El día que todo cambió: León XIV recuerda el cónclave y se sigue preguntando «por qué me han elegido a mí»

Quién le diría a Robert Francis Prevost que celebraría su 70 cumpleaños vestido de blanco y al frente de la Iglesia universal, cuando apenas hace dos años su vida dio un giro inesperado al ser nombrado prefecto por Francisco

«Quizás algunos de ustedes todavía se estén preguntando por qué me han elegido a mí. Yo, al menos, todavía me lo pregunto». Con estas palabras, el Papa León XIV ha sorprendido este jueves a los 192 obispos ordenados en el último año que han participado en los cursos de formación que la Curia organiza cada año. Un discurso lleno de cercanía, en el que el Pontífice bromeó incluso sobre su elección el pasado mes de mayo, cuando el cónclave lo señaló como sucesor de Pedro tras el fallecimiento de Francisco.

«Pensaba venir a este curso vestido también de negro, pero…», ironizó ante los prelados reunidos en Roma. La frase, que arrancó sonrisas, tenía un guiño especial: hasta el 21 de abril de este año, día en que falleció el Pontífice argentino, él era prefecto del dicasterio para los Obispos. Su intervención se convirtió en una invitación a «redescubrir la pasión y el coraje» de la labor episcopal, en un momento en el que la Iglesia afronta de lleno el desafío de la secularización, la polarización y la necesidad de encontrar nuevos «lenguajes» para transmitir la fe.

El Papa, de nacionalidad estadounidense y peruana, nacido como Robert Francis Prevost Martínez, celebra hoy su 70 cumpleaños con la responsabilidad de guiar a la Iglesia universal. La vida de este agustino misionero dio un giro inesperado hace apenas dos años, cuando Francisco lo nombró prefecto, confiándole una de las tareas más delicadas de la Santa Sede: la elección de los nuevos pastores en todo el mundo.

Corazón de misionero, obispo, agustino… y Pontífice

Aquel 30 de enero de 2023, la Oficina de Información de la Santa Sede anunciaba el nombramiento de Prevost, obispo de la diócesis peruana de Chiclayo, para el cargo de prefecto. La noticia sorprendió a muchos, ya que no aparecía en las quinielas de los conocidos vaticanistas. Su trayectoria lo avalaba: había sido superior general de la Orden de San Agustín durante dos mandatos (2001-2013), dirigiendo una congregación con más de 2.700 religiosos repartidos por el mundo.

Desde entonces, la confianza de Francisco en él resultó decisiva. Semanas después de la muerte del Pontífice argentino, los cardenales vieron en Prevost el perfil idóneo: la de un hombre ‘puente‘, de consenso, más que de ruptura, en momentos marcados por divisiones internas.

Hoy, convertido en León XIV, no oculta la humilde sorpresa que todavía le provoca aquella elección, aunque afronta su misión con el convencimiento de que «ser obispo es algo que tiene que ver con nuestra identidad» y que «el servicio no es una característica externa ni una forma de ejercer el rol».

A pocos días de su 70 cumpleaños, León XIV no solo recordó el misterio de su elección en el último cónclave, sino que volvió a subrayar el sentido de su ministerio: la urgencia de una Iglesia capaz de hablar al corazón del hombre de hoy. Ante los nuevos obispos, su voz se alzó como invitación a no temer los retos de la secularización y a atreverse con lenguajes y gestos que enciendan la esperanza. Porque, como él mismo recordó, ser obispo es, ante todo, aprender a preguntarse «qué significa ser servidores de la fe del pueblo».