Argelia exige el fin de Buteflika

La sensación de que Argelia se encontraba ayer ante una jornada decisiva para su futuro quedó patente con los centenares de miles de personas que por tercer viernes consecutivo volvieron a desbordar las calles de todo el país en oposición a un quinto mandato del actual presidente, Abdelaziz Buteflika, y para exigir un cambio profundo del régimen que encarna. En el caso de Argel, donde la semana pasada ya se registraron movilizaciones históricas, una auténtica marea humana colapsó buena parte del centro de la capital en una nueva demostración de fuerza que el medio local TSA, que estimó la participación por encima del millón de personas, calificó de jamás vista. Los intentos de las autoridades de entorpecer las manifestaciones suspendiendo el servicio de trenes y metro fue totalmente en vano, e incluso los imponentes efectivos policiales desplegados por la ciudad desde primera hora de la mañana quedaron sobrepasados por la abrumadora cantidad de gente.

«De algún modo parece como si fuera el día de la independencia de 1962», observó a LA RAZÓN desde la manifestación en Argel Zohra, una mujer que ha participado desde el principio en las protestas que vive el país. «El ambiente es eléctrico, esperanzador y pacífico», notó, «hay banderas, personas de todos los niveles y de todas las edades, y muchas mujeres». En esta línea, las protestas de ayer coincidieron con las acciones convocadas para el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, lo que hizo converger en muchos casos ambas reivindicaciones. Las imágenes de mujeres argelinas, muchas con una flor en la mano, al frente de grupos de manifestantes se fueron sucediendo a lo largo del día.

«[Estas movilizaciones] podrían suponer un golpe definitivo para derrocar el régimen autoritario en Argelia», augura en declaraciones a este periódico Rachid Tlemçani, profesor en la Universidad de Argel. «El Gobierno y el círculo de Buteflika se han negado a escuchar la voz de la gente en la calle», agrega, así que «la gente está decidida a salir para [seguir haciendo] un fuerte llamamiento a un cambio de régimen».

«Definitivamente tenemos la sensación de que [las manifestaciones de ayer] pueden marcar un punto de inflexión», comenta Zohra, que añade: «Esperemos que ello empuje al Gobierno a tomar posición».

Aunque la mayor parte de las movilizaciones estuvieron marcadas, como está siendo habitual desde el inicio de las protestas, por su carácter cívico, pacífico e incluso a menudo festivo, al final de la jornada de ayer varios manifestantes fueron heridos por la Policía. En esta línea, la agencia de noticias Reuters informó que las Fuerzas de Seguridad usaron gases lacrimógeno en varias localizaciones de la capital, especialmente en los aledaños del palacio presidencial.

Por otro lado, y erosionando un poco más al régimen, al menos siete miembros del Comité Central del Frente de Liberación Nacional, la formación de Buteflika, renunciaron también ayer a su membresía y se sumaron a las movilizaciones contra un quinto mandato del «rais». Aunque los abandonos en el seno del FLN se han ido sucediendo desde hace días, muchos de ellos han sido protagonizados por cuadros locales, mientras que estos últimos fueron, según los medios locales, ex diputados y senadores del partido.

Las movilizaciones de ayer se produjeron un día después de que Buteflika, que sigue ingresado en un hospital de Suiza en un estado de salud que continúa siendo objeto de debate, se dirigiese a los manifestantes en la carta que emitió con motivo del 8 de marzo. En la misiva, difundida por la agencia de noticias estatal APS, Buteflika celebró el carácter pacífico de las protestas, pero desafió a los manifestantes alertando que el país debe estar atento ante la posible infiltración «de grupos insidiosos, internos o externos, que podrían provocar la división y el caos y derivar hacia crisis y desgracias»

Desde que sufrió un derrame cerebral en 2013, Buteflika ha aparecido en público solo en ocasiones aisladas, por lo que muchos argelinos no le consideran capaz de asumir las responsabilidades de un cargo que nadie duda que en la práctica está controlado por su círculo más cercano desde hace años. La actual ola de movilizaciones en Argelia estalló inicialmente el pasado 22 de febrero como reacción a los planes de Buteflika, que lleva en el poder desde 1999, de perseguir su quinto mandato en las elecciones presidenciales previstas para el próximo 18 de abril. Sin embargo, el movimiento se transformó rápidamente en una condena estructural del régimen, y desde entonces se han producido acciones diarias por todo el país que han puesto a Argel contra las cuerdas, especialmente después de que sus promesas de reformas una vez celebrados los comicios no lograran apaciguar los ánimos de nadie.

«La gente [ya] no quiere ver al poder político actual en las posiciones de mando», señala Tlemçani, por lo que «la gente está protagonizando cada día movilizaciones masivas encabezadas por la juventud». «Estamos viviendo una especia de revolución civil que está provocando un gran cambio sin hacer uso de la violencia», concluye el académico desde Argel.