La secretaria judicial del 20-S: «Tuve miedo cuando vi lo que había fuera»

La letrada de la Administración de Justicia que encabezó el registro judicial de la Conselleria de Economía el 20 de septiembre de 2017 ha relatado al tribunal del «procés» de forma minuciosa la angustiosa situación que vivió durante toda la jornada por la masiva concentración que se produjo a las puertas del edificio (hasta 60.000 personas) que, según ha explicado, impidió la presencia de los detenidos en los registros y le obligó a abandonar la sede pasada la medianoche, dos horas después de concluir los registros, por la azotea del edificio, superando un muro de un metro y «descolgándose» hasta un teatro contiguo, desde donde pudo salir a la calle a la carrera confundiéndose entre los actores. «»Tuve preocupación durante todo el día», ha asegurado a preguntas del fiscal Javier Zaragoza, «y miedo a partir de las nueve y media de la noche, cuando vi lo que había fuera».

Montserrat del Toro, secretaria judicial del Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona, ha relatado que desde las cuatro de la tarde los miembros de la comitiva judicial (doce funcionarios y ocho agentes de la Guardia Civil) estuvieron incomunicados, «sin poder mantener contactos con el exterior» por teléfono porque los repetidores «estaban colapsados» por la aglomeración de gente que en algún momento llegaron a abalanzarse contra la puerta de la Consejería (donde la Guardia Civil se incautó del documento Enfocats, la presumible hoja de ruta del independentismo). «Escuché un ruido tremendo, una avalancha, y vi a gente aplastada contra el cristal. Me asusté. Oigo un impacto contra el cristal, porque alguien había tirado una botella».

Según ha relatado, ni siquiera pudieron traer comida del exterior porque el teniente al mando del operativo le comentó que «si la gente veía entrar al pizzero sabrá que es para nosotros y no puedo garantizar su seguridad». Finalmente, una agente de los Mossos «se apiadó» de ellos y les hizo llegar cinco bocadillos que se repartieron.
A media tarde, ha recordado, escuchó a una voz femenina, que identificó con la ex presidenta del Parlament Carme Forcadell, dirigirse a la gente congregada al grito de «Votarem» y «Ni un paso atrás». En todo momento, según ha explicado, eran los líderes soberanistas Jordi Sánchez y Jordi Cuixart los que negociaban con el teniente de la Guardia Civil para arbitrar una manera de que la comitiva abandonara el edificio. Pero ni el responsable policial ni Del Toro encontraron seguras las posibilidades que ofrecían, atravesar «un pasillo humano» formado por voluntarios.

El propio Sánchez, ha dicho, pasadas las diez de la noche admitió «que no podía hacer nada para retirar al contingente de civiles de la puerta» de la consejería. Casi a las once de la noche, una hora después de concluir el registro, recurrió a «la única persona que podía hacer algo por nosotros», el magistrado titular de su juzgado, que había ordenado los registros, Juan Antonio Ramírez Sunyer, ya fallecido. «Me tienes que sacar de aquí», le dijo. El instructor, que estaba de guardia, habló con Trapero y le dio media hora para sacar a la comitiva del edificio. A las once y media de la noche, dos mossos le ofrecieron a la secretaria judicial la oportunidad de abandonar la sede por la azotea para llegar a un teatro contiguo y «confundirse» entre el público aprovechando el final de una función. Pero cuando llegaron el gerente del local «»se había arrepentido» y tuvieron que esperar más de media hora más en los camerinos. Pasada la medianoche, la letrada pudo salir de nuevo a la calle. «No había nadie. El público se había ido. Sólo quedaban los actores», ha recordado. Corriendo, pudo alcanzar un coche de los Mossos sin distintivos del cuerpo. Llamó al juez Ramírez Sunyer. «Tranquilo, ya estoy fuera».