Valores Familiares VI : Estudiar con eficacia. Las Técnicas de Estudio

Padres, profesores y alumnos hacen especial hincapié en la necesidad de mejorar la forma de estudiar. Es muy frecuente oír a los padres decir que sus hijos no saben estudiar y ven la necesidad de que aprendan técnicas de estudio apropiadas para un mejor y efectivo aprendizaje. Así mismo algunos profesores para sus respectivas asignaturas, y a veces de modo general, explican diferentes pautas de comportamiento con objeto de ayudar a sus alumnos a ser más eficaces. También se dan indicaciones, normas, consejos y ejercitaciones en el material escolar y en los libros de texto.

Dichas orientaciones son muy variadas. Existen elementos comunes, generalmente aceptados por todos aunque, en la mayoría de los casos, dichas orientaciones se limitan a aspectos muy concretos, aislados del contexto general y frecuentemente desconectados del mecanismo global del pensamiento.

Veamos, entonces, los criterios para que, con objetividad, sepamos en qué consisten las técnicas de trabajo intelectual o técnicas de estudio y cómo deben ser aprehendidas por cada uno de los estudiantes. Dos cuestiones importantes estas porque van a permitan conocerlas y valorarlas convenientemente para que puedan ser aplicadas e incorporadas al trabajo del alumno como lo que realmente son: un hábito de estudio necesario para su desarrollo personal.

Pero, ¿por qué es necesario profundizar en ello?

Porque el modo correcto de estudiar no es el que se determina subjetivamente. Quiere esto decir que lo que uno cree que es el mejor método de estudio no garantiza que lo sea realmente. Estudiar eficazmente dependerá, siempre, de la correcta relación que se establezca, objetivamente, entre el modo de estudiar y los objetivos que se pueden y deben lograr cuando se estudia. Sólo de este modo podremos llegar a conocer las causas por las que no se estudia bien y porqué se desaprovechan los recursos que el propio proceso de aprendizaje lleva consigo.

Para ello, será necesario volver a recordar cuál es el proceso de aprendizaje. De este modo evitamos cualquier opinión, que será gratuita sino corresponde con lo que exige el citado proceso.

Es evidente que, para estudiar bien, para estudiar con eficacia, el estudiante puede y debe utilizar todas las capacidades intelectuales que posee. Y esta posibilidad todavía se hace más imprescindible si el alumno sólo ha venido empleando, preferentemente, la memorización repetitiva. Estudiar para aprender, obliga a pensar y pensar lleva consigo la utilización y desarrollo de sus capacidades intelectuales: generalización, análisis, síntesis, expresión, etc. Así pues, estudiar es el mejor medio no sólo para aprender sino, también, para desarrollar con intencionalidad dichas capacidades.

Pero es que, además, y esto es tanto o más importante, estudiar es la ocasión idónea para el desarrollo de valores: orden, voluntad, autoestima, laboriosidad, fortaleza, perseverancia,… Es decir, para crecer en libertad y responsabilidad personal.

Estudiar es llegar a la comprensión de lo esencial, lo cual requiere de un proceso analítico – sintético y de generalización. Por tanto estudiar no es memorizar frases, ideas, fórmulas, etc. de modo que se repitan y se vengan a aplicar automáticamente sin haberlas comprendido. Si se hace así el resultado no puede ser otro que subordinar el hecho de estudiar exclusivamente a aprobar, pero sin saber. Evidentemente, es tan arriesgado que raramente se consigue. Por el contrario, estudiar tiene como finalidad aprender, lo que requiere ser comprendido y posteriormente memorizado. Exige pensar.

Si analizamos el estudio como medio para aprender algo que proviene del exterior (clases, libros de texto, apuntes, etc.), y cuya finalidad es, en síntesis, hacer nuestros esos nuevos contenidos, habrá que entender que estudiar es, en realidad, un auténtico proceso de comunicación.

En todo proceso de comunicación, exactamente igual que en el acto de estudiar, se dan tres pasos que deben de ser completados correctamente para que exista dicha comunicación. Estos pasos son: recepción del mensaje, (los contenidos), comprensión, elaboración e interiorización de dichos contenidos (cuando se estudia corresponde al proceso analítico- sintético y de generalización mencionado) y, por último, la expresión (respuesta personal a la información recibida desde el propio yo, de lo comprendido e interiorizado personalmente).

