Primarias del PP: Empate técnico entre Sáenz de Santamaría y Casado

Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado estarían prácticamente en una situación de empate técnico si los votantes y simpatizantes del PP pudieran participar en la elección del sucesor de Mariano Rajoy en el Congreso Nacional que se celebrará el próximo fin de semana en Madrid. La encuesta realizada por NC Report para LA RAZÓN entre el 8 y el 14 de julio, después de la votación de los afiliados que ganó la ex vicepresidenta del Gobierno y en la que quedó en segundo lugar el ex portavoz del partido, con una estrecha diferencia de algo más de 1.500 votos.

Ante la pregunta de a quién prefieren como presidente del PP, el 42,8 por ciento se declara a favor de Sáenz de Santamaría, gana de nuevo como en la elección de las bases, pero el 42,5 por ciento se decanta por el otro candidato. Es decir, que la diferencia es mínima. Los indecisos alcanzan el 14,7 por ciento.

La campaña de las primarias del PP tiene un censo distinto ya que los compromisarios son casi todos ellos cargos de mayor o menor nivel del partido, pero el voto indeciso también es objeto de disputa y en estos últimos días los dos equipos presionan al máximo sobre sus apoyos regionales y provinciales para sumar nombres de compromisarios a su lista.

Por segmentos de edad, la encuesta entre simpatizantes del PP refleja que la situación de prácticamente empate entre Sáenz de Santamaría y Casado se consolida en el segmento que abarca desde los 55 años en adelante. Mientras que son más los partidarios de la ex vicepresidenta según se rebaja la edad del votante. Entre los 18 y 34 años, la distancia aumenta hasta los tres puntos. Y entre los 35 y 54 años se queda en un punto, siempre a favor de la candidatura de la ex vicepresidenta.

Sin debates para contrastar proyectos entre los candidatos del PP, la campaña de las primarias ha ido evolucionando hasta situarse en una confrontación entre ideología y gestión. Casado ha optado por la estrategia de agarrarse al estandarte de los principios y valores puros del centro-derecha, dentro de una posición en la que ha marcado distancias con algunas decisiones del Gobierno de Rajoy. Su campaña ha ido dirigida al votante «pata negra» y para ello ha intentado colocar a Sáenz de Santamaría como una especie de «outsider» ajena a la ortodoxia de la formación, pese a que lleva desde 2004 ocupando puestos de responsabilidad al lado de Rajoy. La ex vicepresidenta, sin embargo, ha jugado la carta de la moderación y de la identificación con los aciertos de los Gobiernos del PP.

En el debate ideológico, el 40,2% de los encuestados se define de derechas. Un 25,2% de centro-derecha, y el 14,2%, de centro. Hay un 6,4 por ciento que se califica de centroizquierda. Los votantes más mayores son los que se sienten más identificados con la derecha, mientras que el porcentaje más bajo que se coloca bajo esa etiqueta está en la horquilla entre 18 y 34 años.

La muestra refleja una fidelidad de voto muy alta, ya que el 69,1 por ciento se declara votante del PP de toda la vida, y el 72, 3 por ciento asegura que con toda seguridad volvería a votar al PP en las próximas elecciones.

Dentro del partido la manera en la que se ha ido Rajoy ha dejado sentimientos contradictorios, y la presión de las primarias ha hecho incluso que haya crecido una corriente que reprocha la situación de orfandad en la que ha quedado la organización política. En una escala del 0 al 8, la mayoría valora con un 6,4 su gestión. Los más satisfechos son los votantes mayores de 55 años. Frente a ese porcentaje, en una escala de 0 al 6, la valoración media del votante del PP de Albert Rivera, líder de Ciudadanos (Cs), es del 5,2. La encuesta señala uno de los agujeros electorales del PP, el de la mayor proximidad de sus simpatizantes más jóvenes hacia la formación naranja. Los votantes menores de 54 son los que ven con mejores ojos a Rivera.

En la campaña de las primarias del PP se ha colado también el nombre del ex presidente José María Aznar. Expresamente él rompió su silencio en una entrevista en Onda Cero, donde no quiso verbalizar explícitamente lo que es un clamor dentro de su formación, que él está con Casado y no con Sáenz de Santamaría. Entre líneas, no quedó duda. Al ex portavoz se le ha identificado siempre como uno de los pocos dirigentes del PP que han mantenido puentes abiertos entre el «marianismo» y el «aznarismo». Pero también debe tenerse en cuenta que en el partido, no obstante, el nombre de Aznar no es ya un valor que sume como en otros tiempos, no sólo porque el poder orgánico ya no se identifica con él, sino porque tampoco en cuadros intermedios han sentado bien sus duras críticas a la gestión de Rajoy. Además, ni siquiera se estima mayoritariamente en estos momentos que Aznar sea una aportación electoral. Casado, no obstante, ha surfeado entre los más partidarios y los más críticos, aunque desde la candidatura de Sáenz de Santamaría se le haya echado en cara tener detrás el apoyo del «aznarismo». Otras figuras discutidas, como la de la ex presidenta madrileña Esperanza Aguirre, también se han pronunciado a favor de Casado.

El sondeo de NC Report refleja que casi el 47 por ciento considera que el ex presidente del Gobierno Aznar ha dejado de ser un referente, pero un 41,4 por ciento, sin embargo, opina que sí lo sigue siendo.

La mayoría de los encuestados sitúa al PP en el eje centro-derecha, y el 83,7 por ciento niega que el partido haya perdido la defensa de sus valores tradicionales en los últimos años. Ahí entran cuestiones como la política territorial, antiterrorista o social. Por ejemplo, en campaña Casado ha hecho causa con la vuelta a la ley del aborto de Felipe González. Es la posición tradicional del PP, pero no es compartida por todas las sensibilidades que conviven dentro de la organización. Es significativo que en todos los segmentos de edad están por encima del 80% los que niegan que el problema del PP sea que haya perdido la identificación con sus principios y valores. Entre ellos, los más reclamados son la familia, la defensa de la vida, la unidad de España, el bienestar social, la libertad individual o la cultura del esfuerzo.