La guerra de Ucrania provoca una tormenta perfecta de recursos clave

El gas neón, del que Ucrania es el mayor exportador mundial, y el paladio y el níquel, dominados por Rusia, forman un tridente de elementos esenciales para la nueva economía digital y su viaje hacia la descarbonización. Con la cadena de suministro comprometida, su escasez abre un escenario inquietante, porque estos materiales son fundamentales para los microchips, baterías de ión litio, teléfonos, el acero inoxidable, pilas, fusiles o tanques. Incluido coches eléctricos, turbinas eólicas o paneles fotovoltaicos, lo que en estos tres últimos casos se traduce en que esta situación pone freno a los planes de la UE de emisiones cero, al tiempo que ralentiza la adopción del vehículo eléctrico y perpetúa la dependencia del petróleo en un momento en que se intenta ganar autonomía del gas y del crudo ruso.

Es la serpiente que se muerde la cola, una ecuación perversa a la vez que perfecta para crear una situación donde tanto el problema que es cortar la soberanía energética rusa en Occidente, como la solución basada en la transición a las energías renovables están en un callejón sin salida a corto y medio plazo.

«La geoestrategia es como la teoría del caos, si una mariposa bate las alas en Pekín, eso puede provocar una tormenta en Nueva York», explica Vicente Gutiérrez. Y esto ocurre con el níquel, el paladio y el gas neón

Esto pone obstáculos la declaración de intenciones que hacía Biden en marzo apostando por un mercado más local: «Construir un futuro de energía limpia producida en EE.UU. ayudará a salvaguardar nuestra seguridad nacional». Además los peores augurios se han hecho realidad con otro parón en China por el Covid. Esta crisis, que supone un golpe al mercado global, puede acabar en KO si las tensiones entre China y Taiwán, que es el primer productor de microchips, indispensables para la industria tecnológica global, aumentan. Tal como aseguraba anteriormente Oriol Farrés, coordinador del Anuario Internacional Cidob, «un conflicto en el estrecho de Taiwán sería equiparable a un infarto en el corazón de la economía mundial».

La teoría del caos

Óscar Miguel, subdirector de Cidetec Energy Storage, apunta que «ahora toda la atención se polariza en torno a los acontecimientos de Ucrania y Rusia, pero el debate viene de atrás, desde 2020, porque hay un cuello de botella por ejemplo en las baterías, no solo por la falta de materias primas, si no también por unas condiciones cada vez más exigentes de sostenibilidad en la forma en que se obtienen y por consideraciones geoestratégicas». Y Vicente Gutiérrez, presidente de Cofedem (Confederación Nacional de Empresarios de la Minería y Metalurgia) y secretario general de Primigea (Confederación Española de las Industrias de las Materias Primas Minerales), matiza que la geoestrategia «es como la teoría del caos, si una mariposa bate las alas en Pekín, eso puede provocar una tormenta en Nueva York». Y esto es lo que ocurre cuando hablamos del níquel, del paladio o del gas neón. «Ejemplo de ello es el níquel cuyo precio está subiendo a una velocidad anómala», establece Gutiérrez.

Concretamente, Ucrania exporta la mitad del gas neón del mundo, clave en los semiconductores. Se usa para los láseres que marcan los patrones en los chips. Y la empresa Cryoin en Odesa ha jugado un importante papel suministrando neón a EE.UU.,Corea o Japón. Los gases producidos como subproducto de las fábricas de acero ruso se embotellan y Cryoin los purifica. Pero como si de una reacción en cadena se tratase, el conflicto ucraniano puede repetir el escenario de 2014, momento en el que el precio del gas neón subió un 600%. Ahora la guerra pone en aprietos a gigantes como Intel, quien obtiene el 50% de su gas neón de Europa del Este. Y EE.UU. importó el 90% del neón de Ucrania, según la consultora tecnológica TechCet. Aumentando la presión sobre la cadena de suministros en todo el globo.

Mientras, Moscú exporta el 43% del paladio mundial, igualmente fundamental para los chips y en el sector automotriz. Y «es el tercer productor mundial de níquel de alta calidad, después de Indonesia y Filipinas, y el primero en producir derivados de este producto», según un informe de la gestora OFI AM. No en vano, es uno de los llamados minerales del futuro, necesario en todo tipo de industrias. Por eso, el temor a una prohibición de las exportaciones rusas hizo que en la Bolsa de metales de Londres subiera su precio un 400% en solo 18 minutos.

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Todo esto ha hecho que se trasladase la demanda de este metal a a zonas como Australia, Canadá o Guatemala. En éste ultimo país Putin ya había movido ficha a través de Solway, el gigante ruso-suizo del níquel, convirtiendo la zona en un lugar relacionado con asesinatos y corrupción. La investigación ‘Los metales de la transición energética’ establece que el níquel será uno de los cuatro metales más codiciados, tanto que sus productores por sí solos podrían generar ingresos similares a los del sector del petróleo en los próximos 20 años. Fundamental para las renovables, la geotermia y la energía nuclear. Tesla siendo previsor ya abrió una nueva mina de míquel en Nueva Caledonia.«Solamente los locos revolucionan el mundo», afirma Gutiérrez.

Baza para China

China sería la ganadora en todo esto porque puede encaminar la producción de metales de Rusia a través de sus refinerías, siendo un plan de la Ruta de la Seda de los Balcanes. La alta dependencia del níquel ruso explicaría que Vladímir Potanin, llamado el rey ruso del níquel y dueño de Norilsk Nickel, sea el único oligarca, a diferencia de los potentados del gas o petróleo, que no ha sido sancionado por EE.UU., y que por tanto puede seguir haciendo negocios en el extranjero. Esto refleja la importancia crucial de los metales y la minería.

El oligarca Vladímir Potanin
El oligarca Vladímir Potanin – Reuters

Frente a todos estos problemas, se buscan alternativas de urgencia. El subdirector de Cidetec Energy Storage comenta que han surgido ideas para extraer el níquel del agua del mar, «pero está en duda el impacto medioambiental que tendría. Asimismo se han planteado las baterías de litio ferrofosfato (LFP), que al usar hierro y fosfatos eliminarían el problema de la escasez». Además se impulsa el reciclado de las baterías y el concepto de segunda vida, es decir baterías que ya no funcionan con toda su potencia, pero pueden usarse en otros dispositivos. Y Garrido, de Cofedem, señala que la empresa onubense Atlantic Copper tiene un proyecto puntero para recuperar ciertos metales de la chatarra, como el níquel y el paladio.

La situación pone a prueba la resiliencia de la UE. Por eso, Daniel Prieto, presidente de Ageinco, asociación Clúster de Empresas de Ingeniería, señala que el Perte de 12.250 millones para los microchips en España se encamina a perseguir la independencia, aunque se tarde en conseguirla, porque «o empiezas a usar y gestionar tus propios recursos o geopolíticamente estás muerto».