Pues bien, analicemos ahora este proceso.

Para la recepción de la información debemos utilizar básicamente, los sentidos de la vista y del oído. Por ello, para estudiar bien, habrá que prestar atención el proceso de lectura, previo descarte de posibles deficiencias de visión y otros condicionamientos posibles (dislexia, etc.) que tienen su corrección específica. Significa leer bien y leer rápido. La rapidez en la lectura no dificulta la comprensión sino que, por el contrario, la aumenta al aumentar la concentración. En este sentido, deberá prestarse mayor atención en conocer y aplicar las eficaces técnicas de lectura rápida comprensiva existentes. Su finalidad, mejorar los hábitos lectores y la capacidad de comprensión del estudiante.

Respecto al sentido del oído, por donde recibimos los mensajes y las explicaciones dadas en las clases, conferencias, etc. habrá que desarrollar la capacidad de escuchar. Se mejora esta capacidad aprendiendo a Tomar Apuntes correctamente.

El siguiente proceso hace referencia, básicamente, a la comprensión de la comunicación – los contenidos – que recibimos por medio de los libros de texto, apuntes, etc. Dicho proceso, pensar para comprender, tiene sus fases: identificar los conceptos e ideas, relacionarlos, analizarlos, jerarquizarlos, sintetizarlos, asociarlos, imaginarlos, con la posibilidad de transformarlos creativamente sin que pierdan su sentido original. Estamos hablando de pensar con orden; el método de estudio.

De este modo, con este método de estudio, la información recibida, elaborada en nuestro interior, pensada y comprendida, tiene plena relación con lo que se nos ha comunicado, pero queda transformada, enriquecida, al ponerla en relación con lo que se sabe, con los intereses que cada alumno tiene, con las experiencias que ha vivido. Y puede y debe nacer en su interior la necesidad de ampliar, de relacionar esos contenidos con otros, modificarlos y mejorarlos; en suma, nace la necesidad de investigar, de saber más. Pero, nada de esto se puede conseguir si no se piensa, sino se aplica el citado proceso de análisis – síntesis y generalización propio de un correcto método de estudio.

Por el contrario, si estudiar es un mero acto de memorización, el olvido es prácticamente seguro y el propio hecho de estudiar, al no transformarnos a nosotros mismos, ni transformar los contenidos recibidos, carece de sentido, pierde todo interés y es poco o escasamente motivador.

Sin embargo, al estudiar pensando, con interés por aprender, lo aprendido queda memorizado, no literalmente como hemos visto, pero si sustancialmente, porque se ha convertido ya en algo propio. Evidentemente, en ocasiones, habrá necesidad de memorizar conceptos, ideas, datos, fórmulas…, previamente comprendidos, que es necesario fijar en la memoria. Para ello, no sólo se puede utilizar la repetición, sino que pueden usarse Técnicas de Memorización basadas en la creación de imágenes mentales y en su posterior asociación. Hablamos de Técnicas de Memorización que desarrollan en los alumnos la capacidad de imaginar y de asociar.

Por último, el proceso de comunicación finaliza con la expresión de lo aprendido y memorizado, puesto que, si no hay respuesta personal (no simple repetición) no habrá verdadera comunicación. Por tanto, será necesario desarrollar, intencionalmente, las capacidades de comunicación oral (expresión oral – Oratoria) y escrita (Redacción) teniendo muy en cuenta las reglas ortográficas, que es la aplicación del hábito del orden a la escritura.

En síntesis, estas serán las Técnicas de Trabajo Intelectual a conocer y aplicar por cualquier estudiante. Deben ser enseñadas de forma práctica por el educador quien, al principio, las aplicará él mismo, directamente, sobre el material de estudio de los alumnos y sobre sus concretas ejercitaciones diarias, teniendo siempre muy en cuenta los objetivos educativos de cada uno de ellos. Por tanto, esta actividad debe de ser dirigida por profesores especializados en las citadas Técnicas y, sobre todo, en los criterios propios de la Educación Personalizada.