“La Guardia Civil sólo obedece al Duque de Ahumada”

El Gobierno de Zapatero se excusó ante ETA con esta frase tras la detención de varios terroristas en una tregua. La frase ya es un eslogan para los uniformados

Es una premisa que circula de boca en boca entre los agentes de la Guardia Civil; más aún cuando las presiones -especialmente políticas- tratan de alterar el transcurso de investigaciones incómodas, como las que se están viviendo en las últimas semanas y que tienen por objetivo la Unidad Central Operativa (UCO). Dicen que “la Guardia Civil sólo obedece al Duque de Ahumada”. Una sentencia tan breve como firme, que viene a significar que los investigadores seguirán desempeñando su labor con la única voluntad de aportar al juez las evidencias que considere necesarias ante cualquier posible comisión de un delito.

La frase viene de lejos, de tiempos particularmente complejos para la democracia española. De cuando ETA trataba de poner al Estado contra las cuerdas siguiendo la teoría del “empate infinito”, como lo han llamado los académicos. O lo que es lo mismo; ETA tenía capacidad para reponerse de una desarticulación tras otra, y mientras lo hiciera, seguiría matando, sembrando el terror, secuestrando y extorsionando. Al Estado no le quedaría más remedio que negociar para ceder a sus pretensiones. Al menos, así lo contemplaba la cúpula de la banda terrorista.

Así llegamos hasta el año 2005. El Gobierno de España, bajo presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, entabló conversaciones con la banda terrorista y se prestó a diversas cesiones, como la legalización de Batasuna o la creación de órganos comunes para País Vasco y Navarra. Así consta en las actas que redactó ETA y que la Guardia Civil intervendría más tarde.

Las negociaciones se dilataron varios meses. Hubo tiempo, incluso, para que ETA cambiase algunos de sus interlocutores, en función de la cara que quería mostrar ante el Estado. Francisco Javier López Peña, alias Thierry, tenía un carácter histriónico, voluble e impredecible. Por el contrario, Josu Urrutikoetxea, más conocido como Josu Ternera, era más calculador y metódico.

Las detenciones

Abril de 2006. Con las negociaciones en marcha, el Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil detiene en un control, en el País Vasco, a un individuo. Lleva varios bonos de ETA y colgantes con el emblema de la banda terrorista que tenía previsto vender para financiar diversas actividades.

La detención, unida al episodio conocido como el caso Faisán, cae como una bomba en el tablero de las negociaciones entre Gobierno y ETA. Las actas redactadas por la banda terrorista dan fe de ello, como detalla el libro Historia de un desafío, escrito por Manuel Sánchez y Manuela Simón. La del 22 de junio de 2006 es un buen ejemplo de ello.

Según este documento, ETA reprendió al socialista Jesús Eguiguren, emisario del Gobierno de Zapatero, que siguieran efectuando detenciones a pesar de la tregua y de las negociaciones. Eguiguren respondería que ya había trasladado a Policía Nacional, Guardia Civil, Ertzaintza y Policía francesa que no capturase a ningún etarra. Pero no era fácil ‘domesticar’ al Instituto Armado: “La Guardia Civil sólo obedece al Duque de Ahumada”, lamentaría Eguiguren, siempre siguiendo el relato de las actas de los terroristas.

«Sereno en el peligro»

Francisco Javier Girón y Ezpeleta de las Casas y Enrile, II Duque de Ahumada, fundó la Guardia Civil el 28 de marzo de 1844. La cartilla que regía sus valores y principios destacaba que el guardia civil debe ser “siempre fiel a su deber, sereno en el peligro, y desempeñando sus funciones con dignidad, prudencia, y firmeza”: “Será más respetado que el que con amenazas solo consigue malquistarse con todos”.

Francisco Javier López Peña, Thierry, fue detenido en 2008, a quien se le intervinieron las actas de las negociaciones con el Gobierno de Zapatero. No tardó en trascender la frase de Eguiguren, que inmediatamente se convertiría en uno de los eslóganes habituales de los uniformados de verde: “La Guardia Civil sólo obedece al Duque de Ahumada”.

Y que de forma recurrente, cuando surgen las presiones, vuelve a surgir de los labios de los agentes. También cuando hay una campaña contra la UCO por sus investigaciones contra la corrupción.