Santiago Sánchez Cogedor, tras ser liberado en Irán: «La cárcel me ha ofrecido una lección de vida que no cambio por nada»

El aventurero no quiere recordar los peores momentos vividos en la cárcel de Evin y prefiere lanzar un mensaje positivo de superación.

Tras su multitudinaria llegada, el madrileño Santiago Sánchez Cogedor relata su experiencia tras pasar 15 meses encarcelado en la prisión iraní de Evin, una de las peores del mundo, bajo una falsa acusación de espionaje.

¿Cómo ha sido tu primer día en España?
Lo he vivido muy intensamente. Muy emocionado y muy confundido porque no sabía si, al final, realmente era verdad. Hasta que no aterricé en España no me lo creía.
¿De qué manera describirías tu experiencia en la prisión de Evin, una de las peores del mundo?
Los baches y las metas están para alcanzarlos y superarlos. Pero la experiencia fue muy bonita.
¿Bonita? ¿Cómo puedes decir que muy bonita?
Bonita en el sentido de superación. De demostrar que si alguien quiere algo se puede. Si estás condenado a muerte y te meten en una habitación pequeña y tienes un cepillo de dientes, ¿qué haces? ¿Te lo clavas en el cuello? ¿Te quitas la vida? 15 meses después, estoy aquí para decirte que se puede. La oscuridad trae algo de luz. Ha sido reconfortante porque el pueblo iraní y los presos me han tratado muy bien. Me he hecho respetar.
En la cárcel no sólo estabas con delincuentes, sino que también había profesores y catedráticos represaliados por el régimen de los ayatolás.
Había de todo.
¿Qué trato has recibido por parte de las autoridades iraníes?
En esos detalles no quiero entrar. Al final, hay una línea roja en el tema de la política que no quiero pasar porque yo no entiendo. Me quedo con el pueblo iraní y con los presos que han sido fabulosos. Las cosas muy malas me las guardo para mí. Eso es mío y lo que me va a hacer crecer como persona y como ser humano. El sufrimiento y el dolor es algo que utilizaré para ayudar a los demás.
¿Cuál ha sido la parte más dura de tu estancia en la cárcel?
No saber comprender y aceptar el silencio y la soledad. Eso es muy duro. Te puede hacer mucho daño.
¿Estabas solo en la celda?
Sí. Había momentos muy malos como llamar a tu madre y escuchar que tu padre se ha tirado al suelo. Todas estas pequeñas señales te pueden hacer mucho daño.
¿Es cierto que el penal tiene una cámara de tortura en el sótano?
Pues no lo sé. Yo no he estado en esa cámara.
¿Pero se hablaba de ella entre los presos?
No. De mi boca eso no sale.
Bueno, es lo que dice Amnistía Internacional.
No, no había una cámara.
¿Llegaste a dejar de comer?
Sí, hice una huelga de hambre porque estaba muy enfadado, muy triste y muy decepcionado. Me decían que iba a salir y que todo iba bien. Al final, dejé de comer y conseguí más cosas con mi huelga de hambre que diplomáticamente.
¿Cuántos días estuviste en huelga de hambre?
Cinco días y perdí cinco o seis kilos. Ya lo contaré en mis redes sociales. Mi perfil en Instagram es santiago_sanchez-cogedor. Allí voy a contar todo lo que voy a ir haciendo.
¿Qué lección se aprende en la prisión?
Aprendes a valorar lo que tienes. La cárcel me quitó la libertad, pero me ofreció tiempo a cambio para hacer un viaje en mi interior. La llave la tenemos nosotros y muchas veces no nos damos cuenta. Yo estoy ahora en un parque sujetando un teléfono. Soy millonario y no me doy cuenta y me quejo y discuto con mi amigo porque ha llegado un minuto tarde. La puerta de la felicidad se abre para dentro y me ha hecho crecer para dentro. La cárcel me ofrecido una lección de vida que no cambio por nada.
¿Te arrepientes de haber ido a visitar la tumba de la activista Mahsa Amini, asesinada por no llevar correctamente el velo?
