Alcaraz derriba una torre llamada Jarry camino de octavos

El español tumba al chileno, que lo hizo sudar, para llegar a la segunda semana con muchos enteros y confianza tras tres horas y 55 minutos (6-3, 6-7 (6), 6-3 y 7-5)

Despide Carlos Alcaraz una pinta buenísima, clasificado para la segunda semana de Wimbledon con un buen montón de atributos para encarar las mayores cotas. Ante Alexandre Muller jugó al no desgaste, con lo justo, incluso con más errores de la cuenta; 24 horas después, ante Nicolás Jarry, la contundencia, la energía y la táctica. Perfecta la mano y la cabeza ante el chileno, victoria de nivel por 6-3, 6-7 (6), 6-3 y 7-5 en tres horas y 55 minutos. Y a esperar a Alexander Zverev o Matteo Berrettini.

WIMBLEDON

TERCERA RONDA

  • Carlos Alcaraz
6 6 6 7
  • Nicolás Jarry
3 7 3 5

Así lo hizo el español, activo y contundente desde el inicio, la única forma de empequeñecer al gigantón Jarry, 27 años y 28 del mundo, dueño de un martillo en la mano derecha para arrear sin miramientos con el saque y con el drive.

De ahí que el inicio la igualdad fuera la tónica, poco que hacer en los restos de Jarry para Alcaraz, pero también muy seguro con servicio propio. Fue rumiando las jugadas, golpes cruzados para mover al chileno de lado a lado, cambios de alturas para sorprender, cortados para doblegar al rival. Más serio y maduro para hacer lo que toca en cada momento, sin fuegos artificiales, pero sí mucho artificio para acabar minando el saque del rival. En el séptimo juego, un zarpazo. Defendido ese break con voleas y saques abiertos para sumar el primer set a la tercera opción. Ni una sonrisa. No era el día para ello.

Al otro lado había un rival de 1’98 y con una mano de hierro, además, que encontró vía libre al inicio del segundo set. Había que asegurar el servicio, pero Jarry entendió la estrategia de Alcaraz con su segundo saque y en el segundo juego fue él quien dio el zarpazo al resto. Un break que pesó mucho y hubiera pesado más ante un Alcaraz del pasado, pero ante esta versión de Wimbledon 2023 no tanto.

Con unos datos que auguraban el fracaso de recuperar la rotura, 19 de 21 puntos ganados con el primer servicio, al español se le puso cara de convencido. Aplicó primero la puntería de las líneas, tan grande se había hecho el chileno, sobre todo cuando volcaba todo el cuerpo sobre la pelota del resto; y después, la estrategia del cortado, de hacer sufrir la espalda del rival, y fue encontrando resquicios ante el servicio. Una bola de break tuvo con el 3-1, y dos más con el 4-2, y ahí, el grito, el suspiro, el alivio en el palco de Alcaraz. Madurez y decisión para atrapar una rotura y después otra y confiar en el tie break.

Pero allí, donde tanto ha crecido también Alcaraz, que se marcó hasta un par de globos estupendos para superar a la torre chilena, fue Jarry quien hizo más daño. La derecha siguió siendo un martillo y los saques también se mantuvieron altos. Lo más importante es que este Jarry marcha convencido por la pista y por el circuito de que puede llegar a mucho más.

Después de estar dos años viendo tenis por televisión por un castigo por dopaje, justo cuando los demás compañeros de promoción se impulsaban en el ranking, ha puesto la directa en este 2023. Empezó el año más allá del puesto 100 y ya está entre los treinta primeros. Y con dos títulos para reverdecer la vitrina (campeón en Santiago y Ginebra) y haciéndole partido a Alcaraz en las semifinales de Río de Janeiro.

De ahí que ni siquiera pareció inmutarse con las diabluras del español, que le arrancaba opciones de rotura y dejaba minimizada su ventaja obligándolo a dar ese punto más en el tie break. Lo tiene. En ese drive que descerraja si la pelota del saque del rival no es lo suficientemente contundente o si encuentra el punto óptimo para volcarse sobre la pelota.

Así, a pesar de la remontada de Alcaraz, la torre seguía ahí.

Todavía le falta a Jarry la experiencia en estos escenarios que, aun con 20 años, ya tiene Alcaraz. Sobre todo, le falta esa consistencia de la que ya puede dar lecciones el español. Los 75 minutos de segundo set pesaron, a pesar de ganarlo, en el físico de Jarry, que bajó el nivel y la intensidad en el tercer capítulo.

Los saques dejaron de ser tan efectivos y la derecha comenzó a desaparecer y Alcaraz, que ya sabía que el partido sería largo y duro, no bajó ni un ápice. Tampoco de físico, lo que le faltó al chileno para aguantar la tercera hora de partido. El español, a lo suyo, caras relajadas en el palco a pesar del empate en el marcador, recurrió a veces a la magia, muy buenas voleas y botes prontos para agrandar el cansancio en el rival, como al trabajo: estar ahí siempre una más, hasta agotar la mano del chileno en el quinto juego, donde ya no pudo defender el servicio. Otro zarpazo a la montaña, que ya parecía mucho menos alta, para consolidar el break y hacer suyo el tercer set con buenísimos saques y dejadas aún mejores.

Incluso cuando Jarry parecía coger aire con un break conseguido por mérito propio y demérito del rival, las sensaciones eran más favorables a Alcaraz. Sí, incluso con 1-4, cuando comenzó el español a subir el último tramo de la torre a golpe de derecha, de volea y de globos. Porque le faltaron piernas y energía a Jarry, ya sin correr hacia ninguna de las dejadas ofrecidas por Alcaraz; demasiado duro ver cómo volvía a perder la ventaja tan costosa de conseguir.

Ese físico que a veces ha traicionado al español, fue la clave para ganar en esta ocasión. Más entero en los últimos instantes del cuarto set. También la cabeza, para no volver a despistarse ni para defender su servicio para el 5-5, y para meter la tensión y el miedo en el rival al resto. «Decisión», le gritaron desde el palco. Y a ello se encargó el murciano con fe y más gritos de rabia. Tembló la mano del chileno y acabó por morder Alcaraz. Un resto ganador para hacer el break, para remontar del 1-4, para sentenciar el choque con saque, volea, globos y mirada retadora.

En modo ahorro ante Muller, cuatro horas de desgaste físico y mental ante Jarry. Para bien o para menos bien, se encarga Alcaraz de mostrar que tiene todo preparado para cualquier torre. Incluso si se llama Zverev o Berrettini, el siguiente escalón en su ascenso hacia Wimbledon.

«Es un gran jugador. ha jugado muy bien. Jugamos en Río y ya fue muy duro. Aquí también. Se merece estar en el top. Así que estoy muy contento de haber jugado a este gran nivel y feliz de haberlo sacado adelante. Creo que los dos hemos recibido mucha energía por la grada. La clave ha sido seguir concentrado. Ha sido muy muy igualado y muy difícil. Ha estado muy sólido, así que lo importante ha sido estar concentrado y seguir creyendo en mí mismo», analizó el murciano a pie de pista.