Un gol de Rodrygo es la vida del Real Madrid en la Champions

Hay partidos que valen títulos y hay partidos que curten. No sabemos si la victoria frente a un Inter ambicioso será preámbulo de algo grande en tiempos de austeridad en el Madrid. De momento, saca del banco de arena al equipo y endurece a quienes lo necesitan, como Vinicius y Rodrygo, la conexión de un gol que es como la tierra para un náufrago, para supervivientes que son también niños. Cuando sienten que han perdido su lugar en el ataque, se sienten más importantes que nunca. A Zidane le salió cara con sus cambios, las caras de V&R.

A campo abierto lo hiceron como a campo abierto partió el Inter sin meter un balón en el bombo de la lotería. Es la nueva Italia, el ‘nuovo calcio’. Es pronto para saber el resultado de esta revolución que tiene riesgos, como lo prueba el primer gol del Madrid, nacido en un error de Achraf por querer jugar con su portero. En otro tiempo, el portero no jugaba, paraba, y más en la tierra del catenaccio, que tuvo uno de sus apóstoles en el padre de la ‘Grande Inter’, Helenio Herrera, HH. Otro tiempo, otro fútbol, otro Inter. La reconversión puede ser interpretada como un paso adelante, en busca de más goles, más espectáculo y más dinero. Todo está en relación. La incógnita está en saber si los italianos juegan a lo que sienten. Necesitamos tiempo. El presente, de momento, avala su competitividad, de la que todavía sabrá este Madrid.

Los colores neroazzurri son, pues, lo único que podíamos identificar como italiano en este Inter que parte de tres centrales, se despliega por las bandas y adelanta sus centrales a los medios. Para eso hacen falta defensas como Bastoni, buen pie y buena cabeza, pero menos intensidad en la marca. Al Madrid le costó poco rematar desde lo que años atrás era un coto privado. Lo hicieron Asensio y Valverde antes de que el marcador se abriera por el error interista en el centro del campo. De hecho, es más italiano Sergio Ramos, que tiene lo suficiente para levantar la cabeza y desplazar el balón, pero también hacer un marcaje a la antigua a Lautaro. Si a ello le añadimos el gol en el área contraria, sólo cabe concluir lo que ya sabemos. Es único, inclasificable, pero no infalible. Su lectura en el empate italiano no fue la correcta.

Sólo dos minutos después

Ese duelo no era el único que propuso Zidane, al mandar a Valverde a presionar a Vidal. Defensa y centrocampista del Madrid persiguieron a sus referencias con disciplina militar. Valverde defendió hacia adelante para ‘encimar’ al chileno hasta hacer que se sintiera incómodo, mucho. Ramos tuvo un hueso duro, porque Lautaro se mueve como un diablo, es agresivo sobre el defensa y carga el disparo de primera. Acompañado de Lukaku, ausente en Valdebebas, forman un ataque de tormento. El argentino no atraviesa su mejor momento, pero en Valdebebas encontró el fruto del gol después una jugada para la videoteca.

El mérito fue del joven Barella, que dejó una asistencia de espuela para el argentino en el área. El gol devolvió al partido rápidamente al Inter, dos minutos después de que Ramos hubiera logrado ampliar la ventaja de Benzema. Era su gol número 100 de blanco. Palabras mayores para un defensa.

No era un partido para estar tranquilos, jugado con ambición, movilidad y alto ritmo de juego por los dos equipos. También con nervios, dada la situación de ambos en la clasificación de un grupo convertido en una coctelera. La fortuna del Madrid fue tomar la iniciativa, por dos veces, aunque no fuera capaz de sostenerla. El error de Achraf en el mismo césped donde echó los dientes del fútbol se debió no sólo a los riesgos que asume Conte, también a los ya referidos duelos individuales, puesto que se producían, asimismo, en las bandas.

Ritmo más elevado

Achraf se lo había ganado a Mendy en una carrera en la que le faltó precisión en el centro final, pero esta vez lo perdió en la presión y la carga. La cesión a Handanovic, muy forzada, fue defectuosa. Benzema la aprovecho, atento a la carroña como una hiena. Es lo que ha de hacer un delantero. El francés soportó el pulso con el portero y encontró la red. El tanto de Ramos, muy poco después, no partió de un error grueso del rival, pero sí de una mala lectura defensiva. Si el capitán blanco da un paso en tu área, sólo queda santiguarse. Lo hizo.

La ventaja era solvente, pero el tanto de Lautaro la comprometió antes del descanso. De vuelta, el Inter subió el ritmo y Zidane se vio obligado a sustituir a Hazard y Asensio, sin fuelle para lo que venía. Progresa adecuadamente el belga, necesita mejorar el balear. La lectura de ZZ no pudo ser mejor, puesto que la conexión de los sustitutos, Vinicius y Rodrygo, sería clave para evitar la catástrofe, pero antes había que entrar en un peligroso cuerpo.

La falta de presión y la mala lectura, esta vez sí, de Ramos, propiciaron que el balón llegara a Lautaro. Cedió el argentino a Perisic, que cruzó para empatar y hacer al Inter dueño del partido y de las ocasiones. De nuevo el croata y el argentino pudieron definir la victoria, pero el perdón se paga caro ante el Madrid, aunque no lo arrope el Bernabéu. Hasta un adolescente por edad y madridismo como Rodrygo lo sabe. Fue su quinto gol en un torneo que le quiere. Como al Madrid.