Álvarez de Toledo se refuerza como portavoz en el Congreso tras los pactos

Pablo Casado sale reforzado de los pactos postelectorales y el foco ha vuelto a girar hacia el nombre de Cayetana Álvarez de Toledo, número uno por Barcelona en las elecciones generales.

Después de los procesos electorales Casado habría tenido grandes problemas internos de haber impuesto su criterio para designarla como portavoz en el Congreso. Una decisión polémica porque Álvarez de Toledo representa al ex presidente del Gobierno José María Aznar, al sector más duro del partido. Ya fue diputada antes de irse a FAES con Aznar, y de aquella época se ganó enemistades internas, que se agravaron con su choque con el PP de Rajoy. Ahora, con el poder territorial que Casado ha conseguido afianzar con sus alianzas con Ciudadanos y Vox, el líder popular tiene margen para hacer lo que quiera con los nombramientos pendientes, tanto que el partido y los «barones» moderados se resignan a que imponga finalmente a Álvarez de Toledo para hacer de «alter ego» de Inés Arrimadas en el Congreso.

La misma jugada que el PP ya ensayó en Barcelona en las elecciones generales, aunque el desembarco de Álvarez de Toledo no frenó la debacle y por su circunscripción solo ella consiguió escaño en la Cámara Baja.

Con cuatro años por delante, en principio sin procesos electorales, Génova tiene todo el poder en su mano para decidir su estrategia y la configuración de la dirección de sus grupos parlamentarios en el Congreso y en el Senado. Casado dejó en el aire el nombramiento de sus portavoces en las dos Cámaras, una de las decisiones más trascendentales estando en la oposición, para ganar tiempo y despejar antes su mapa del poder territorial.

De las elecciones generales salió muy debilitado; pero las autonómicas y municipales le permitieron ganar oxígeno no por los resultados en sí, ya que el PP perdió más votos, si no por la expectativa de recuperar poder con las alianzas con Cs y Vox. Y cumplido el objetivo, en Génova se frotan las manos porque saben que la negociación les libera de presiones desde dentro. «Las más peligrosas».

El presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, se había erigido en los últimos meses en una especie de contrapoder interno, la voz del sector moderado frente al sector duro en el que se apoya Casado. Casado gana ahora poder territorial en clave institucional, pero también frente a las voces críticas de su partido. De igual manera que Génova controló las listas de las generales para aplicar una renovación radical, el secretario general, Teodoro García Egea, también intervino en la confección de las candidaturas autonómicas y municipales, pero, además, los «barones» de Castilla y León o de Murcia, por ejemplo, están en deuda con Génova porque Madrid es quien ha pilotado directamente la negociación con Ciudadanos y con Vox que les permite seguir al frente de estos dos Gobiernos autonómicos.

En la dirección nacional del PP sólo apuntan que la decisión sobre las portavocías no se hará oficial al menos hasta julio, en todo caso en septiembre, antes de que comiencen las sesiones parlamentarias. Las especulaciones sobre la posible decisión de Casado de tirar hacia adelante con el polémico nombramiento de Álvarez de Toledo estallaron el mismo domingo, cuando en el partido echaron cuenta del resultado de las negociaciones postelectorales. Pero no habrá movimientos hasta que se despejen los gobiernos de todas las comunidades autónomas y las diputaciones.

«La nueva etapa empezó este domingo. Toca hacer política, sin injerencias de nada ni de nadie». Con los pactos Casado consigue además reforzar a su núcleo duro, al secretario general, Teodoro García Egea, y al vicesecretario de Organización, Javier Maroto. Dos nombres, sobre todo el de García Egea, sobre los que cayó la exigencia de responsabilidades por los resultados electorales. Y por la gestión de la configuración de las listas.