¿Por qué el PSOE no pregunta a sus militantes por la amnistía?

Los acontecimientos que han llevado al cierre casi definitivo de las negociaciones (el lunes con Junts, el martes con ERC) para redactar la ley de amnistía se han sucedido tan precipitadamente que ya queda lejana la consulta a la militancia del PSOE abierta el pasado lunes.

Pero lo cierto es que Pedro Sánchez ha alcanzado con sus socios independentistas un acuerdo sobre la amnistía cuando todavía está abierto el período de votación. Es más, es probable que el texto, el precio de ese «apoyo de otras formaciones políticas» por el que se interrogó en la consulta, se registre esta misma mañana. Es decir, un día antes de que finalice el plazo.

Entonces, ¿qué sentido tiene todo este pseudorreferéndum? Evidentemente, no otro que el de pedir manos libres a la militancia socialista para que Sánchez pueda llegar con Junts y ERC al acuerdo que considere oportuno.

La formulación de la pregunta lanzada a las bases, aprobada por el Comité Federal el pasado sábado, era tan genérica y etérea que permitiría recabar un aval a ciegas para prácticamente cualquier arreglo posible con los socios de investidura.

Sánchez ha justificado esta situación absurda que permite que la negociación se cierre antes de la votación que la legitima con el argumento de que no podía esperar al final de las conversaciones para lanzar la consulta, porque no llegaría a tiempo de tener la investidura antes de la fecha límite del 27 de noviembre.

Pero es evidente que se trata más bien de una concienzuda y pautada gestión de los tiempos y el calendario que permite al candidato a la reelección no tener que rendir cuentas ante los críticos con la amnistía y minimizar el desgaste político de concederla.

Prueba de ello es también el acuerdo sellado con ERC en la noche del truco o trato, sólo unas horas después de la jura de la Constitución de la princesa Leonor, así como la fotografía de la víspera con Carles Puigdemont, rehabilitado con nocturnidad de «prófugo» a «president«.

¿Por qué si no, mediante una redacción capciosa, Sánchez evitó mencionar en la pregunta a la militancia la amnistía que había defendido en el Comité que aprobó la consulta?

Lo menos arriesgado era someter al refrendo de las bases el acuerdo de Gobierno con Yolanda Díaz, cuyo contenido es público, y no la negociación secreta con Junts y ERC, cuyos detalles ha pergeñado el equipo negociador a espaldas del partido y de los españoles.

Es muy probable que un buen número de militantes socialistas de los que han votado, y que ya eran muy críticos en privado contra la amnistía a la espera de conocer su contenido, se hubieran desmarcado definitivamente de respaldar una negociación que se ha saldado este jueves con nuevas claudicaciones.

Y es que, después de que el PSOE cruzase el punto de no retorno al mostrar sus cartas, sus socios se crecieron al entender que «Puigdemont sí puede parar, pero Sánchez ya no». Y por eso, y teniendo en cuenta que tras los comunicados de lunes y martes aún quedaban los últimos flecos de la negociación por atar, han aprovechado la vulnerabilidad del candidato para sonsacarle al menos dos cesiones más.

Por parte de ERC, incluir como beneficiarios de la amnistía a los hostigadores de Tsunami Democràtic. Por el lado de Junts, y según ha asegurado este periódico, la aceptación por el PSOE de un mediador internacional que verifique el cumplimiento de un «acuerdo político de reconocimiento de la identidad nacional de Cataluña». Los socialistas se oponían a ambas exigencias hace sólo unas semanas.

De modo que la proposición de ley de amnistía que se registre en el Congreso con carácter inminente contendrá finalmente la exoneración de delitos de corrupción, de desobediencia e incluso de terrorismo, como los de los CDR, cometidos antes y después del procés.

Cabe suponer que, en cualquier otro contexto, y planteada la cuestión de forma más fidedigna, la militancia del PSOE no habría ratificado que unos políticos indultaran a otros políticos que además han cometido malversación. Se entiende así que Sánchez no haya querido separar la petición de beneplácito para el acuerdo con Sumar del aval tácito a la amnistía.

A la espera de la capitulación definitiva que tenga lugar hoy, aún restará que Junts y ERC consulten también a su militancia. Incluso Podemos someterá al escrutinio de sus inscritos el acuerdo de investidura. Cabe anticipar que las tres consultas serán tan protocolarias, tramposas e irrelevantes como la del PSOE.

La prudencia es un deber cuando aún no se conocen los términos exactos de la amnistía. Pero de las informaciones que ha podido adelantar este periódico hasta el momento sólo puede deducirse que los ocho vocales del CGPJ que han protestado contra ella están en lo cierto. Por muy indolora que quiera ser la modalidad de amnistía que logre sacar Sánchez, la «abolición del Estado de derecho en España» que se sigue de esta desautorización por el Gobierno de los tribunales parece la consecuencia necesaria. Porque, en efecto, «cualquiera que sea la justificación formal o aparente que se le quiera dar en el preámbulo de la futura ley, su motivación real ya ha quedado expresada».