No, porque es lo que me ha hecho ser quién soy. Ese dolor lo voy a utilizar para ayudar a los demás. España tiene 50 millones de habitantes y sólo uno ha pasado por esa cárcel única. Si eres millonario, esa experiencia de vida no la puedes comprar. Eso se vive porque te ha tocado, porque eres el indicado. Yo he estado allí porque estaba tocado por esa varita mágica. Soy único y diferente por eso. Todo el mundo se hubiera dado la vuelta en la frontera de Irán, pero yo entré en Irán porque yo no voy en la misma dirección que todo el mundo. No sé si lo estás pillando.
Sí, totalmente. ¿Fuiste engañado a visitar la tumba?
Sí, fui engañado. Saben que no soy espía, pero me han utilizado como moneda de cambio o un ticket para lo que sea. De temas políticos no quiero hablar. Lo que haya pasado en Irán no me interesa.
De todas formas, aunque fueses engañado, no te imaginarías que por hacer una foto en una tumba te iban a detener y a meter en la cárcel.
Sí, claro. La acusación era espionaje. Cuando mi madre mira que la condena puede ser de 10 años a sentencia de muerte, pues imagínatelo.
Cuando te detuvieron, ¿te leyeron tus cargos?
No hay nada. El sistema jurídico no existe. Es una dictadura. Te cogen de la oreja y te cuelgan.
¿Te han prohibido que cuentes determinadas cosas?
No por nada, porque yo soy libre y puedo contar lo que yo quiera. Ya lo contaré en mis redes sociales y en un libro. No lo haré por fama sino para ayudar a los demás.
¿El Ejecutivo español ha tenido que hacer alguna concesión para tu liberación?
El Gobierno español ha tenido que hacer malabares. Y si no está el embajador que está ahora, yo seguiría en la cárcel.
Has anunciado tu intención de volver a Irán. ¿Te quedan ganas?
No sé quién ha filtrado esa noticia, pero es mentira. Yo he dicho que a mí que no me digan que no tengo que volver a Irán. Yo soy libre. Si decido volver, volveré. No ahora, ni dentro de un año ni dentro de 10, pero a lo mejor cambia el gobierno.
Bueno ayer cuando te preguntaron que era lo primero que ibas a hacer en España, contestaste que preparar tu viaje a Irán.
Eso es mentira. ¿Quién ha dicho eso?
Lo dijiste tú.
Ayer cuando aterricé y me di la vuelta había un chico con un micrófono y me dijo: «Santiago, no volverás a Irán, ¿verdad?». Y le dije: «Si a mí me dicen que no, los noes están para romperlos». Las barreras están para romperlas y las cimas están para subirlas y clavar tu bandera. Los sueños están para perseguirlos y yo fui a Irán porque mi sueño era ir a Qatar e Irán estaba en el camino. Si a mí me dicen que no vaya a Irán, pues a lo mejor tengo que hacer todo lo contrario.
En un grupo en el que había varios periodistas, entre los que me encontraba yo, dijiste que lo primero que ibas a hacer era preparar tu viaje a Irán. Nos quedamos todos perplejos.
A lo mejor tenía que decir que era una paradoja y que era una mofa. Pero no quiero volver a Irán, por favor.
Me alegra saberlo. Toda tu aventura empezó en un viaje solidario que emprendiste a pie hasta Qatar, ¿cuál era el objetivo de ese periplo?
Era un sueño que tuve de recorrer el mundo y de que no me lo contaran. Yo tenía mi trabajo fijo y un día lo dejé con la excusa de ir a Qatar. El propósito del viaje era conocer y llegar a muchos corazones y a muchas familias. Es algo muy espiritual.
¿Hiciste todo el trayecto a pie?
Gran parte a pie. No era una proeza física. Si alguien me dice que me vio en autobús, le respondería: «¿Quién eres tú?». Yo no firmé un contrato sólo para caminar.
¿Qué mensaje te gustaría trasladar tras la experiencia que has vivido?
Que las fronteras más grandes están en la mente y que, si algún día tienes un sueño, vayas para adelante. Se puede llegar lejos con poco.
¿Cuál sería tu sueño ahora?
Sonreír a la vida y dar las gracias. Si estás en la habitación de un hospital o si tienes cáncer o si tomas pastillas y te da miedo bajar a comprar el pan, que veas mi caso que he estado condenado a muerte y se puede. Que cierres el puño y que vayas para adelante a muerte. Que no te digan que no.