Nuestras debilidades y la paz

“Si vis pacem, para bellum”. Si quieres la paz prepara la guerra. La paz personal es la base de la felicidad, por eso, todas las religiones proponen al hombre y desean para el hombre la paz. Es el saludo de árabes, judíos y cristianos…ese deseo de paz exige el que asumamos, que para alcanzarla, tenemos que pelear. Pero esa lucha, no es con nuestros hermanos los hombres sino, con nosotros mismos, con nuestras debilidades que son las que, al quitarnos la paz interior, nos hacen infelices. La vida es lucha. ¿Quién dice lo contrario? Pero estamos equivocando el enemigo. No lo son los que piensan distinto de nosotros, ni lo son los poderosos, ni los pobres y marginados, tampoco los que son diferentes… ¡Lo son nuestras debilidades!

¿Que os parece, si hacemos una lista de ellas, de las diez que calificamos como las peores para las personas y para la sociedad en que vivimos -las podemos seleccionar entre este montón que os propongo a continuación- y luego, nos ponemos a combatirlas en nosotros mismos?: aburrido, agresivo, angustioso, arrogante, cínico, cobarde, codicioso, cohibido, confuso, crítico, débil, dependiente, derrochador, desconcertado, desconfiado, desconsiderado, descuidado, desordenado, distraído, egoísta, entrometido, envidioso, estricto, exigente, fanático, fanfarrón, grosero, hablador, hipersensible, hipócrita, impaciente, imprudente, indeciso, indiferente, indisciplinado, inflexible, ingenuo, insatisfecho, insistente, intolerante, irrazonable, lento, limitado, malhumorado, malicioso, mezquino, miope, obstruccionista, pasivo, pasota, perezoso, prejuzgador, presumido, pretencioso, quejica, quisquilloso, rencoroso, reservado, rígido, servil, severo, superficial, temeroso, testarudo, tímido, tirano, torpe, tramposo, triste, vago, variable…

Como veis hay muchas -y no están todas- sin embargo, son algunas de ellas, las que nos quitan la paz y entristecen la vida y logran, de otra parte, que las tengamos que padecer en los que nos rodean y así, -gracias a ellas en ellos- también nos complican la vida. ¡Guerra a las debilidades! ¡Vivan las fortalezas! De algunas de las debilidades hablamos en el artículo anterior. Nos parecen especialmente típicas en la sociedad que nos ha tocado vivir que se preocupa tanto por nuestro “bien-estar” que se olvida que, para ser felices, lo importante es “bien-ser”.

Pero, una vez que hemos descubierto el enemigo no vamos a emplear -demasiado tiempo- a hablar sobre él. Simplemente, nos vamos a dedicar a combatirlo. Creo, que es más importante y útil, que dediquemos nuestro tiempo a desarrollar nuestras fortalezas, así nuestras debilidades se caerán solas. Por cierto, que la mejor herencia que podemos dejar a nuestros sucesores no es una sociedad hedonista y de bienestar. Eso durará menos que un caramelo en la puerta de un colegio sino, una sociedad de gentes felices porque tienen paz. Esa paz que se obtiene mediante la adquisición de valores -fortalezas- que nos ayudan a ser felices y a hacer felices a los demás. Por añadidura, obtendremos aquellos bienes materiales que necesitamos y, además, sabremos compartirlos porque no tendremos miedo a que se nos acaben.

Seremos siempre jóvenes, porque seremos fuertes. Sin miedo al futuro y a las dificultades que nos pueda deparar, porque las sabremos arrostrar con nuestras fortalezas. Las debilidades y la paz son incompatibles. Ellas nos crean inquietud y tristeza. No podemos comprar el antídoto contra ellas, porque no se vende en ninguna parte. La única manera de obtenerlo es fomentando en nosotros los valores que las hacen desaparecer de nuestras vidas. También hemos de ayudar a combatirlas en todos los que nos rodean, porque su desgracia nos alcanza a nosotros y nos quita la paz.

Pero, comencemos por el principio, hay tres valores que son fundamentales (que son fundamento, base) y que toda persona, familia y sociedad han de poseer para alcanzar la paz y la felicidad a que todos aspiramos: sinceridad (verdad), orden y obediencia. Sin ellas el individuo, la familia y el mundo son un caos. De ellas, si os parece, trataremos en el siguiente artículo.