Proeza olímpica de una España genial

No fue el 12-1 a Malta con el gol eterno de «Señooooor», eso será irrepetible, pero España, la España sub 21 de Luis de la Fuente, ya tiene para siempre su gran noche, disparada la euforia y con todos los motivos después de certificar ayer una goleada estupenda ante Polonia en el Europeo de la categoría que le mete en las semifinales y le garantiza, he ahí el mayor de los premios, una plaza en los Juegos Olímpicos de Tokio del verano de 2020. La selección, que necesitaba vencer por tres tantos o más para asegurarse la primera plaza del grupo y no depender de carambolas imposibles, completó una exhibición de las que ya no se ven y esta hornada de muchachos ilusiona muchísimo al personal, pues hay en ese grupo unos cuantos con una pinta estupenda.

Ahora que los mayores conviven en el pelotón de los mortales después de enlazar chascos terribles en Brasil, Francia y Rusia, lejísimos de la excelencia de otros tiempos con estrella que ya se antojan lejanos, florecen jóvenes como Dani Ceballos, del que ya se sabía bastante, o Fabián Ruiz, asombroso el partido del jugador del Nápoles. Fabián, que se formó en el Betis, ya ha debutado con la absoluta y tiene unas condiciones sobrenaturales, encumbrado en Bolonia con un recital sin precedentes. Con su zurda, escandalosa, lanzó dos disparos preciosos al larguero y marcó el 3-0 desde la frontal, el gol que confirmaba la proeza.

Llegó la gesta después de un primer tiempo muy difícil de explicar. Pocas veces se ha visto jugar tan bien al fútbol a la sub 21, y el 3-0, no es exageración ni influye la bandera, fue un resultado cortísimo. Por la derecha, por la izquierda, por el centro, por abajo, por arriba, por cualquier sitio, siempre España, solidaria como nunca en la presión, soberbia a la hora de elaborar las acciones de ataque. Lo dicho, fueron tres en 45 minutos de pasión, pero pudieron ser cinco, seis o siete después de 22 disparos a puerta y de 15 ocasiones más o menos claras.

El espectáculo de Fabián

Se encargó De la Fuente en serenar a sus chicos, en hacerles entender que para llegar al tercer gol antes se necesitaban dos. España, sin embargo, asumió que no era una noche como para guardarse nada y se presentó en el castigado césped del Renato Dell’Ara (llovió muchísimo por la tarde) con una efervescencia contagiosa. Cada medio minuto había peligro, y además de verdad, y Fabián, al cuarto de hora, tuvo su primer desencuentro con el larguero poco después de que Grabara, el portero polaco, realizará una muy buena parada a un tiro de Olmo y de que a Meré le birlaran la gloria en la línea de gol. Era, en cualquier caso, una cuestión de tiempo, y Fornals, héroe ante Bélgica en el segundo choque de este grupo ingobernable, empujó una asistencia estupenda de Aarón Martín.

Seguía el baile, una cosa de locos, y los pobres polacos, plantados en línea como una defensa de balonmano y sin capacidad alguna para salir de la cueva, suplicaban clemencia, calamitoso su planteamiento y hasta cierto punto decepcionante teniendo en cuenta que había vencido en sus dos compromisos anteriores. Oyarzábal, a los 35 minutos, hizo bueno un pase de Ceballos y en el 39 le llegó la recompensa a Fabián con su golazo. Qué jugador…

Hechos los deberes, se trataba de no perder el hilo en la reanudación, y a España hay que aplaudirle porque siguió a lo suyo como si nada. Se sucedieron las ocasiones, los «¡casi!» y los «¡uys!» hasta que llegó el «¡oooohhh!» con la obra maestra de Ceballos en una falta portentosa. Ahí ya respiró definitivamente la selección, enchufada en todos los sentidos ya que Sivera, en la única opción polaca, realizó una intervención muy meritoria, también un bravo por él como para Mayoral, que puso la guinda. El jueves, la sub 21, esta magnífica sub 21, disputará las semifinales, todavía no se sabe el rival. La primera gran noche de esta generación ya ha llegado, pero parece que queda alguna más.