El presidente italiano encarga formar Gobierno al economista Cottarelli

El presidente italiano, Sergio Mattarella, encargó hoy formar Gobierno a Carlo Cottarelli, un economista de 64 años, exdirectivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), quien aceptó con «reservas». Se trata del nombramiento de un tecnócrata para que forme un Gobierno de transición con objeto de ocuparse de los temas más urgentes, así como para reformar la ley electoral. Aunque será difícil que este «Gobierno del presidente», como es denominado, consiga superar el voto de confianza en el Parlamento, ya que tanto la Liga como el M5S, al igual que Forza Italia de Silvio Berlusconi, han declarado que no le votarán.

Cottarelli explicó que si su Ejecutivo no logra la confianza del Parlamento, habrá nuevas elecciones después del mes de agosto y aseguró que aceptó el encargo de Mattarella para presentar un programa de Gobierno que lleve al país a nuevas elecciones en 2019. Añadió que, en breve, presentará también al jefe de Estado su Ejecutivo, pero que en caso de no conseguir la confianza del Parlamento el Gobierno dimitirá inmediatamente y seguirá solo para las funciones urgentes hasta las elecciones que se convocarán después de agosto.

Un formación que saltó por los aires

Esta decisión llega un día después de que el encargado para liderar el pacto de Gobierno entre el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga, Giuseppe Conte, renunciara a formar gobierno. Conte bdijo el pasado miércoles que aceptaba el encargo para convertirse en primer ministro «con reservas». Se trataba sólo de una fórmula ritual, pero finalmente esa cautela terminó por convertirse en una negativa. «He rechazado el mandato de formar el Gobierno del cambio», aseguró de forma escueta Conte, tras reunirse ayer con el presidente de la República, Sergio Mattarella.

El verdadero motivo es el veto del jefe del Estado italiano al candidato a ministro de Finanzas, Paolo Savona, un economista que despierta muchas dudas por su euroescepticismo. «La elección del ministro de Economía constituye un mensaje de confianza o alarma en los mercados», pronunció Mattarella. Y en su opinión, Savona «pone en riesgo la continuidad de Italia en la zona euro». El presidente de la República negó haber sido un «obstáculo para la formación de Gobierno» y justificó su decisión por «el interés de los italianos». Mattarella anunció que el M5E y la Liga le pidieron «volver a elecciones lo antes posible» y que en las próximas horas tomará una decisión.

Pocos minutos antes, el líder de la Liga, Matteo Salvini, compareció en un acto político en la ciudad de Terni, donde afirmó que «por Italia deciden sólo los italianos, no alemanes, portugueses o luxemburgueses». «Si tenemos la certeza de trabajar libremente, yo estoy dispuesto a ir mañana [por hoy] mismo al Ministerio del Interior a expulsar a inmigrantes irregulares», dijo Salvini. «En estos días veo que no somos un país libre», precisó. El líder del M5E, también reaccionó de forma inmediata a través de un vídeo en Facebook. «Digamos claramente que es inútil ir a votar, si después los gobiernos los deciden las agencias de rating, los ‘lobbies’ financieros y la banca, siempre los mismos». Di Maio consideró la decisión de Mattarella «incomprensible» y anunció que «no termina aquí». Entre las bases de ambos partidos empezó a surgir la posibilidad de solicitar la recusación del presidente de la República.

Con la intención de salir del bloqueo, Savona emitió un comunicado refugiándose en el pacto entre la Liga y el M5E. «Una Europa distinta, más fuerte y más igualitaria», señalaba, en definitiva, su alegato. Demasiado tarde o demasiado poco creíble para Mattarella. Ya había aceptado el programa de Gobierno y el candidato a «premier», «con perplejidad», dijo, pero no tragó con la elección de Savona.

El encargado para dirigir las finanzas italianas había dejado de ser un simple nombre para transformarse en un símbolo de la soberanía italiana. Detrás de su figura, por un lado hay un mensaje desafiante a la UE; y por otro, la confirmación del euroescepticismo ante sus propios votantes. Antes, el líder de la Liga, Matteo Salvini, había advertido de que ya habían dado «demasiados pasos atrás» y que no estaban dispuestos a aceptar «ministros impuestos por Alemania».

La prensa internacional ha sido muy dura en los últimos días, pero el enemigo siempre está en Berlín. El diario «Frankfurter Allgemeine Zeitung» copió una portada antigua de «The Economist» en la que se ve un furgón con la bandera italiana lanzándose por un precipicio, mientras que «Der Spiegel» acusó a Roma de querer «rapiñar» Europa. La polémica propició una queja formal del embajador italiano en Alemania, Pietro Benassi, en la que lamenta «el gusto pésimo de la crítica hacia un pueblo entero».

La intransigencia de la Liga se interpretó como un pretexto para romper a última hora el pacto de Gobierno. La popularidad de Salvini se ha disparado en las últimas semanas, hasta el punto de que, según las encuestas de intención de voto, ahora mismo sería el político mejor valorado de Italia y su partido podría llegar a conseguir un 25% si se repitieran las elecciones. De presentarse de nuevo en coalición con la Forza Italia de Berlusconi y Hermanos de Italia tendría posibilidades de lograr la mayoría.

Mientras, el M5E se jugaba mucho más en el envite, ya que con el 33% de los votos y la actual ley electoral que favorece las coaliciones, difícilmente podrían gobernar si no logran consolidar el único pacto que se ha presentado como viable hasta el momento. Di Maio queda debilitado, por lo que espera su turno Alessandro Di Battista, un ex diputado más combativo e izquierdista que el actual líder. Estos elementos han provocado un choque frontal entre los partidos «antiestablishment» y el presidente, tradicionalmente considerado intocable. Ambos se han saltado también esta línea roja, resquebrajando además la estabilidad institucional. En la próxima campaña, tanto la Liga como el M5E argumentarán que ni dentro ni fuera les han permitido poner en marcha el Gobierno.