Los barones del PSOE rompen su silencio y cargan contra ERC

Consiguieron pararlo en 2015. En vísperas de un Comité Federal, un domingo 28 de diciembre (Día de los Santos Inocentes) que se alargó hasta la madrugada, los barones territoriales del PSOE impidieron –vía resolución– que Pedro Sánchez pactara con partidos independentistas. «La autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento sólo traerán mayor fractura a una sociedad ya de por sí divida. Son innegociables para el Partido Socialista y la renuncia a esos planteamientos es una condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de formaciones políticas». Cuatro años después y tras arrollar en las primarias a los críticos de su partido, Sánchez vuelve a sondear una alternativa que se le cegó abruptamente primero, que se exploró sucintamente en la moción de censura y que ahora supone la principal vía para mantener La Moncloa, aunque el propio presidente renegara hace escasas fechas de unos soberanistas «que no son de fiar». Hasta este momento, las reticencias de ciertos territorios se habían defendido con cierta discreción y con apelaciones a la defensa de la Constitución y a no depender de aquellos partidos que, en su día, la violentaron.

Sin embargo, este silencio en el que se habían sumido los críticos, más cercano a la resignación que a la abierta oposición, ha saltado por los aires en las últimas horas con varios pronunciamientos que dejan claro que en el PSOE aún conviven muchas almas que no comparten este giro hacia el soberanismo. El más vehemente fue, una vez más, el presidente de Aragón, Javier Lambán, que opina que solo un pacto con Ciudadanos puede suponer una salida para «este diabólico laberinto» de la investidura, lo que supondría no necesitar los 13 votos de ERC, «un partido tan indeseable para mí de cara a la gobernabilidad de España», destacó Lambán.

En la misma línea que el presidente de Aragón se expresó también el de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que pide explorar la vía constitucionalista para que la gobernabilidad de España no dependa de «los desestabilizadores». Tan de «perogrullo» lo considera García-Page que ayer volvió a insistir en su crítica al pacto con los independentistas, con un ejemplo irónico y quizá más visual que el de la desestabilización. «Yo para Reyes lo que no quiero, como no creo que quiera ningún español y española es vaselina. Queremos tener unos buenos Reyes, un buen 2020 y tener la conciencia tranquila», comentó. En la misma línea, mostró su interés en conocer de primera mano qué es lo que se negocia a puerta cerrada con los soberanistas: «Sería muy bueno saber los colores, los matices y hasta, si es posible, las intenciones».