Isak destroza el sueño copero de Zidane

Las rotaciones de Zidane llegaron hasta donde llegaron. El Madrid salió a medio hacer para otro partido copero, pero enfrente ya no había un 2ºB, ni un 2ª, sino la Real, que ya había sido mejor en el partido de Liga, uno de los mejores equipos de España. Así que la Real salió tan bien como se esperaba, pero además el Bernabéu presenció el estallido de Isak, que destrozó al Madrid convirtiendo lo que venía siendo la mejor defensa nacional en un colador de los de antes.

Porque ante uno de los mejores equipos, el Madrid salía adelgazado en el centro del campo. No se notó mucho al principio, animoso, aunque la Real ya parecía muy bien plantada. En los primeros minutos, el Madrid jugaba rápido, con pies ligeros. James y Brahim cambiaban sus posiciones, pero su movilidad no terminaba de producir un juego denso. La mediapunta y los interiores tenían que cuajar.

Hubo un tiro de Benzema en el 10, ocasión por pronto pase de Brahim, pero respondía Januzaj en el 16. No era de nadie el partido y en el Madrid se iba acrecentando Vinicius, autor de casi todo. En el 21 ya hizo una rápida jugada por el extremo y a su centro acudió…Nacho, que fungía de lateral. Eso daba idea de cierta insuficiencia en el Madrid.

En la Real el fútbol se hacía de categoría cuando Merino y Oyarzabal combinaban, y respondía con ese ritmo suyo sereno pero firme. En el 22 llegó el gol de Isak, su chut lejano lo dejó vivo Areola y el rechace, que venía siendo una seguridad madridista, sin Casemiro quedó para Odegaard, que escupió al primer toque un chut centrado que atravesó al blando Areola.

El Madrid se lo echó a la espalda Vinicius. En el 26 hizo una jugada descomunal, metió un turbo casi absurdo para dejársela a Benzema, que no tenia el día.

Vinicius se hacía líder. Desbordaba siempre, ayudaba en el robo y además la pedía. Pero el resto de la zona de ataque era liviana. Brahim tuvo momentos individualistas y James ratos de islote, desaparecido.

La Real cogía el balón a ratos y comenzaban las ocasiones de Isak, que ya tuvo una en el 32.

En el Madrid se echaba de menos el ir y venir de Valverde, demasiado en mediocentro. James tiene momentos, no continuidades. Su zurda volvio al mundo de los vivos en el 35, con un chut muy peligroso. Esta ocasión espoleó al Madrid, que acabó en alto, con ganas, subiendo el juego. Pero la Real respondió bien colocada y con instantes de posesión. Pudo verse como un duelo entre Vinicius, que se iba siempre sin encontrar socio en el reate, e Isak, al que dejaban siempre solo las fantásticas combinaciones de Merino y Oyarzabal. Vinicius no encontraba rematador (si una vez fue Nacho, otra fue Marcelo), y en la Real el rematador no terminaba el buen trabajo del resto. Una de esas ocasiones, una contra en el 45 confeccionada con apenas dos toques del portero Remiro y de Oyarzabal, revelaba en el Madrid una debilidad nueva, estructural. Bien mirado, era un 4-2-4. Sin claros interiores en el campo, del pentacampismo había pasado a dos medios puros, perdiendo además la polivalencia y ubicuidad de Valverde.

Por eso Zidane sacó a Modric, pero al Madrid no le dio tiempo a mejorar. Se notó muchísimo la ausencia de Casemiro, un jugador sin suplente, un puesto sin doblar, y ya en el 48 Isak volvió a marcar tras pase clarividente de Odegaard. Lo anulo el VAR, y aunque parecía que podía servir de aviso, el Madrid volvió a verse sorprendido poco después, en una jugada de Barrenetxea, que habia entrado en el descanso, rematada con una volea fabulosa de Isak, incontrolado, libre, sin sujeción. Llegaba todo de nuevo por la izquierda de la Real, la derecha blanca, su agujero. Y al instante, el 0-3, en otro gran remate, duro, como un latigazo de Isak tras un rechace. No solo era la libertad del 9, suelto, era también la corona del área convertida en zona de libre paso.

El Madrid realmente llevaba ya unos minutos en el zafarrancho, así que el 1-3, su primera respuesta, no fue por un cambio de nada sino por la continuación. Lo marcaba Brahim tras pase de Brahim. A eso se agarró el Madrid para cimentar algo parecido a una reacción convincente: las diagonales breves apuntadas por Brahim, Marcelo, el viejo Marcelo, y Vinicius, imparable en el dribling. El campo fue un fragor por un rato, se sintió la tradicional conexión, el tamtam, el vudú.

Pero por ese lado que ya no cubría Marcelo, Isak, otra vez, dio un gran pase a Merino, que marcó a placer el cuarto.

Isak había destrozado al Madrid. Cualquier comparación con los delanteros blancos movía a honda reflexión. Era un nueve moderno, con calidad y un disparo de cuidado. Originó el primer gol, marcó los dos siguientes y asistió en el cuarto.

Se marchó entre aplausos y la Real se dispuso en 5-3-2 para esperar lo poco que pudiera hacer el Madrid. Entró Jovic para la lluvia de centros y siguió empujando, con menos ahínco. Cuando marcó Vinicius, quien más lo merecía, el VAR lo revisó, pero el brasileño, desatado, le fabrico al instante otro gol a Rodrygo (2-4). Si algo bueno tuvo el partido para el Madrid fue ver otra confirmación de Vinicius, justo ahora que está a punto de volver Hazard.

A diez minutos del final, el Madrid se volcó, y Ramos se incrustó en la delantera. Los centros atornillaron un poco al visitante, pero la Real se echaba arriba a la menor ocasión. Le Normand paró con su cara un potente tiro de Modric y el asedio de pases madridistas acabó con el 3-4 de Nacho, rematando en el área, ya en la prórroga, y a falta de tres minutos para el final. Era como si el Bernabéu tuviera que imponer su atmósfera y sus infartos. Una prórroga allí es un mundo. Vinicius le sacó la expulsión a su par, Gorosabe y hubo aun un pase de Marcelo a Ramos que paró Remiro. El Madrid lo intentó con esa especie de comodín que tiene, ese superpoder de las remontadas y del estadio, pero eso no podía suplir lo lejos que se habia quedado de una mejor Real, justa semifinalista.