Pablo Casado se acerca al discurso de Vox para neutralizarlo

La nueva dirección del Partido Popular ha emprendido un acercamiento a Vox para apuntalar la investidura de Juanma Moreno como presidente de la Junta de Andalucía. La formación de Santiago Abascal ha lanzado esta semana un órdago que ha hecho temer por la materialización del cambio político en Andalucía, al exigir la derogación de la ley de violencia de género andaluza y su sustitución por una norma de violencia «intrafamiliar». El Partido Popular ha contestado situándose en un punto intermedio: de ninguna de las maneras suprimirá las medidas contra la violencia de género, pero ha ofrecido «reforzar» la protección de hombres, niños y abuelos maltratados en el entorno de la «violencia doméstica», tal como adelantó este diario este viernes.

La aproximación del PP a Vox en este ámbito la completó el presidente de los populares, Pablo Casado, que se mostró abierto a pactar con Santiago Abascal no sólo las ayudas a los hombres agredidos -y al resto de familiares-, sino, también, la limitación de las denuncias falsas y de determinadas asociaciones feministas.

En un acto en Las Palmas de Gran Canaria detalló este viernes que se sentará «a negociar dentro de la Constitución» con «cualquier partido que lo que proponga es que las víctimas de otro sexo también tengan esa protección, que se intenten limitar las denuncias falsas, que se intente delimitar claramente que estas ayudas no sean susceptibles de crear chiringuitos, agencias vinculadas a partidos para lucrarse de las ayudas o los partidos que pidan consagrar el artículo 14 de la Constitución que dice que hombres y mujeres somos iguales ante la ley».

A su juicio, es obvio que «el 75% de las víctimas son mujeres, que son las más vulnerables y en muchos casos tienen dependencia económica y por tanto tienen que tener protección eficaz». «Pero hay un 25% de víctimas de este tipo de violencia que no son mujeres: en especial niños, ancianos o parejas homosexuales u hombres en entornos dentro de la empresa con vínculos familiares», defendió, colocando el foco en los porcentajes.

Con esta estrategia, no es tanto que el PP quiera darle el abrazo del oso a Vox, que también, sino, sobre todo, que necesita neutralizar su escalada dialéctica antes de que sea tarde, porque los tiempos de la investidura apremian. Y Vox ha llegado a coquetear estos días incluso con la repetición de las elecciones andaluzas.

La dirección de Génova está convencida de que no llegará la sangre al río, y quiere dejar el pacto a tres bandas resuelto antes de la convención nacional del Partido Popular, que se celebrará en Madrid los días 18, 19 y 20 de enero y centrará todos los esfuerzos para el «rearme ideológico» que quieren llevar a cabo los populares.

Además, en la dirección del PP creen que una vez que el mandato de Juanma Moreno eche a andar, el «suflé» mediático de Vox bajará y serán los populares los que lideren la agenda de la derecha. Actualmente es Vox el que marca en cierta medida la pauta en temas como la inmigración, la centralización de competencias o el debate sobre las medidas contra la violencia de género, por ejemplo.

En todo caso, los gestos del PP cayeron bien en Vox, cuyo presidente se felicitó de que «se quiera atender a todas las víctimas de la violencia intrafamiliar: mujeres y hombres, niños y ancianos». «Nos parece un buen principio», dijo en un mensaje difundido a través de las redes sociales -«la única fuente fiable de información sobre Vox», según la formación extremista-.

Abascal rebajó el tono y su número dos, Javier Ortega Smith, pactó con su homólogo popular, Teodoro García Egea, comenzar el martes que viene las reuniones de «trabajo» para pactar la investidura de Moreno. Según Vox, incluyendo a Ciudadanos y de manera «detallada, por escrito, pública y transparente». La reunión entre García Egea y Ortega Smith -Ciudadanos no tiene previsto asistir- no tendrá líneas rojas, pero el PP no quiere sobrevalorar el apoyo de Vox (12 escaños), así que le ofrecerá sumarse a las medidas del pacto con Cs y consensuar otras, pero siempre para después de la investidura. O sea, «con pactos parlamentarios, no mediáticos», como dijo Pablo Casado en su acto de este viernes en Canarias. «Abordemos este problema con una perspectiva responsable», convino.

De esta forma, la reunión sería un punto de no retorno: o Vox pacta o será el «culpable» de no apuntillar 36 años de gobiernos socialistas. «Va a cambiar un régimen y ese cambio no se va a truncar por intentos de magnificar las negociaciones lógicas para conformar una investidura parlamentaria», enfatizó Casado.

Eso quiere decir que el PP no se avendrá a cambiar el punto 84 del pacto con Cs, en el que ambos prometen impulsar «un gran acuerdo contra la violencia de género en Andalucía» para implementar, «con dotación presupuestaria suficiente, todas y cada una de las medidas previstas en la ley contra la violencia de género, a fin de acabar con esta lacra social». No en vano, Ciudadanos ha sido tajante al defender que el acuerdo es intocable. La portavoz de la formación naranja en el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís, afirmó este viernes que el documento ya firmado es «intocable» en sus 90 puntos, sobre todo en el de la protección de las víctimas de violencia machista, porque es «una conquista social y no se puede dar un paso atrás».

Esto último es algo que comparte Pablo Casado, para quien «es una irresponsabilidad que en determinados partidos se instrumentalice» la lucha contra esta «lacra».