La comunicación medio imprescindible para la educación XI: La preparación próxima

Todos estos artículos de Oratoria giran en torno a la preparación inmediata del orador, por lo que aquí y ahora no podemos hacer otra cosa que establecer unas consideraciones elementales y previas.

Ya hemos expuesto en estos artículos los pasos a seguir para determinar el que hemos de decir y las características que ha de reunir. Ahora tenemos ocasión de aportar, de manera más detallada, otros datos que nos ayudaran a preparar el tema.

Como consecuencia de los estudios previos, nos surgirá la necesidad de leer libros, artículos, comentarios sobre el tema que vamos a disertar, y esto nos proporcionará un cumulo de ideas que, a no dudarlo, nos ayudarán a perfilar mejor el contenido de nuestro discurso. Por otra parte, nos dejaran con un material de reserva muy estimable que nos aportará una gran confianza en nosotros mismos a la hora de exponerlo ante al auditorio.

No podemos presentarnos ante nuestro auditorio con las ideas justas. Hemos de seleccionar, entre muchas, las más adecuadas de acuerdo con la finalidad del mensaje; las otras, las mantendremos de reserva.

Leer, y leer con atención. Así, en multitud de ocasiones, nos encontraremos giros, léxico, imágenes, ejemplos, que nos ayudarán a fundamentar las propias ideas y a expresarlas mejor.

Escuchar las opiniones de 1os otros sobre el mismo tema: enriquecerá nuestros conocimientos, matizará nuestras opiniones, nos darán ocasión de reflexionar y de buscar argumentos en aquello que no estamos de acuerdo.

Es muy conveniente también escribir el discurso antes de pronunciarlo. La escritura exige un esfuerzo para codificar nuestras ideas. Nos será muy útil para poderlas expresar verbalmente, ya que de la mano de la idea, vendrá el termino más adecuado que la contiene.

Al analizar el texto descubriremos expresiones nuevas y acertadas, comparaciones, metáforas, antítesis, giros en las frases y, evaluándolas, eliminaremos las improcedentes, reteniendo en la memoria las más precisas. Por otro lado, al releer nuestro discurso, podremos observar si esta claro, si es lógico, si nos convence. De esta forma, nos será sencillo modificar, matizar o corregir aquello que encontremos inadecuado.

  Hablar. Cuando comentemos nuestras ideas con otras personas descubriremos sus reacciones ante ellas, lo que nos ayudará a puntualizarlas mejor ante el auditorio. Escucharemos sus opiniones, que enriquecerán las nuestras, corregiremos algunas que nos parecían imprescindibles e inconmovibles, y las encontraremos superficiales y susceptibles de modificación.

Y, sobre todo, reflexionar. Pensar en el discurso, dejarle que nos acompañe a todos los sitios, que surja desde nuestro subconsciente en múltiples ocasiones, hasta el punto de que se irán perfilando imágenes, ejemplos hechos. De este modo, nuestro discurso ira cobrando vida.

Un discurso no es producto de la inspiración de un instante, sino el resultado de un arduo y laborioso trabajo.

De ahí que recalquemos la importancia de meditar sobre las experiencias que vivimos, de todo aquello que afecta nuestra vida, para que permanezca con multitud de vínculos sensibles permitiendo, fácilmente, su salto al consciente y su posterior utilización si nos es necesario.

Sirvan pues estos datos como complemento de la sistemática que nos proporcionan los estudios previos para una mejor preparación del mensaje que vamos a dirigir a nuestro auditorio.