El servicio público ha resurgido de las cenizas, y lo ha hecho con unas tarifas más bajas que nunca. Eso ha supuesto un misil en la línea de flotación de las bicicletas y patinetes privadas
Año y medio después de la licitación de las bicicletas compartidas en Madrid, todos los operadores que recibieron autorización han abandonado la ciudad de forma sigilosa. Pese a tratarse de un negocio que siempre ha sido especialmente complicado, hasta cinco empresas privadas quisieron darle otra oportunidad a la ciudad. Sin embargo, no contaban con la irrupción de un actor que dio la puntilla a sus planes. Se trata de BiciMad, el servicio de bicicletas compartidas municipalizado en 2016 por Manuela Carmena y que ahora está comenzando una segunda vida.
Tal y como explicó El Confidencial cuando se produjo la vuelta de las bicicletas compartidas privadas a Madrid, uno de los objetivos era atraer al usuario de BiciMad. Es el mismo caladero en el que también querían pescar los operadores de patinetes. Entonces, la degradación paulatina del servicio público le había dejado con un futuro incierto, envuelto en distintos problemas operativos y de gestión, que alimentaba las expectativas de estas empresas.
Ese fue el contexto en el que, en mayo de 2022, el consistorio madrileño otorgó seis autorizaciones para operadores de bicicletas compartidas sin base fija. Una de ellas iba para el servicio hermano de BiciMad, BiciMad Go, cerrado hace meses. El resto eran para empresas privadas, entre las que estaban Ridemovi, Bird, Bolt, Dott y Lime. Hoy no queda ninguna de ellas. Solo han resistido los patinetes, donde compiten tres empresas —Lime, Dott y Tier— que consiguieron su licencia a mediados del pasado año, pero que ya están comprobando que sus previsiones están muy alejadas del negocio real.
La cuestión es que, mientras esto ocurría, el Ayuntamiento también movió ficha con BiciMad. Una vez se solventaron algunos de los problemas más graves, decidió ofrecer los alquileres de forma gratuita para tratar de revitalizarlos. Aquello ocurrió el pasado marzo y ya hizo mella en los operadores privados. Con todo, esperaban que el fin de esa promoción les hiciera recuperar terreno. Tampoco ha ocurrido.
Con la llegada del nuevo año, el consistorio dirigido por José Luis Martínez-Almeida anunciaba el nuevo sistema de tarifas. Para sorpresa de muchos, los precios son ahora más bajos que durante la etapa de Carmena. «Nosotros lo estamos notando. Solemos mirar cuántas bicicletas activas hay de BiciMad y, a medida que aumenta su demanda, cae la nuestra», comenta una fuente de un operador privado de patinetes, que pide el anonimato para aparecer en este artículo. «El precio de BiciMad es hipercompetitivo. Esperábamos una subida de tarifas más agresiva, pero eso no ha sucedido. Sigue siendo muy barato», añade.
Uno de los aspectos más destacados es la tarifa plana de 10 euros mensuales, que permite que todos los viajes de hasta 30 minutos sean gratuitos. Si no se escoge esta opción, el precio es de 50 céntimos por la primera y segunda media hora de alquiler. Si lo usas más de una hora, el precio se dispara a tres euros cada tramo adicional. Es algo que está a años luz de lo que ofrecen los operadores privados.
Solo por desbloquear el patinete, Lime y Dott ya cobran un euro, aunque Tier permite hacerlo de forma gratuita. En su caso, la tarifa es por minutos, que va desde los 0,25 a los 0,33 euros. Dicho de otro modo: un par de minutos en uno de estos vehículos es más caro que media hora en BiciMad. En cuanto a suscripciones, solo Tier ofrece algo mínimamente equiparable al servicio de bicicletas, y sigue quedando muy lejos. Su pase mensual de 12,99 euros al mes permite desbloqueos gratuitos, pero solo 100 minutos de uso.
Una de las claves para entender lo que está ocurriendo está en el usuario local, mucho más propenso a BiciMad y no las opciones privadas. «El turista no lo suele usar, porque no es algo pensado para él, pero en el uso local se detecta ya la bajada», agrega esta misma fuente. Además, y según distintos agentes del sector en Madrid, los servicios de micromovilidad compartida tienen alrededor del 60% de su clientela en los visitantes y el resto en los locales, algo que da cuenta del impacto que está teniendo el servicio público en su negociado. Contactados por El Confidencial, el Ayuntamiento ha preferido no hacer declaraciones al respecto.
«El ratio que esperaban los nuevos operadores no está cumpliendo las expectativas«, recalca otro empresario del sector. En su caso, dejó de operar hace tiempo en Madrid, ya que solo tenía autorización para uno de estos vehículos, algo que, según explica, le imposibilitaba rentabilizar un negocio de márgenes más bien estrechos y que tiene que afrontar cuestiones como multas o vandalismo.
«Al salir de la pandemia, BiciMad no era tan potente y la gente no quería usar el metro, así que optaban más por estas alternativas», recuerda sobre la buena tracción inicial del servicio, ya que «con un precio de 50 céntimos no se puede competir«. «Lo vemos como una oportunidad perdida para nosotros, que podríamos soportar mucha más demanda. Ahora mismo, está muy por debajo del resto de ciudades europeas en las que operamos con características similares», dice otra fuente, que señala que la bicicleta en otras ciudades «no se usa tanto el servicio público porque, aunque sea barato, no es tan bueno».
Aun así, prefiere no cargar contra el consistorio y hacer «una valoración positiva» de lo ocurrido. Otras fuentes son más duras con el papel del Ayuntamiento. «No es más barata, sino que se paga con impuestos de todos, mientras que el patinete o la bici compartida las financie el cliente», dispara uno de estos empresarios, mientras que otro agrega las empresas «no le cuestan dinero a la ciudad, pero BiciMad sí». También hay quien se queda a medio camino: «Me parece genial que los impuestos se dediquen a algo así, aunque como empresa sea difícil competir».
Más allá de la competencia de BiciMad, todas las fuentes consultadas apuntan a lo que consideran que es el verdadero problema de fondo en Madrid: la falta de infraestructuras para la micromovilidad, como un carril bici bien conectado.
«Si hay una red ciclable mayor, eso beneficia tanto a BiciMad como a nosotros. Es algo factible, porque Madrid tiene unas condiciones muy óptimas, es una ciudad muy plana, con buen clima, calzadas anchas y en buen estado… Si llega una buena planificación urbana, supondría un salto tanto en bici como en patinetes», apunta otra de estas fuentes, que recuerda «cada alcalde hace un carril según su modelo y eso hace que la experiencia no sea completa ni del todo segura». «A corto plazo nos fastidia, pero a largo nos favorece», asegura.