El rol vital del terapeuta

Allá por el mes de marzo, cuando el covid empezaba a causar verdaderos estragos en los hospitales, se sabía poco del virus. En el Miguel Servet de Zaragoza la dirección pidió a los terapeutas ocupacionales si querían, voluntariamente, acceder a las unidades de cuidados intensivos (ucis) para empezar a tratar a los pacientes. En aquel momento, Sandra Abad dio un paso al frente y se convirtió en una de las primeras terapeutas ocupacionales del país en trabajar el covid. «Le dije a mi marido que quería atender a estos pacientes porque somos sanitarios y no cabía en mi otra opción que no fuera esa. No tenía miedo.  Las plantillas de terapeutas son escasas en todo el país y cuando me puse a trabajar con covid, solo había otras dos personas haciéndolo en otras comunidades», cuenta Abad.

Su trabajo empieza en la uci, pero continúa en planta hasta que los enfermos reciben el alta. «Tenemos que estimularles en el plano físico, congnitivo, sensorial y social teniendo en cuenta las habilidades y actividades de ese paciente antes de caer enfermo. Tiene que recuperar su vida normal, sus costumbres, y las secuelas del covid hace que muchos no puedan hacer actividades tan básicas como escribir, vestirse o comer», cuenta Abad.

En el Servet, el equipo de terapeutas ocupacionales son diez personas que durante la pandemia se han tenido que reinventar. «Yo he sido la única que ha estado haciendo covid desde el principio, pero todos nos fuimos adaptando porque al inicio había mucha demanda y pocos terapeutas», cuenta. «El que hacía coronavirus no podía tratar a otros pacientes, no se podía estar más de 4 horas con el traje, en las habitaciones el material no se podía sacar y para estimularles usábamos algo tan básico como dos botellas y cuatro gasas. Íbamos a ciegas», cuenta.

Muchos meses encamados

Profesionalmente, su labor quizás aparenta estar en un segundo plano de cara a la galería, pero sin duda su trabajo es vital para que los pacientes recuperen su autonomía. «Ese es nuestro único objetivo, estimularlos al máximo posible. Al principio, cuando los médicos en planta me veían y me decían que un paciente de uci conseguía mover la mano o había respondido sentía un subidón porque veía que el trabajo, a pesar de lo duro que fue aquella primera ola, daba resultados», dice.

Han asistido a pacientes covid de todos los perfiles, tanto jóvenes como mayores, pero en todos se da la circunstancia de que cuando el coronavirus ataca fuerte y les hace permanecer entre 3 y 4 meses en la uci la inmovilidad es una pauta común. «Son muchos meses encamados y hay una pluripatología general en todos los niveles (físico, social, congnitivo y sensorial). No nos podemos centrar solo en que no mueve el brazo, hay que ir más allá porque llevamos a cabo una multitarea», explica la terapeuta.

Algunos pacientes han recuperado sus habilidades muy pronto, mientras que otros han llevado un proceso más lento. «Solamente podemos hacer con ellos una rehabilitación de 30 minutos. Por lo general, a terapia ocupacional acude un paciente muy afectado, pero en el caso concreto del coronavirus no tenemos tiempo para todo en 30 minutos», explica Abad. El desconocimiento de la enfermedad, sobre todo en los primeros meses, llevó a estos profesionales a investigar sobre la patología cuando llegaban a casa. «Cada enfermo es un mundo, pero es que en este caso no sabíamos cuál iba a ser su respuesta ni las secuelas. Iban surgiendo las cosas un poco día a día», explica. Sí tuvieron claro, desde su parcela sanitaria, que el paciente «tenía que volver a ser la misma persona que era antes del covid», señala. «El modelo se debe encaminar a la ocupación. Si es profesor, su habilidad de dar clase debe volver. Si es escritor, debe regresar a su tarea de escribir. Y si trabaja en una fábrica, lo mismo», explica Abad.

Escasas plazas

En este sentido, la sanitaria insiste en que si el paciente no logra tener participación en cualquier actividad, «tampoco tendrá bienestar emocional, ni autonomía ni calidad de vida», dice. Es ahí donde el rol del terapeuta ocupacional se puede considerar vital para la recuperación, pero a pesar de esta importancia las plazas de esta especialidad son escasas en todo el país.

En Aragón, el Salud cuenta solo con 35 plazas de estos profesionales. «Es una reivindicación que viene de lejos. Nos gustaría ser más compañeros, sobre todo con más presencia en Atención Primaria, donde creemos que es algo muy necesario. Se haría una labor grande de prevención porque se atendería a los pacientes antes y se evitaría que muchos fueran al hospital», comentó Abad, que es vicepresidenta del Colegio Oficial de Terapeutas Ocupacionales de Aragón.