Medios para pensar mejor II

¿Qué es pensar? Pensar es comprender. Ir de lo desconocido a lo conocido, o dicho de otro modo, convertir algo que nos es extraño en algo familiar. También podemos decir que es hacerse cargo de lo que una cosa es. En el acto de comprender importa menos lo que conocemos que lo que hacemos con lo que conocemos. ¿Para qué sirve lo que he aprendido, lo que he conocido?… Entonces es cuando surge el pensamiento, ese relacionar unas ideas o conocimientos con otros. Esa actividad que “relaciona lo conocido” es el pensamiento, es… pensar. Es, así mismo, intuir esencias, es “ver” que una cosa es lo que es.

Saber sin pensamiento, es repetir ideas de otros, es erudición, saber externo, aparente. De nada sirve repetir conceptos, que por fuerza, son de otros, si no somos capaces de producir, de tener ideas propias, de asimilar, de incorporar a nuestra mente conceptos que, por pensados y relacionados entre sí, los hemos hecho propios. En definitiva, y para lograrlo, se precisa reflexionar. Por lo que pensar es también reflexionar.

Considerar detenidamente conceptos e ideas, darle vueltas, tratar de discernir, en definitiva, profundizar en el por qué o el para qué de alguna cosa. Al reflexionar, el hombre no decide de forma impulsiva, sino que procura recoger más información -que considera necesaria- para luego ponderarla. Se está cultivando, ya que la persona que reflexiona participa activamente y produce con su acción un enriquecimiento, una modificación interior y una continua profundización y mejora de su ser personal.

Lo anteriormente indicado viene a evidenciar que el acto de pensar es complejo, ya que abarca: definir correctamente los términos, captar su significado profundo, establecer las oportunas y acertadas relaciones, etc. Influye también la disposición de la persona que piensa, sus actividades del momento… Siempre será posible pensar mejor: con más lógica, con más independencia de la carga afectiva, con una mayor claridad en las afirmaciones, con una mayor conexión entre la teoría y la práctica, etc. etc.

¿Qué tenemos que hacer para pensar mejor? Podemos siempre mejorar nuestro nivel de comprensión de lo que leemos, escuchamos, vemos, etc. También, y ello nos parece muy importante, mantener siempre y desarrollar la actitud de buscar y descubrir el saber, la verdad de las cosas que tratamos de aprender.

Esta actitud arranca de la capacidad de asombro ante lo que nos rodea. Pero para ello, es preciso que vayamos incrementando nuestra capacidad de observación. Mirar… no solamente ver. Cuando uno mira va buscando algo, por lo que hemos de ir fijándonos en lo que vemos, oímos o leemos y así surgirá el pensamiento. De ahí, que hemos de preguntarnos: ¿Qué es lo que llama mi atención? ¿De qué me admiro? ¿De qué me asombro? Y, sin darnos, cuenta habremos comenzado a pensar.

Hay una admiración pasiva –la impresión de extrañeza que surge en nosotros sin que medie esfuerzo alguno para provocarla-, y una admiración activa, que es aquella que nosotros provocamos con nuestro interés por saber más. La admiración pasiva la producen aquellas cosas que estimulan el pensamiento a quienes -todavía- no tienen costumbre de pensar. Aquello que llama nuestra atención por lo novedoso, sorprendente y extraño que nos resulta. Los niños pequeños no paran de preguntar, precisamente, porque todo les llama la atención y quieren saber el por qué y el para qué de todo lo que perciben.

La admiración activa consiste en crear siempre y sistemáticamente un foco de interrogación, cualquiera que sea lo debamos o queramos conocer. ¿Que es lo que quiere decir el texto que acabo de leer? ¿Qué significado tiene lo que acabo de oír? ¿He comprendido el mensaje? ¿Qué utilidad tiene la comprensión y memorización de la teoría para resolver los problemas que luego he de resolver?, etc. Ello, me ayudará a concentrarme y estar atento a lo que leo, escucho y, moverá mi imaginación a relacionarlo con lo que ya se y, de seguido, a pensar.

Antes de ponerme a realizar cualquier trabajo he de proceder a imaginar lo que voy a hacer. Si voy a escuchar una clase de lengua, por ejemplo, me preguntaré y trataré de imaginar de qué trata lo que me van a explicar, o lo que voy a leer y estudiar antes de empezar a leer. Es lanzar sobre el tema que voy a examinar adivinaciones, pensamientos, expectaciones… en fin, de alguna manera imaginar algo de lo que me voy a encontrar. “El que no sabe lo que busca, no sabe lo que encuentra”. Sin embargo, muchos “entran” en la información a su alcance sin prepararse; sin un pensamiento previo, sin una admiración activa. ¿Cómo ayudarles? Con buenas preguntas. Se enseña a pensar preguntando bien. (Continuará)