mandaban los croatas y hacía lo que podía España. La renta llegó a un máximo de tres goles, 7-10 (min 18). Entonces llegó el cambio: con la defensa 6-0, súper Gonzalo atrás y la fuerza de Maqueda el partido era otro. El lateral toledano y su furia empujaron a los Hispanos. Ha vuelto con el equipo tras unos años de ausencia. Y lo ha hecho por todo lo alto.

Pero esa primera reacción fue solo para solucionar el primer problema y llegar al descanso con un tanto de ventaja. Había que seguir. La batalla continuaba y la defensa, claro, era el camino. La final fueron muchos perqueños partidos en uno, pero la clave siempre es la misma. ¿Quién dijo que el arte de contener al contrario no es bonito? La sincronización de los Hispanos fue para grabar. A un lado y a otro en perfecto equilibrio mientras los croatas se pasaban el balón sin saber cómo penetrar. Tres robos con un par de tantos desde su campo a portería vacía disparó por fin a España: 16-12. Otro paso más, no el definitivo. Por muy cansada que estuviera, Croacia es Croacia. Equipo más competitivo es difícil de encontrar, gane o pierda. Y también su defensa es una roca capaz de desconectar a los chicos de Ribera. Encontró el resquicio que necesitaba el conjunto balcánico para volver al encuentro y colocarse 16-15. Comenzaba otro mini partido con 20 minutos por delante. Crecía la tensión. El tanteo era bajo y más ajustado, imposible a falta de diez minutos: 18-18. Stepanic fue el primero en dar con un gol de diez metros que volvía a poner por delante a Croacia después de mucho tiempo. ¿Quién da más? ¿Quién dijo miedo? Aleix Gómez, desde luego, no. Penalti a favor, pelota caliente, pero el extremo del Barcelona fue de hielo a sus 22 años. Tiro con efecto, con habilidad y empate otra vez. Sarmiento puso el 20-19 y la respuesta de Croacia fue rápida en la transición. 20-20. Otro penalti para España y otra vez la pelota para el chaval. ¿Un tiro con los ojos cerrados? ¿Fuerte? ¿A romper? Para nadal: flojito y por el centro, engañando al portero con el cuertpo. De nuevo España mandaba y la pérdida siguiente de Croacia fue decisiva. Por si acaso, Álex Dujshebaev dejó su sello con un tiro de cadera: 22-20. Sí, España es de nuevo campeona de Europa y estará en los Juegos de Tokio.