Cristiano se pone al día antes de París

El partido empezó con un recuerdo a Quini y acabó con aplausos a Cristiano, que supera ya los 300 goles en Liga y recupera su media goleadora justo antes de lo definitivo de la temporada.

Pasaron casi 20 minutos hasta el primer chut a puerta, una lejana contra getafense de Ángel.

El Madrid se enfrentaba al 4-4-2 blindado de Bordalás con un toque muy poco convincente. Fueron unos primeros minutos de enorme lentitud que forzaron la paciencia del respetable y la profesionalidad de los periodistas. El Madrid ha desarrollado tanto su cosa comercial que ya funciona con paquete premium. Lo bueno es la champions, el resto se le parece muy poco y es casi un subproducto. En esos minutos, hasta que por fin se le calentó el pie a Casemiro, vimos que su empeine tiene todavía ese punto duro y sorprendente del lanzamiento de dados; alguna buena apertura, algunas pifias. Llorente, sin embargo, está lastrado por un exceso de prudencia. Es un robador instintivo y eso quizás marque su juego. El primer toque lo acompaña siempre de un gesto de precaución, conservador, como de guardarse la pelota.

El juego era malo y el gol del Madrid tuvo que llegar a balón parado. Una segunda jugada tras un córner que remató Bale. Segundos antes había sufrido la impaciencia de cierto sector del público en una jugada en la que amagó con buen criterio.

El 1-0 no cambió al pétreo Getafe. El sur de Madrid es una de las zonas futbolísticas de Europa más saturadas tácticamente. Sería fácil decir que se hace un fútbol serio y obrero, y aunque apetece huir de la tentación, quizás sea así. Es un fútbol modesto, hiperrealista y sin muchos atributos que empieza a ser coherente y disfrutable.

En alguna academia de entrenadores alguien sacará un 10 analizando la media hora inicial del partido, pero es difícil que quede en la memoria de un solo aficionado.

Con los minutos, Bale hizo alguna buena cosa, Theo estuvo participativo y casi hábil, y se sumó Benzema. En el 38 combinó a un toque con Bale y por el estadio pasó, como si fuera un extraño dron, la fugaz sombra del buen fútbol. Las jugadas a un toque han de ser el equivalente futbolero a la acción taurina de ligarle por fin unos pases al toro.

Con esa inercia más agradable llegó el segundo gol justo antes del descanso. A Benzema le habían pitado instantes antes un pase demasiado largo. Se preguntaba uno cómo es posible pitar a un futbolista élite por un mero gesto técnico, pero algún efecto tuvo que tener eso en el francés, que a la jugada siguiente agarró el balón y se fue directo a darle un pase laudrupesco a Cristiano para que batiera a Martínez. Se vio muy claro ahí cómo la parte más caprichosamente exigente del Bernabéu funciona realmente como un acicate para Benzema. Es una relación un poco tortuosa.

La segunda parte comenzó con la expulsión de Remy, que vio la segunda amarilla por una acción impetuosa e innecesaria sobre Nacho.

A partir de ahí, Bordalás movió el banquillo.

Isco hizo lo más bonito en esos minutos y demostró un principio de entendimiento con Theo, pero precisamente por esa banda llegó el penalti a Molina tras una larga carrera. Nacho tocó la pelota, pero Molina tenía el sitio ganado y el árbitro tenía difícil no equivocarse.

El partido se animó doblemente porque también entró Marcelo. La megafonía anunció su cambio mientras Portillo marcaba el penalti. Cosas del fútbol moderno.

Se enrabietó Cristiano, al que anularon un gol sin causa conocida; luego forzó un paradón de Martínez.

El Madrid se iba al ataque con la alegría de Marcelo, pero dejaba algún espacio y el Getafe aparecía amenazante aun con diez. El refuerzo de Llorente dio seguridad entonces. Zidane ha desarrollado en estos meses de crisis la querencia por el doble pivote, otra muestra de su conservadurismo.

En otra secuela de córner, Cristiano marcó el tercero de cabeza. Lo había estado buscando. La fidelidad de Cristiano a sus «números» , (alrededor de 0,9 por partido esta temporada) es como una constante matemática, como el número pi o la temperatura del cuerpo. A Messi se le ve venir porque participa más en el juego, pero resulta sorprendente cómo Cristiano acaba todos los años con la misma enormidad de goles.

Llegaron los cambios y se acabó el partido como tal. La segunda parte divirtió al público, pero sobre todo sirvió de tonificación para la BBC, cuya recuperación, con matizaciones, ya es un hecho.