Radiografía de León XIV: «Por los rasgos de su personalidad veremos un gobierno firme y suave a la vez»
La reciente elección de León XIV como sucesor de Pedro ha generado una oleada de expectativa, serenidad y esperanza entre los fieles católicos de todo el mundo. No es para menos: su perfil intelectual, su trayectoria eclesial y su impronta agustiniana lo convierten en una figura especialmente significativa en un momento de tensiones internas dentro de la Iglesia.
En palabras de Paloma Girona, periodista especializada en temas vaticanos, quien vuelve a compartir su visión con El Debate, hay un dato especialmente significativo que no debe pasarse por alto: la extensa trayectoria del nuevo Pontífice en la vida consagrada y dentro de la estructura eclesial.
Como le gusta referirse a él, «nuestro Papa» fue, durante doce años, el Prior General de la Orden de San Agustín, «una orden señera, con siglos de historia y experiencia aquilatada, en lo humano y lo divino». Un liderazgo que no solo consolidó su autoridad espiritual, sino que también lo formó como hombre de gobierno, con visión amplia y profunda del tejido eclesial.
Suave en la forma, firme en el fondo
Su paso posterior por la Curia romana al frente del dicasterio para los Obispos terminó de perfilar su capacidad para afrontar desafíos globales con mirada serena y resolutiva. «Un buen gobernante debe tener un conocimiento de la realidad, ser pragmático. Creo que por los rasgos de su personalidad veremos un gobierno firme y suave a la vez», asegura Girona, destacando cómo ese equilibrio entre autoridad y ternura ya comienza a marcar el sello de León XIV. Para ella, esto refleja perfectamente la esencia de que «la Iglesia es Madre y Maestra», una lección que–no le cabe duda– «nos lo va a enseñar en primera persona nuestro nuevo Papa, como padre y maestro».
A esto se suma su trayectoria en Hispanoamérica, especialmente en Perú, país del que incluso adoptó la nacionalidad. «Aunque sea pillado por los pelos, nuestro Papa aúna en su persona a las dos Américas y, si me apuras, –comenta entre risas– echando la vista atrás, hasta lo hacemos español por la Evangelización».
Un estilo de gobierno agustiniano
Su perfil, tan completo y sólido, incluye detalles que cobran un significado especial en su misión como Vicario de Cristo. Paloma destaca un dato poco conocido: los agustinos —orden a la que pertenece León XIV— tienen un voto especial de fidelidad y defensa del Papado. «Qué tranquilidad, ¿verdad? Nuestro Papa es un defensor del Papado. ¡Es que es tan palpable!», comenta .
Más allá de los gestos de sus primeros días, lo que llama la atención es el estilo con el que León XIV se presenta: sin estridencias, sin prisas, pero con profundidad. «La impronta agustiniana de León XIV nos habla de integración, estabilidad, profundización, interioridad, tradición, serenidad y una sana osadía en abrirnos horizontes», señala Girona.
Y añade: «Creo que León XIV no nos va a dejar indiferentes. Da la impresión de que su abandono en Dios es tal y su humildad, que sin apenas tiempo para hacer nada, ya está propiciando paz, serenidad, esperanza, alegría en el mundo católico».
¿Ruptura o equilibrio?
El hecho de que León XIV sea estadounidense ha generado preguntas sobre el peso geopolítico en el cónclave y una de las cuestiones clave de su pontificado es si será reformador. Paloma lo deja claro: «Sin reflexión y conocimiento de la realidad no hay reforma posible». Su carácter reservado y su pertenencia a una Orden de raíz mendicante, con ramas a la vida contemplativa y misionera, no contradicen esa posibilidad, sino que la refuerzan, apuntando hacia una reforma profunda y serena.
En relación con esta demanda de renovación, Paloma cita con admiración las palabras del cardenal alemán Rainer Maria Woelki, a quien define como «un magnífico pastor, fiel y sufridor en la convulsa Alemania ‘católica’». Se refiere a él al destacar que «el sentido reformador forma parte de la esencia del cristianismo y de la continua regeneración, reajuste de la Iglesia a lo largo de la historia».
Además, Paloma recoge un sentir que percibe en muchos fieles, un reclamo por una Iglesia renovada: «La selección de obispos y cardenales según queda escrita en el Código de Derecho Canónico, pastores que tiren del pueblo con empuje, garra, osadía, valentía y amor». Este clamor también incluye la necesidad de «volver a una catequesis profunda, madura, ajena a convencionalismos mundanos», un retorno a una enseñanza sólida y auténtica que fortalezca la fe en tiempos complejos.
La periodista no duda en señalar una de las tareas urgentes del nuevo pontificado: «Gran parte del pueblo católico es analfabeto de su propia fe, es una lacra, y una lástima porque nuestra fe es bellísima, profunda, inabarcable. Realmente, quien inca el diente a nuestra fe se topa con un pastel goloso que crea adicción», reflexiona la periodista.
El mundo católico observa con atención y esperanza este nuevo pontificado. Si algo se está viendo en este arranque, es que León XIV no busca ser protagonista de titulares, sino sembrador de una paz profunda. Un Papa que, en medio de las tensiones del presente, recuerda que las raíces más hondas siguen vivas y dispuestas a dar fruto.