Nadal coge tono en París

Rafa Nadal se siente tan integrado en París que su propio juego se mueve al compás del tiempo: sufrió en su estreno porque la lluvia y las nubes hicieron que la pelota, y su propio juego, no saliera como a él le gusta. Pero aún así, Simone Bolelli, empeñado en hacerlo sudar, no pudo aprovechar las inclemencias. Y Nadal ya se entona. Ante Guido Pella subió el nivel y entró en el estado de gracia que lo ha impulsado hacia los diez títulos en la Philippe Chatrier. Su aplastante victoria contra el argentino ya es un aviso a los demás. Sobre todo a Richard Gasquet, su siguiente rival en la tercera ronda.

El número 1 del mundo jugó en el tercer turno de la Suzanne Lenglen, algo más pequeña, con la afición más entregada que en la Chatrier. El calor imprimió más velocidad y efecto a su tenis, siempre peligroso cuando se siente cómodo en la arena. Y ayer, a pesar de tener que solucionar cuatro bolas de break en el primer juego, Nadal mostró una versión que ya asusta.

Porque Pella, enamorado también de la tierra batida, no jugó mal, intentó lanzar golpes profundos y altos, y aprovechar que también es zurdo para impedir que Nadal lo obligara a jugar con su revés. Pero no fue culpa suya llevarse a casa un resultado tan abultado en contra, en apenas dos horas. Peleó y peleó sobre todo en un primer set que duró una hora pero terminó en 6-2. La causa: el juego ágil, férreo y rápido de quien ya se siente cómodo en la arena parisina. Nadal se movió sobre la pelota para hacerla bailar e invitar al baile a Pella, de lado a lado en cuanto el balear se deshizo de sus cambios de ritmo en la primera manga.

Las piernas lo impulsaron a jugar por encima de la línea, sin ceder más terreno que lo que da en los servicios del rival porque tiene la capacidad y el físico suficiente como para lanzar un resto profundo y volver a pista sin perder la iniciativa. Lo sufrió Pella, desnortado por el ritmo del rival y sin lograr que sus buenos tiros arañaran algo del caparazón de imbatibilidad que ya viste Nadal.

Hasta el tiempo arregló ayer el número 1. Desapacible y con parones por lluvia en el debut, soleado y caluroso ante Pella. Y en las altas temperaturas, el balear se desenvuelve de maravilla. Arrinconó al 76 del mundo en cuanto firmó la primera manga y ni siquiera se entretuvo en ganar el partido con su servicio porque ya las nubes amenazaban. Nadal todavía tiene puntos que modificar, está en tercera ronda y comienza el torneo con los mejores del ranking. Pero ya muestra detalles que asustan: eleva su exigencia y minimiza sus cada vez menos imperfecciones.

Avisado queda Richard Gasquet, su siguiente rival y compañero de fatigas en la infancia. Dueños de un tenis que ya empieza a desaparecer, Gasquet y Nadal se han enfrentado desde alevines, donde el de Manacor siempre tenía prisa por sacar y donde recibió su última derrota ante el francés, en cuartos de final del torneo de Petit As, en 1999. Ya de profesionales, son quince victorias del español, pleno absoluto que quiere ampliar mañana.

El balear coge calor y color en París, y son 81 partidos ganados en esta arena que domina con firmeza y que baila al son que él quiere.