Salvado por goleada. La crónica del Real Zaragoza-Racing (4-1)

Festín de un Zaragoza que jugó 70 minutos contra nueve y que sella virtualmente la permanencia a falta de seis jornadas

Pues ya estaría. Escribá tenía razón y el Real Zaragoza no pasará apuro alguno para conservar su plaza en Segunda División por undécima temporada consecutiva. La goleada endosada a un Racing al que le crecieron los enanos desde el principio sella virtualmente, a falta de media docena de partidos, la permanencia de un conjunto aragonés que alcanza el tramo final de la competición en estado de gracia. Ocho jornadas sin perder acumula ya una escuadra a la que la temporada se le va a quedar corta y que enfila el resto del ejercicio con la obligación de dar más alegrías a un zaragocismo ávido de sonrisas y esperanza y que se lo pasó en grande, ola incluida.

Fue, en realidad, un paseo por las nubes propiciado por dos expulsiones tempranas sufridas por un Racing que a los 20 minutos ya jugaba con nueve después de que Busquets Ferrer mandara a la ducha a Íñigo y al meta Parera en un intervalo de apenas cinco minutosEl Zaragoza, en un inusitado derroche de efectividad, celebró cada expulsión con un gol inmediatamente posterior que finiquitaban la contienda y propiciaban el jolgorio.

Ya había avisado Giuliano cuando se cumplía el primer cuarto de hora. El argentino erró en el remate tras un gran servicio de Azón cuando La Romareda se disponía a cantar el tanto. Pero, en la jugada siguiente y tras otro lanzamiento desviado del punta, el árbitro se llevó la mano a la oreja y enfiló el camino hacia la pantalla tras amonestar a Íñigo por una dura entrada sobre Grau. El visionado fue rápido y elocuente. Busquets Ferrer retiró la amarilla al mediocentro y le mostró la roja tras comprobar que su acción había puesto en serio peligro el tobillo derecho de Jaume.

El partido, que hasta entonces había discurrido entre el tanteo de dos equipos con idéntico 4-4-2, se ponía de cara para un Zaragoza que, al fin, aprovechó la superioridad numérica para tomar ventaja. Lo hizo muy pronto, apenas un par de minutos después de que Íñigo desapareciera camino del vestuario. Un centro de Bebé desde la izquierda encontraba la punta de la bota de Giuliano para batir a Perera y abrir el camino hacia la undécima campaña consecutiva en Segunda. Lo más difícil ya estaba hecho.

El fuerte viento soplaba a favor de un Zaragoza que, dos minutos después, se quedaría con dos jugadores más sobre el campo después de que el meta visitante se marchara a la calle tras desviar con la mano fuera del área un disparo de Giuliano, de nuevo mucho más rápido que la zaga cántabra en la búsqueda de un gran servicio de un Francho cada vez más determinante. José Alberto sacrificó a Matheus para dar entrada al meta suplente Ezkieta, cuyo primer contacto con el balón fue para recogerlo de las mallas tras un potente disparo de Bermejo después de que su lanzamiento de falta rebotara en la barrera. La Romareda se lo pasaba en grande. Ya tocaba.

El Zaragoza estaba desatado ante un Racing noqueado al que le llovían sopapos por todos los lados. Bermejo rozó el tercero de la tarde pero su lanzamiento, tras servicio de Gámez, se estrelló en un Ezkieta al que se le acumulaba la faena y que se empleaba a fondo para impedir los tantos de Bebé y Azón. Poco antes, Pombo, el mejor de largo de los visitantes, había retado a un solvente Cristian tras una gran jugada personal desde la izquierda. 

Escribá reclamaba tranquilidad, pausa y toque para encontrar desde los costados el camino más corto hacia la puntilla. El toque de atención fue efectivo porque, acto seguido, Lluís López, tras un saque de esquina botado por Bermejo, y Francho, con un tiro que se estrelló en los dos postes tras servicio de Gámez, estuvieron a punto de subir el tercer tanto al viejo luminoso de La Romareda.

Pero no tardaría demasiado en llegar. Ya en el descuento, Azón, que ya había avisado con un cabezazo que desbarató el meta rival, superó a Ezkieta a la segunda para soltar toda esa rabia acumulada tras un calvario del que puede dar buena cuenta Andrés Ubieto, con el que el delantero se fundió en un abrazo de esos que hablan.

El partido estaba sentenciado y el Zaragoza dedicó la segunda parte a prolongar lo máximo posible la sonrisa en el rostro de los suyos. Giuliano, tras encontrarse un disparo de Zapater (relevo de Grau al descanso) amplió la renta al cuarto de hora de la reanudación y sepultó a un Racing en el que solo Pombo se resistía a morir sin plantar cara. El disparo del aragonés se encontró con un Cristian al que el Racing únicamente pudo superar de penalti en el tramo final por un codazo de Lluís López sobre Alves. Escribá tenía razón. El Zaragoza se ha salvado por goleada.