Juan Guaidó recorre las colas de la gasolina en medio de la escasez nacional

Juan Guaidó, presidente del Parlamento democrático, se lanzó esta mañana a las calles de Barquisimeto (capital del estado de Lara y cuarta ciudad más poblada del país) y se topó con lasinterminables colas en las pocas gasolineras que están abiertas, la estampa que define hoy al país.

Uno a uno fue saludando a los sorprendidos conductores que esperaban desde el amanecer. Tienen suerte: en este mismo momento hay miles de venezolanos que soportan varios días para conseguir el combustible en el país petrolero.

Uno de los récords lo ostenta Tovar, en el estado andino de Mérida, donde ya llevan una semana en colas y sólo se consigue gasolina en el mercado negro, pagando en dólares. En Táchira, fronteriza con Colombia, la media es de seis días de espera para llenar entre 30 y 40 litros del depósito, lo que ha disparado la ‘pimpina’ (garrafa) por encima de los 30 dólares en el mercado negro. La gasolina en Venezuela es casi gratuita.

Ni siquiera la propaganda revolucionaria puede ocultar la dimensión de la crisis, pese a que la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) se atrevió a publicar en redes sociales que las colas era un fake news de la oposición. «Venezuela en verdad se parece a Juegos del Hambre mezclado con Mad Max, peleando por la supervivencia y la gasolina», se quejó desde Táchira el estudiante de Medicina Orlando Porras.

«Es evidente el maltrato al venezolano. El país sufre una escasez de gasolina sin precedentes pese a contar con las reservas petroleras más grandes del mundo», insistió el presidente encargado, quien convocó a los habitantes de la ciudad a una concentración para mañana. «Los larenses dicen pasar más de 14 y 16 horas en las colas», confirmó la diputada Elimar Díaz, quien acompañó la caminata del líder opositor.

¿Cómo es posible semejante crisis en el país que esconde en sus entrañas el equivalente a 500.000 millones de barriles de petróleo, lo suficiente para atender la demanda nacional durante los próximos tres siglos? Los apagones eléctricos se han unido a la falta de mantenimiento y a la corrupción descomunal de la industria, dirigida por los militares, hasta provocar la ruina del sistema refinador.

Al igual que en otros frentes económicos, las matemáticas tampoco le funcionan en este caso a la revolución: la demanda interna de gasolina es de 200.000 barriles diarios, pero Pdvsa sólo es capaz de procesar hoy en torno a 100.000 barriles, pese a que sus refinarías tenían capacidad para producir 1.200.00 barriles. Carencias que obligan a unas importaciones exprés de combustible, cada vez más complicadas por las deudas atesoradas y por el embargo impuesto por EEUU.

Una ecuación que resume la Venezuela chavista y que ha llenado de colas interminables todos los rincones del país, con la excepción de Caracas, un oasis levantado por el Gobierno para evitarse males mayores. Fuentes del sector consideran que la tercera parte de las gasolineras ya han puesto el cartel de cerradas.

Lara, el estado visitado por Guaidó, sirve como ejemplo nacional: sólo dispone hoy del 20% del suministro de gasolina, un racionamiento a la fuerza que ha desencadenado una ola de efectos colaterales y la «agudización de la emergencia humanitaria compleja», tal y como ha denunciado la ONG Provea.

La falta de gasolina, sumada a su propia crisis, paraliza ya al 70% del transporte. En Táchira se han suspendido las clases y los ganaderos han declarado el «estado de caos generalizado». El sector industrial subsiste bajó mínimos y el comercio se mantiene entre el 20% y el 40%. En el Páramo ya se han perdido 100 toneladas de alimentos sin distribuir. Los precios comienzan a subir de nuevo espoleados por la dificultad de su transporte.

El Mad Max criollo se mantiene de momento con pequeños incidentes, ya sean riñas entre los conductores o protestas ciudadanas sofocadas con gas lacrimógeno. Cualquier pago alternativo, bajo cuerda, se realiza en billetes verdes americanos, tal y como sucede en el resto de actividades cotidianas tras la dolarización de facto provocada por la falta de efectivo.

La crisis es de tal tamaño que incluso el contrabando, uno de los negocios más lucrativos junto al narcotráfico, sufre la falta de gasolina, provocando colas en la ciudad fronteriza de Cúcuta. El Gobierno bolivariano ha realizado varios intentos, sin éxito, para subir el precio de la gasolina: un camión cisterna de combustible con 40.000 litros cuesta hoy 2 bolívares, una cifra insignificante, ya que un solo euro se cambia en 6.000 bolívares. En cambio, si ese camión atraviesa ilegalmente la frontera, su valor en Colombia es de 20.000 euros.

El Parlamento ha denunciado que de los 100.000 barriles diarios de gasolina, al menos 20.000 se pierden con el contrabando, que según sus investigaciones estaría manejado por militares y por grupos mafiosos.