Crítica de En buenas manos: El día de la madre… de adopción

El gran éxito en Francia de esta película es comprensible, pues trata sobre asuntos de enorme potencial emotivo y lo hace con gran sensibilidad y un manejo perfecto de las dosis de información, de docencia y de fábula. Desimpregna de coyuntura e ideología grandes palabras como maternidad, rechazo al recién nacido, servicios de adopción o colocación exacta de los derechos y deberes que penden de un cordón umbilical. Las buenas manos del título se refieren a las que pueden estrechar a Theo, que acaba de nacer y al que su joven madre entrega a un programa de adopción, lo cual sitúa en el centro de la película el peculiar e instructivo trayecto que se sigue hasta encontrarlas.

La directora, Jeanne Herry, documenta con su sensible ficción no solo los calculados pasos de los servicios sociales, lo que enriquece la narración con el detalle complejo y dramático del deseo frustrado de las parejas por ser padres y sus esfuerzos por tener “buenas manos”, sino también con la descripción sublime de cómo se establecen esos hilos cruciales y sentimentales con un recién nacido: la palabra, el trato, la caricia…, todo un manual de insospechados nutrientes para que «pase pantalla» un bebé rechazado por su madre biológica.

Elodie Bouchez interpreta de modo magistral y descorazonador a una no madre que aspira, y Gilles Lellouche, magnífico, a un padre de acogida con manos y corazón de madre. Pero todos los intérpretes bordan esta gran historia que no juzga ni a sus pequeños ni a sus grandes personajes.