Falsa unidad secesionista en la marcha contra el Estado

La consigna es llegar pronto a Madrid. Algunos autocares salen de Cataluña a las 5:00. Mal que bien, sobre las 13:00, los lazos amarillos llegarán a la capital de España. A las 18:00 están llamados a una manifestación que saldrá de, la muy madrileña, y atlética, Plaza de Neptuno para recorrer el Paseo del Prado hasta la –muy– madridista Plaza de Cibeles.

La manifestación ha sido convocada por la ANC y Òmnium con el apoyo de los tres partidos independentistas, Junts per Catalunya, ERC y la CUP. El Gobierno de Torra, con él a la cabeza, estará presente para desfilar tras una pancarta que portará como lema «Autodeterminación no es delito. Democracia es decidir». Está claro que los convocantes no saben, o no quieren saber, que la autodeterminación sólo está reconocida para las colonias en las resoluciones de la ONU. Sólo Eritrea la contempla en su constitución.

Junto al activista-presidente Torra desfilarán las conselleras candidatas Laura Borràs, líder de JxCAT por Barcelona en las generales, y Elsa Artadi, número 2 por Barcelona en las municipales. ERC también participará liderados por Roger Torrent, presidente del Parlament, y los consejeros Chakir El Homrani y Teresa Jordà. Todos, arropados por partidos como Bildu, BNG, o el Sindicato Andaluz de Trabajadores.

Los organizadores hablan de más de 500 autocares y 10 trenes llenos. Sus redes sociales los reducen a 450, aunque en las guerras de cifras todo vale. La manifestación auspiciada por la ANC tuvo un frío recibimiento en el mundo independentista. Algunos pensaban que Madrid no era el lugar adecuado y apostaban por volver a Bruselas, aunque dado el escaso éxito y eco que tuvo en Europa, se aconsejaba no repetir el ridículo. La nula respuesta europea los lleva a Madrid para «sumar complicidades» y doblegar la respuesta dura que lideraron PP, PSOE y Cs.

Sin embargo, el entusiasmo no es comparable al de otras ocasiones. La verdadera cita es el 28-A. En las generales, los independentistas se enfrentarán en una cainita y sangrante batalla por el liderazgo. Hoy, en Madrid, se celebra el primer acto electoral de esta campaña. El último acto unitario. Algunas fuerzas asisten por obligación y con desgana. No así Junts per Catalunya, que utilizará la baza de la unidad en su campaña, aunque ERC considera que esta unidad que promueve Puigdemont sólo pretende sumisión a sus designios. Tras la manifestación se romperán las hostilidades. Quien gane el 28-A y el 26-M, tomará las riendas. Si lo hacen los de Puigdemont se impondrá la vía rupturista y de acoso al Estado. Si, por el contrario, ganan los de ERC se impondrá una línea más pragmática que, sin renunciar a sus principios independentistas, apuesta por esperar a un mejor momento y abrir todos los cauces de diálogo. Eso sí, a partir de hoy la escalada verbal para ser, y demostrar, que uno es más independentista que otro, subirá enteros y decibelios.

El juicio del 1-O, y los presos, son los únicos motivos que mantienen unido, al menos en las formas, al mundo independentista y hoy será su máxima expresión. Los lazos amarillos tomarán Madrid, o eso intentarán, para demostrar fuerza y músculo. El 28-A se verá cuál es ese músculo. Si el independentismo se impone, o recula frente a otros partidos y, sobre todo, quién gana el pulso en este mundo de la estelada. El 26-M otro tanto. Quién gane impondrá su hoja de ruta. Sabremos si manda Puigdemont o Junqueras.