Otra lección del maestro Nadal a Medvedev

Por el último antecedente, una final del US Open que se decidió por milímetros, el Nadal-Medvedev de la Copa de Maestros se presagiaba de alto voltaje. Por lo que se jugaban ambos y por los protagonistas. Porque a la ambición desmedida de Rafael Nadal se unió el hambre infinita de Medvedev, ávido por doblegar a la vieja guardia. Pero al ruso todavía le falta crecer. Sobre todo en los momentos en los que el tenis pasa a convertirse en una partida de ajedrez y es la cabeza la que debe manejar las emociones. Con un 5-1 a favor, Medvedev dejó que su mano temblara ante el vértigo de la victoria y ahí, en el límite, nadie mejor que el español. Otra remontada marca de la casa para que el maestro siga dando lecciones.

Es el ruso un tenista atípico, desbargado, casi como un títere en sus movimientos y sus golpes. Pero, precisamente por ese aparente descontrol de sus actos, consigue encontrar las cosquillas del rival. Porque lo devuelve todo: sin un estilo bonito ni mucha preparación, pero con fuerza, agilidad y muchísima intención. Así que a Nadal le tocó trabajar desde la paciencia y la contención para equilibrar los arrebatos del ruso. Muy seguro en el primer set, el número 1 del mundo arregló un pequeño susto en forma de break point con un globo impecable. Sus números con 4-4 evidenciaban su mejoría con respecto al estreno del torneo con Alexander Zverev: 14 de 17 puntos logrados con su primer servicio, siete golpes ganadores de derecha y cuatro de revés, solo cuatro errores no forzados. Nueve perfectos puntos en la red.

Tanta energía en la pista que tuvo que soltarla con aspavientos y puños cerrados cuando el set se acercó sin remedio al tie break. Y ahí, cuando normalmente el pundonor y la mentalidad del español supera cualquier contratiempo, no pudo con el ruso, que huele los huecos, por mínimos que sean. Tuvo Nadal el control, pero no llegó a ser todo lo contundente que necesitaba en dos puntos claves. La intención era inmejorable, pero ante Medvedev no vale quedarse al 90 % de la intención, y el 4 del mundo se alió después con su servicio, a 209 kilómetros por hora, para llevarse la primera manga.

Frustración y ceño fruncido en el rostro del balear, que había permitido un mínimo desajuste por el que se coló Medvedev. Convirtió la rabia en un pasito más adelante, incluso al resto, donde apretó para no tener que dejar la suerte del segundo parcial de nuevo al tie break. Convincente y convencido, ajustó la derecha, se apoyó en los saques a contrapie y recuperó las piernas para cerrar huecos y puntos en la red. Aprovechó también cierto bajón físico de Medvedev, que sufrió el primer break en el primer juego y el segundo ya en el noveno, cuando Nadal cerraba puños porque sumaba su primer set en la Copa de Maestros y mandaba el encuentro a un tercer capítulo lleno de incertidumbre.

Pero en el tercero, Medvedev mostró todo su potencial. Y también todas sus carencias. Ya es una realidad que amenaza cualquier hegemonía, también la de Nadal, a quien acribilló a golpes ganadores y a passing shots impecables y lo arrinconó al fondo de la pista. Desde ahí, al balear le costó un mundo hacer bailar a su rival, que llegaba a todo e incluso se permitía el lujo de dejar detalles más propios de veteranos que de campeones en ciernes. El ruso va camino de todo.

23 años de adrenalina e inconsistencia

Impensable, tal y como había discurrido la segunda manga, el 0-4 con el que se encontró Nadal sin remedio ni opciones de levantarlo. La firmeza se evaporaba, como la efectividad, de tan afinado que debía jugar siempre ante Medvedev. A pesar de los intentos del español por mover al ruso, este se deslizaba con brío y sin fisuras. Hasta dos bolas de break tuvo que levantar en el quinto juego. Salvó en la red, con el orgullo que lo caracteriza, una primera bola de partido. Y amplió su leyenda de puntos imposibles cuando recuperó uno de los breaks con un toquecito mágico de muñeca que superó al ruso en la red.

Un punto de inflexión para el 4 del mundo, que fue empequeñeciéndose cuando la victoria ya llevaba su nombre. Ni siquiera pudo controlar su servicio en el séptimo juego. Ni en el noveno. El orgullo del español lo llevó a sumar 12 puntos por solo dos del ruso, que palideció ante la victoria, incapaz de controlar sus emociones ni su mano, amenazado el alirón por un Nadal que siempre vuelve. Del 1-5 al 6-5. Puro Nadal.

Bajó presión, Medvedev se sacó tres aces para mandar la definición del encuentro al tie break. Pero en la jugada de ajedrez en la que se convierte siempre el tenis en sus momentos más intensos, sobre todo en el tie break, nadie como Nadal. Llevó a buen término la jugada de cambiar el ritmo con el cortado, con el que le dejaba toda iniciativa y control a un Medvedev que recibió la enésima lección mental de Nadal. Porque el ruso lo tuvo todo atado y bien atado, y acabó atropellado en sus propias inconsistencias, las deficiencias que todavía asoman en un tenista descomunal. Por el momento, Nadal es superior.

El español suma su primera victoria en la Copa de Maestros y amplía su ventaja con respecto a Djokovic a 640 puntos para mantenerse en el número 1 hasta el final de año. Al balear le queda un encuentro de la fase de grupos, el viernes contra Stefanos Tsitsipas. «Honestamente, he sido muy afortunado. Daniil ha jugado mejor en el tercer set, y un día como estos ganas una vez entre mil. He jugado mejor que hace dos días. Cuando estuve 3-5 vi que tenía una oportunidad porque siempre es difícil cerrar los encuentros y empecé a jugar un poco mejor. Con esta afición es imposible no luchar hasta el final en pistas como esta», comentó un sonriente Nadal, capaz de aguantar los peores tiempos y trabajar hasta llevarse el triunfo.