Encuentro «Paz sin fronteras» en Madrid: Hay que combatir la narrativa del nacionalismo

El periodista italiano Paolo Borrometi es de la ciudad de Módica, en Sicilia, pero hace cuatro años que no ve el mar, ni acude a un restaurante, ni va a ningún concierto. Su vida nos recuerda que Europa debe hacer frente a enormes desafíos, entre ellos, la lucha contra el crimen organizado y la implantación completa del estado en todos sus territorios. Borrometi vive con cinco escoltas porque la mafia quiso ponerle un coche bomba y acabar con su vida. En el medio que creó él mismo, La Spia, denunció las relaciones entre mafiosos y políticos locales y comenzó a recibir amenazas. Pero todo fue a peor cuando empezó a investigar la red de actividades agrarias de los clanes. La Cosa Nostra (Sicilia) se encarga de cultivar; la Camorra (Campania), de los camiones, y la ‘Ndrangheta (Calabria), del transporte de cocaína.

Esto le costó una paliza de hospital por parte de dos encapuchados y que intentaran quemar la casa de sus padres con ellos dentro. Entonces tuvo que mudarse a Roma, donde siguió escribiendo contra la mafia. Denunció que una de las empresas que cultivan el tomate de Pachino era propiedad de los hijos de un criminal. Y lo publicó. La Cosa Nostra perdió miles de pedidos y decidió hacérselo pagar caro con un atentado. La policía italiana interceptó una conversación que describía el ataque con coche bomba el pasado mes de abril. «Estoy condenado a muerte por cinco clanes«, cuenta ante la audiencia estupefacta del encuentro Paz sin fronteras de Madrid en el foro «Vivir juntos en Europa».

En la última jornada de esta cita, que ha traído hasta la capital de España a 300 líderes mundiales (repartidos entre 27 mesas redondas) en los ámbitos religioso, político, filosófico y social, incluyendo a dos ministros del Gobierno en funciones, se han abordado asuntos como las migraciones, prevención de conflictos, medioambiente, construcción de la paz, racismo y xenofobia, mujer, o infancia, entre otros.

El periodista polaco Wlodek Goldkorn señaló otro de los males a los que Europa se enfrenta en la actualidad: el auge del nacionalismo. «Los nacionalistas tienen miedo a llamarse a sí mismos nacionalistas y eso ya es una victoria. Esta ideología está en la base de todos los males que ha sufrido el continente. Ahora al nacionalismo étnico lo llaman ‘soberanismo’, pero es lo mismo con otra careta. Hay que luchar contra esas ideas recuperando la memoria». Y pone el ejemplo de ciudades mestizas como Gdansk, en Polonia o Sarajevo, en Bosnia: «En toda Europa hemos visto ciudades en las que varias comunidades convivían. A veces había problemas entre ellas y corría la sangre momentáneamente, pero todos tenían claro que tenían que seguir viviendo juntos y, por medio de la negociación y el diálogo, todo regresaba a la calma. El nacionalismo acabó con todo eso».

El director de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), António Vitorino, aseguró que Europa es «una sociedad de diversidad cultural, étnica y religiosa» que «va a seguir siendo destino» migratorio. La carta de derechos fundamentales de la Unión Europea recoge «en su mayoría «derechos de la persona humana», sin «distinciones de nacionalidad, raza o credos religiosos. Hay que combatir esa narrativa».

Este martes por la tarde se celebrará la ceremonia de clausura en la catedral de la Almudena.